No entiende que ahora se le pidan explicaciones como presidente cuando en su etapa de candidato acusó a varios medios de sumisión a Laporta
El País, por pluma de Ramón Besa, asegura que lo que todos nos temíamos: a Sandro Rosell se le ha escapado el caso Neymar de las manos–Rosell mintió y pagó por Neymar 95 millones de euros, según El Mundo–. Y así lo argumenta:
No tiene razón alguna en aborrecer a los periodistas que le cuestionaban precisamente por cómo es posible que una pregunta sobre el coste del fichaje de Neymar se haya convertido en un asunto de Estado.
Sin embargo, lo más curioso del artículo de Besa es que bucea en la hemeroteca y le recuerda al bueno de Sandro que «el mismo diario» – es decir, El Mundo, al que no se cita- que le busca ahora las cosquillas con el precio del fichaje del brasileño del Santos publicó en su día las operaciones de su antecesor en el cargo con cierto magnate de una antigua república soviética.
Informaciones recibidas con jolgorio y algarabía por aquel entonces por parte de Rosell, el mismo que ahora habla de campañas por parte de la malvada ‘caverna mediática’:
No entiende ahora que se le pidan explicaciones como presidente cuando en su etapa de exvicepresidente y candidato no solo malmetió contra la anterior directiva, sino que acusó a varios medios de comunicación de sumisión a Joan Laporta.
Rosell celebró entonces que el mismo diario que ahora cifra en 95 millones de euros el coste de Neymar publicara que Laporta había cobrado más de 10 millones de euros por asesorar desde su despacho de abogados a un magnate de Uzbekistán mientras era presidente del Barcelona.
Concluye Besa radiografiando el ‘modus operandi’ de un Rosell que cada día parece más contra las cuerdas–Guardiola, a Rosell: «Me iré sin hacer ruido, pero si tú y tus amigos me jodéis, a mí o a los míos, hablaré todo lo que tenga que hablar»–:
Rosell siempre prefirió pedir cuentas a pasarlas, así que cuesta que se le ponga cara de presidente, y más cuando actúa por elevación, siempre tomando las decisiones más importantes en la historia del club, abanderado de una integración social que se ha cobrado más víctimas ilustres que nunca y de una paz social que se vive en los juzgados.
Acostumbrado a llevar la contraria, Rosell necesita esta vez más que nunca que le den la razón con Neymar.
Y es que el mandato del actual ocupante de la poltrona culé se está convirtiendo en un camino lleno de espinas. Las sospechas y las sombras se ciernen sobre su figura desde hace bastante tiempo–Alfredo Relaño: «Sandro Rosell antes iba mucho por Brasil y ahora no ha ido ni cuando un buen puñado de sus jugadores peleó la final de la Confecup en aquel país»–.
