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Nunca ha tenido tanto sentido un escenario para la final de la Copa de Europa como éste de San Siro, catedral oficiosa del fútbol italiano y, por tanto, referente natural del español. El fútbol, como tantas otras cosas, se mueve por un sistema invisible de antagonismos. Es lo que le equilibra a lo largo del tiempo.

Durante décadas, Madrid y Milán se han mirado de frente con una rivalidad orgullosa.

El Real Madrid de Di Stéfano dominó Europa con la resistencia del Milan de Rivera. Fue el otro equipo de Milán, el Inter de Helenio Herrera y Luis Suárez, el que acabara con la época de Di Stéfano. El astro madridista jugó su último partido con el Madrid en el Prater, abatido por los años y los carrerones de Facchetti.

Desde entonces, el fútbol español se acostumbró a una especie de resignación frente a Milán. En San Siro se produjo el Trafalgar de la Quinta del Buitre, aquel 5-0 que todavía pesa una tonelada en la memoria madridista. Le atormentó el Milan de Sacchi y su inolvidable colección de estrellas: Baresi, Maldini, Rijkaard, Gullit y Van Basten, entre otras luminarias.

En San Siro se incubó la impresión de superioridad incuestionable del fútbol italiano. Parece mentira ahora, pero a los periodistas españoles les impresionaba todo del Milan gobernado por Berlusconi. Parecían más altos, más guapos y más elegantes.

Se alojaban en el Ritz y su presidente acudía en helicóptero a los entrenamientos de Milanello, una ciudad deportiva donde se respiraba la altiva atmósfera de los palacios ingleses.

Han girado los tiempos en contra de los pronósticos. Los equipos italianos no iban a dominar eternamente el fútbol. Y Milán no iba a mirar con cierta suficiencia a Madrid.

El cambio de siglo ha alterado los viejos poderes del fútbol. Es la hora de Madrid y sus dos equipos frente a Milán, y no hay mejor escenario para publicitar el éxito de la Liga que el mítico San Siro, donde se consagrará un nuevo éxito español.

Eso no hay quien lo mueva. Que suceda en el fortín que tanto ha costado conquistar -el Real Madrid no ha ganado ninguno de los 14 partidos oficiales que ha disputado en Milán- lo hará más satisfactorio todavía.

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