Su carrera alcanzó su cenit cuando ganó en Saint Andrews, la cuna del golf, el Británico de 1984 y fue una marcha triunfal hasta 1995 con el Open de España, su última victoria
Severiano Ballesteros, uno de los más grandes jugadores de golf de todos los tiempos, ha muerto esta madrugada en su casa de Pedreña (Cantabria) a los 54 años, tras haber luchado durante los últimos dos años y medio contra dos tumores cerebrales.
Severiano Ballesteros consiguió en su vida como golfista ser bicampeón del Masters de Augusta (1980 y 1983), tricampeón en el Open Británico (1979, 1984 y 1988), 87 títulos y, tras su irrupción en la élite del golf, fue el precursor de la entrada de jugadores continentales en la Ryder Cup, que ganó en cuatro ocasiones, una de ellas como capitán (Valderrama 1997).
Premio Príncipe de Asturias, Ballesteros había puesto fin a su carrera en 2007, incapaz de superar su dolor crónico de espalda y de recuperar el nivel de juego que le había hecho mundialmente famoso en los años ochenta y noventa.
El estado neurológico de Ballesteros había sufrido en las últimas horas un «empeoramiento severo», según la la familia del golfista español.
El comunicado familiar, donde daba parte del estado de salud del deportista, había expresado los agradecimientos por «los apoyos que tanto Seve como la propia familia habían recibido» y se comprometía en estar informando puntualmente, a través de la web www.seveballesteros.com, sobre la situación del campeón español.
Ballesteros padeció dos tumores cerebrales que le fueron descubiertos la tarde del 6 de octubre de 2008, tras sufrir sendos desvanecimientos en el aeropuerto de Barajas y en un restaurante de la capital.
Los doctores Isla y Pérez Álvarez, adscritos al servicio de neurología del Hospital de La Paz de Madrid, fueron muy claros en su diagnóstico acerca de la enfermedad: tras las pruebas efectuadas, el enfermo presentaba dos tumores malignos, del tamaño de dos pelotas de golf, alojadas en el cerebro.
UN GOLFISTA GENIAL
Ballesteros saltó a la escena internacional, prácticamente sin avisar, en el Abierto Británico de 1976, como un talento en bruto de 19 años con un swing extraordinario que parecía girar 360 grados. Ese swing exhuberante casi le hizo perder el equilibrio por el ímpetu en muchas ocasiones, mucho después de que la bola saliera disparada.
Ballesteros no ganó esa semana en el Royal Birkdale -fue derrotado por el estadounidense Johnny Miller, que entonces era el jugador dominante del circuito- pero quedó en claro que había nacido una estrella y el golf europeo volvía a convertirse en un rival de Estados Unidos por primera vez en años.
En 1979, el talentoso español ganó su primer Abierto Británico en Royal Lytham tras conjurar mágicos golpes de recuperación en todos los rincones del campo. En una de estas recuperación se ganó el apodo de ‘Campeón del estacionamiento’.
El estadounidense Ben Crenshaw, bicampeón del Masters y un estudioso del juego, dijo de Ballesteros: «Seve consigue golpes que yo ni siquiera veo en sueños». En 1980, Ballesteros ganó su primera chaqueta verde en el Augusta National, convirtiéndose en el primer europeo que logró la victoria en el Masters desde su edición inaugural en 1934.
Tres años más tarde consiguió otro y en 1984 de nuevo levantó el preciado trofeo del Abierto Británico en el hogar del golf, St Andrews. En 1988 ganó su quinto ‘major’ en el Abierto Británico en Royal Lytham. Con 31 años, parecía que alcanzaba lo que sería su plenitud como golfista.
Tortuosa caída
Pero ese éxito iba a ser el último, algo que nadie esperaba. Su descenso en la época posterior desde la cumbre del golf, pese a un breve resurgimiento a principios de la década de 1990, fue tortuoso y muy público pese a una serie de cambios de entrenador y ‘caddie’. Aún enviaba la bola a distancias prodigiosas, aunque muy a menudo se metía en problemas desviando demasiado sus tiros y perdiendo el par.
Su título número 50 y último del circuito europeo, llegó en 1995 en el Abierto de España. No obstante, dos años más tarde pudo celebrar uno de los logros de su carrera. En Valderrama, Cádiz, lideró a Europa a una emocionante victoria en la Copa Ryder con una victoria sobre Estados Unidos por 14 puntos y medio a 13 puntos y medio.
Adoptó la decisión natural de ser capitán europeo que no interviene en el juego en su tierra y fue la inspiración personificada mientras recorría el campo en un carrito de golf arengando a las tropas. Hace seis años, Ballesteros reflexionó sobre sus días de gloria como jugador.
«He tenido una carrera maravillosa y una vida maravillosa», dijo. «Tengo salud, tengo una gran familia y disfruto de un buen estilo de vida. La era Ballesteros ha acabado pero fui el Tiger (Woods) de mi época».