La labor del director de casting de una serie o película es fundamental. El problema es que muchos no se han enterado todavía. A veces no importa si un actor es bueno o malo, se trata de saber si encaja, o no, con el personaje. Y para que esto suceda hay que tener en cuenta muchos factores. Si no se obra con acierto, el resultado puede ser catastrófico.
Imaginemos que tenemos la oportunidad de hacer una serie de televisión y nos ofrecen a los grandes de la escena española: Bardem, Penélope, Carmen Maura, Luís Tosar y Blanca Portillo. Con estos nombres uno ya puede ir buscándose un buen piso porque sabe que el formato va a arrasar. Vale ¿Y si la serie en cuestión ha de ser, por narices, ‘Los vigilantes de la playa’? ¿Qué, ponemos a la Portillo en tanga corriendo por los charcos de Benidorm?
Sí, claro, habrá muchos que digan que esto es un ejemplo tonto (que lo es) de lo más exagerado. ¿De verdad? Una dato (¡Atención!: puede herir la sensibilidad del lector): Ana Obregón haciendo striptease en ‘Ana y los Siete’. Y lo increíble de este caso es que nos lo tragamos con patatas.
En España, especialmente, no se respeta la química entre personaje y actor. Priman, por encima de todo, el físico y, especialmente, la popularidad. Si un intérprete está de moda, los directivos de las cadenas (que son los que tienen la última palabra) se creen que lo puede hacer todo. Parece que no se trabaja a favor de obra. Hay que apostar, señores. A veces, es mejor fichar nombres nuevos y acertados que no ‘estrellistas’ que desconocen lo que es la versatilidad. Si este argumento no sirve, que piensen que los desconocidos son más baratos.
Todo buen actor ha de ser ecléctico. De hecho, interpretar es ser otro, pero a veces tampoco es necesario. Carmen Maura, Lola Herrera, Antonio Resines o Amparo Baró siempre hacen el mismo papel (o diferentes pero de la misma manera) y nadie dice nada porque nos encanta cómo lo hacen. Cada uno es bueno en lo suyo.
Un actor, sin embargo, puede ser malo y encajar perfectamente en lo que se le pide. Por ejemplo, Martín Rivas en ‘El Internado’, era mediocre pero respondía a las exigencias de su público (que pedía a un chico guapo y con cara de ángel).
Otros, intérpretes geniales, no son, a priori, la mejor opción para un papel concreto pero su profesionalidad hace que uno llegue a verle como el personaje. Véase a Adam Jezierski. Su Gorka de ‘Física o Química’ debía de ser el típico malote, cachas y grandote que causa terror y deseo a partes iguales. El actor, sin embargo es bajito, delgado, con cara de niño y voz aguda y aún así, es tan bueno, que te lo creías.
Para ser justos, hay, afortunadamente, muchos aciertos de casting en las series españolas. Por ejemplo: Miguel Ángel Silvestre haciendo de ‘El Duque’ en ‘Sin tetas no hay paraíso’, todo el elenco de ‘Cuéntame’, casi todo el de ‘Aquí no hay quien viva’, Paco Tous en ‘Los hombres de Paco’, Paco León en ‘Aída’…
Pero vayamos pues, con los errores más grandes cometidos a la hora de elegir un actor para un papel:
05. Eduard Farelo en ‘Toledo’ (Antena 3): Sin madera de héroe.
Personaje: Rodrigo
Que quede claro, este es un actor con tablas. O dicho de otro modo, es muy bueno. Ya lo sabíamos cuando hacía de padre de familia infiel y aterrado en ‘Hay alguien ahí’ (Cuatro) y viendo el primer capítulo de ‘Toledo’ se confirma. Pero el problema es que, de antemano, uno no se lo cree como el hombre en el que recae todo el peso de la serie. Es atractivo pero no carismático. Su personaje se supone que es una especie de Cid Campeador, el mismo que aterrorizaba a los moros con su sola presencia. Y porte, lo que se dice porte, Farelo no tiene. Posee una mirada intensa y desafiante pero no impone. No tiene un rostro reconocible, es… ‘blandito’. Ojo, démosle tiempo (si es que la serie dura), es más que posible que nos llegue a hacer creer que es el nuevo Bruce Willis (y no porque los dos sean calvos, que conste).
04. Juan José Ballesta en ‘Hispania’ (Antena3): Parla, provincia de Roma
Personaje: Paulo
Es muy guapo, con mucho carácter, es famoso y el fondo de pantalla favorito de las niñas españolas. Además, no es mal actor, eso sí, si no se sale del «¿Qué pasa, tron?». Da rabia, porque el chico es bueno pero es que nadie se cree a su Paulo, con ese acento barriobajero madrileño mientras mata romanos con el arco y la flecha. Ojo, Ballesta ha ido mejorando pero aún le queda mucho para que nos creamos que está en el S.II antes de Cristo y no de botellón con sus colegas. Es el típico ejemplo de buen profesional pero poco versátil.
03. Amaia Salamanca en ‘Gran Hotel’ (A3): El paraíso no es tan fácil
Personaje: Alicia
Toda esta lista se puede resumir con la siguiente frase. Señores productores, Amaia Salamanca no sirve para todo. Como Catalina en ‘Sin tetas no hay paraíso’ tenía un pase porque el personaje era endeble, moderno y sin gracia. Y no es que la Alicia de ‘Gran Hotel’ sea la Ofelia de Hamlet pero es que canta demasiado que la han fichado simplemente porque está de moda y es guapa. Le pasa un poco lo mismo que a Juanjo Ballesta, no sabe hacer época. Está fuera de lugar y sólo sabe poner dos caras, preciosas, pero sólo dos.
02. María Adánez en ‘Aquí no hay quien viva’: ¿La tía buena?
Personaje: Lucía
A María Adánez en ‘Aquí no hay quien viva’ le pasaba lo mismo que a Sarah Jessica Parker en ‘Sexo en Nueva York’. Nos hacían creer que eran dos tías buenas cuando no lo son (y a mucha honra). Perdón si es políticamente incorrecto pero el show business es así. Y que quede claro que la Adánez es muy muy guapa pero es que su Lucía en la serie de A3 se suponía que era el ‘pibón’ de clase alta con la que todos los hombres querían estar y, sinceramente, esas mechas y ese look a lo Chenoa pues nos alejaban un poco del concepto.
01. Ana Obregón en… todo lo que hace (excepto en ‘La Caja Deluxe’): Megalomanía
Personaje: Ana en ‘Ana y los siete’, por decir alguno.
Era inevitable que Ana Obregón liderase la lista. ¿Por qué tenemos que soportar los españoles que esta mujer tenga complejo de Peter Pan? Que sí, que es muy graciosa y ‘alocada’ pero no es actriz, aunque jure ante la Virgen del Rocío que lo es, y no tiene 20 años. Tras verla de bailarina erótica y de presidenta del gobierno en ‘Ellas y el sexo débil’, ¿Qué será los próximo? ¿Ser la niña de ‘El Barco’?
Y lo peor es que no se le puede echar la culpa a un director de casting porque ella se elige a sí misma. Y que nadie le lleve la contraria.