Una es una ‘princesa’ que nunca debió serlo y la otra una secundaria que intenta sacar tajada de su repentino éxito. Las dos están en sendas crisis personajes y con una imagen pública que nada en el fango. Pero eso sí, nadie deja de hablar de ellas. ¿Quién merece reinar en la TV? ¿La una, la otra, o ninguna de las dos?
Esta es la lucha de la visceralidad contra el raciocinio. Belén Esteban y Rosa Benito son originarias del mismo punto de partida: de la humildad al estrellato. Ambas aspiran a representar el modelo de mujer víctima de clase media baja que ha conseguido sobrevivir a las adversidades y que, de paso, se han forrado por el camino.
Pero las dos tienen perfiles muy dispares. Una, la Esteban, es el descontrol, la imprevisibilidad y la histeria: la otra, Benito, es la pasividad más agresiva, más controlada y absolutamente racional. Pero tras ellas se esconde una fábrica televisiva que nos la han vendido como productos de consumo rápido. Un canal, Telecinco, que tienta a sus personajes con promesas de gloria y dinero pero que, a cambio, les exprime, les encumbra y les deja caer hasta el límite siempre con el ánimo de rentabilizarlos. (No hace falta decir que aquí no hay víctimas, que el contrato es provechoso para todas las partes).
Y lo mejor del caso es que, al final, el que se lleva el gato al agua es ‘Sálvame’. El programa ha conseguido meterse en el inconsciente popular, en todas las clases sociales, con un mundo propio que ficciona los instintos más básicos, un universo que tiene a su rey, a su reina, a su princesa, a sus malos malísimos y cualquier arquetipo que se requiera.
Pero vayamos al meollo. Belén Esteban ha dejado la tele con el cartel de ‘juguete roto’ colgado a la espalda. Y Rosa Benito es acusada de tramposa, manipuladora y fría mientras firma cheques a costa de su (supuesta) crisis marital. Y como buen culebrón que es todo esto, ambas son amigas y ‘rivales’ por el reino de T5 ¿Es el fin de dos iconos televisivos o simple maniobra para ensalzar sus figuras? Hablemos claro de una vez: ¿Estas dos personas merecen estar donde están? Veamos sus cinco diferencias para comprobarlo.
HISTORIA PERSONAL Y CURRÍCULUM
Belén Esteban: lo suyo es la venganza de la Cenicienta. De ser una chica tímida de barrio bajo y sin muchas posibilidades de esplendor económico, la de San Blas se convirtió en la personificación del sueño español al ser elegida por un famoso torero que la sacó de pobre. Jesulín de Ubrique se la llevó a Ambiciones y, como manda la tradición, allí no vieron con buenos ojos a la recién llegada. La pareja tuvo una hija y tras muchos rumores y verdades a medias, a Belén la pusieron de patitas en la calle con su hijita en brazos. ¿Hay algo más empático que eso?
Y de muchacha puritana y calladita, la Esteban inició su vendetta particular con los platós de televisión como arma. Ella fue la que destapó toda una trama de infidelidades, luchas de poder y estafas dentro de la familia Janeiro. Cada cosa que decía era portada de los periódicos. La creíamos, era la víctima.
Pronto, tuvo su propio representante, que no fue otro que Amador Mohedano, marido de Rosa Benito. Su primer trabajo fue en el programa ‘Como la vida’ junto a Alicia Senovilla y poco después, firmó con la productora Cuarzo para colaborar en diferentes programas (‘Sabor a tí (A3) ‘El programa de Ana Rosa’ (T5) y ‘Dónde estás corazón'(A3)).
Pero tras romper con Mohedano -a quien le acusó de haberse quedado con un dinero que no le correspondía- la ex de Jesulín se alió con el conocido representante Toño Sanchís y la cosa se aceleró. Consigió un nuevo amor, Fran Álvarez, se casó con él y llegó su gran momento con ‘Sálvame’ (2009). Telecinco la bautizó como ‘Princesa del pueblo’ y su popularidad llegó a ser asfixiante (llegó a tener tanto poder en la cadena que cada vez que amenazaba con irse las acciones de T5 bajaban).
Pero tras años de explotar las dos grandes historias de su vida (la de madre coraje y luego la de sus continuas separaciones con el camarero) su estela se ha debilitado. Su última ruptura matrimonial, que llegó al divorcio, no tuvo la repercusión pública que se esperaba y en septiembre de 201, tras varios enfrentamientos con sus compañeros de programa, ha abandonado la televisión y se encuentra en tratamiento pisquiátrico, con vistas a una posible recuperación, personal y pública.
Rosa Benito: su historia es más simple. Se casó muy jovencita con el hermano y mánager de la cantante Rocío Jurado. Rosa, de origen también muy humilde, ejerció -eso dice ella- de abnegada esposa y madre mientras peinaba a la artista. Pero claro, estar al lado de ‘la más grande’ puede tener sus consecuencias. Benito, era la palmera decorativa de las fotos, la secundona con complejo de inferioridad.
Rocío murió y con ella los huevos de oro de los que comían toda su familia. Había que ponerse a trabajar por libre. Y fue sin el eclipse de Rocío Jurado cuando Rosa Benito despuntó. Tras varias colaboraciones puntuales en distintos programas de televisión y alguna que otra exclusiva, la mujer de Amador Mohedano se puso a trabajar en ‘Sálvame como colaboradora.
Al comienzo, era una mujer prudente y avergonzada por su incultura, que no hacía más que defender la memoria de su estirpe. Pero llegó ‘Supervivientes 2011’ y Rosa se definió como personaje. Ganó el reality gracias al discurso de ama de casa de mediana edad que reivindicaba su parcela de independencia y el cariño de un marido que poco caso le hacía. Ese era el perfil principal de espectadoras de T5, por lo que el público la adoró sin contemplaciones.
Pero en verano 2012 su imagen se vió comprometida. Primero por agredir a un invitado en directo (a un ex chófer de Rocío Jurado) y segundo por ser acusada en el programa de guionizar y gestionar su inminente divorcio. Se han ido desgranando cada una de sus mentiras pero hay que tener en cuenta que cada vez que ha salido en televisión, el share se ha disparado.
Resultado: ambas historias ya nos parecen aburridas. La de Belén Esteban es más jugosa, más dramática pero al mismo tiempo nos la conocemos tan al dedillo que no supone sorpresa alguna. Además, lleva tantos años en este negocio que debería tener más tablas que su ‘rival’. Por otro lado, la vida de Benito se está descubriendo ahora. Hay más lagunas que explotar en su historia. Es una mujer que ha aprendido rápido lo que es sentarse en un plató de televisión. Punto para la segunda.
PROFESIONALIDAD COMO COLABORADORAS
Belén Esteban: para abordar este apartado hay que preguntarse ¿Qué significa ser un buen tertuliano de ‘Sálvame’? ¿Significa que, como en cualquier programa del corazón, hay que dar informaciones y exclusivas y analizarlas como es debido? Pues no, porque para estar ahí, para dar audiencia, sólo necesitas tener trapos sucios y pelearte con el compañero. Para esta empresa, Belén es el animal perfecto. No habla de nadie más que no sea de sí misma pero es como un perro de presa al que sacan cada vez que quieren hacer picos de audiencia.
Como ya hemos apuntado, su problema es que su fuente de información, es decir, su vida, está secándose. Ya nadie se la toma en serio ni como madre coraje ni como víctima de nada. Eso sí, hoy por hoy, con lo mal que está, Belén Esteban vale más por su ausencia (no paran de hablar de su crepúsculo mediático) que por su presencia.
Rosa Benito: se meten mucho con ella y, como Belén, tampoco aporta informaciones relevantes. Ni siquiera su familia política le confía sus secretos (Ortega Cano ya ni le habla). Su presencia en ‘Sálvame’ sirve como saco de boxeo pero aporta poco, muy poco.
Resultado: por mucho que caiga mal, la Esteban es un animal mediático cuya presencia lo arrasa todo, mientras que Benito, con ese tono de voz blando y esa postura de Santa inocente, nos ayuda a dormir la siesta. Punto para Belén.
PERSONALIDAD
Belén Esteban: Ya lo hemos resaltado. Es un huracán. Viene a ser lo que se denomina una ‘choni’ del siglo pasado (ahora son más pechugonas y exuberantes, tipo ‘Mujeres y hombres y viceversa). Es violenta, maleducada e inflexible (al menos la imagen que nos da en televisión) pero también muy infantil, con un gran sentido del humor y con una inocencia que llega a enternecer.
Rosa Benito: nos aventurarnos a decir que bajo ese disfraz de misionera se esconde alguien muy racional, muy encorsetado. Desprende cierto tufillo de avaricia, de controlar cada uno de sus pasos para sacar beneficio. Está en todo su derecho de rentabilizar su vida aunque lo hace de manera tan poco natural que no termina de transmitir empatía.
Resultado: para bien o para mal, punto para Belén Esteban.
IMAGEN PÚBLICA Y TRATO CON LOS MEDIOS
Belén Esteban: mientras que en muchas encuestas se la encumbra como el personaje más antipático de España -por encima de Iñaki Urdangarín- por otro lado, me comentaba, no hace mucho, un conocido que se dedica al sector de la alimentación, que cuando la Esteban se decidió a promocionar la carne de conejo, las ventas de este animal se dispararon.
Belén Esteban es todo los que no nos gusta de nuestro país pero que en el fondo adoramos. Esa cara dura, ese echarse la manta a la cabeza y tirar para adelante, esa falta de formas, esa honestidad tan bruta. Es el ejemplo de que se puede ser rico sin tener preparación alguna y eso es algo que envidiamos y odiamos a la vez. Nos gusta reírnos de este estereotipo del español rancio y asilvestrado de la misma manera que vamos a ver las películas de ‘Torrente’.
El problema es que no es muy agradecida. Mientras que se pasa el día comercializando con su intimidad, se pone agresiva y borde cuando un periodista se acerca a su casa. Vale que la acosan pero, al menos, podría ser más diplomática. Por su bien.
Rosa Benito: Casi nunca se enfada. Es una mujer mucho más accesible, más amable con su público y con la prensa. Al menos de puertas para afuera. Su imagen pública, de momento, no está tan dañada como la de San Blas.
Resultado: Punto para la Benito.
FUTURO:
Belén Esteban: no nos engañemos: Belén Esteban no está muerta como personaje mediático. Lo que pasa es que ahora es más rentable fuera que dentro de un plató. Estará un tiempo fuera y, aproximadamente a finales de año, reaparecerá, pedirá disculpas, hará borrón y cuenta nueva, se calmará un poco y, en breve, le surgirá otro drama que la ponga en la primera fila. Y mientras, media España, fantaseará con su caída.
Rosa Benito: en cuanto se reconcilie con Amador Mohedano volverá a ser la colaboradora sosa que ha sido siempre.
Resultados: las dos durarán lo que dure ‘Sálvame’, pero cuando el programa acabe, Belén Esteban (si la salud se lo permite-tiene que cuidarse de su diabetes-) siempre será Belén Esteban, siempre habrá una revista que pague por lo que tenga que decir. Rosa, por su lado, lo tiene algo más crudo. Sin el respaldo de un programa como el del ‘cortijo’, dudamos que consiga ser siempre el centro de atención.