Angustia, miedo, taquicardias e incredulidad. Estas son algunas de las reacciones que el espectador tiene al ver ‘En tierra Hostil’, el nuevo formato de los creadores de ‘Encarcelados’ (laSexta), que Atresmedia tiene planeado estrenar la temporada que viene. Periodista Digital ha podido ver el primer episodio durante su presentación en el FestVal de Vitoria de 2014 y nos hemos quedado sin aliento.
‘Salvados’, ’21 días’, ‘Equipo de investigación’, ‘Conexión Samantha» y un largo etcétera; vienen a demostrar que los reportajes de investigación gozan de buena salud en nuestra televisión. A veces es por la personalidad del reportero (Jordi Évole, por ejemplo) o por cómo se narra, pero lo que está claro es que este tipo de programas responde a una necesidad de informarse de manera más entretenida de lo habitual.
Hace un año justo un año, en el FesTval de Vitoria de 2013, se presentó ‘Encarcelados’ una suerte de ‘Españoles por el mundo’ siniestra que recorría distintas cárceles internacionales e infrahumanas en las que un par de reporteros, Jalis de la Serna y Alejandra Andrade, se introducían para reflejar la realidad más claustrofóbica y dura.
‘Encarcelados’ fue un éxito en laSexta y un año después, el mismo equipo nos ha traído al FestVal de Vitoria, ‘En Tierra Hostil’, una serie de reportajes aún sin cadena confirmada (la intención es que, al final, se emita en el prime-time de Antena3) que tiene como objetivo esta vez con el objetivo de hacer llegar al espectador situaciones conflictivas y realidades desconocidas que pasan a kilómetros de distancia y que no se suelen ver en televisión.
Los reportajes ocurren en algunos de los países más violentos del mundo como Marruecos, Venezuela o Ucrania y todo ello a través de 30 españoles que viven en ambientes de peligro.
Antes de la rueda de prensa vimos el primer episodio dedicado a uno de los lugares más conflictivos del mundo: El Congo. Allí, Jalis de la Serna intenta retratar la explotación del mineral coltán, metal necesario para realizar aparatos tecnológicos. El resultado es sobrecogedor.
Planteado como una road-movie, el programa tiene un estilo más marcadamente narrativo que ‘Encarcelados’. Las imágenes no hablan por sí solas, se apoyan de una voz de off y una banda sonora que crean ambiente y provocan todo tipo de sobresaltos. ¿Es lícito hacer esto cuando se habla de ciertos temas? ¿Hablamos de demagogia? pero no lo creo. Es una manera muy efectiva de transmitir un mensaje. Y es, al final se transmite y el resultado va más allá del shock inicial. Sólo puedo decir que tras el visionado, me he sentido culpable de tener móvil.
Durante sus 70 minutos hemos visto todo tipo de vejaciones y peligros; violaciones continuadas de los derechos humanos, accidentes, chantajes, personajes sin escrúpulos y terror, mucho terror.
La única pena es que cuando se estrene (espero que se haga en A3 y no en laSexta) es que uno lo tenga que ver con anuncio. Este es un producto que hay que ver del tirón, sin cortes que nos sirvan de excusa para no seguir siendo testigos de algo tan incómodo. Sí, es duro lo que se cuenta pero entretiene de lo lindo; esta es la mejor forma de hacer llegar un mensaje.
Durante la rueda de prensa, la directora Luz Aldama aseguró cosas tales como:
Estamos obsesionados en contarle algo a la gente y nos preocupamos por el español que está allí, que parece muy lejano pero está más cerca de lo que imaginamos. Así queremos atrapar al espectador. Cada episodio no tiene nada que ver con el otro. No tiene nada que ver lo que ocurre en México con lo que vemos en otro programa del Congo. Proponemos un viaje al espectador.
Es una peripecia vital, una odisea que retrata lo que está sucediendo en el mundo. Es un trabajo periodístico excepcional. Quiero resaltar el trabajo de los productores de contenidos, pero también el de los realizadores y los editores que son los que crean la atmósfera, los que muestran lo que vive el equipo en esa tierra hostil.
La reportera Alejandra Andrade quiso puntualizar que:
Además, aquí la grabación no acaba nunca como en otros programas, que después te vas al hotel. No parábamos, siempre teníamos que contar historias, aunque la gente tiene miedo a hablar y había lugares en los que no gustaba que grabaran.