El 19 de octubre de 2017, ‘El Hormiguero’ sufrió un auténtico cambio de roles y el presentador, Pablo Motos pasó a ser el entrevistado y confesó una parte oscura y desconocida en los años que lleva conduciendo el programa de Antena3.
Como presentador, Pablo Motos es un egocéntrico. Siempre quiere ser el protagonista y eclipsar a sus invitados.
Es por ello que el 19 de octubre de 2017, no pudo sorprendernos que el entrevistado en ‘El Hormiguero’ fuera… él mismo. Sintiéndolo mucho, esto es pasarse.
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El dúo cómico ‘Los Morancos’ se hizo con el control del programa (quisieron hacernos creer que Pablo Motos no sabía nada pero es difícil de creer). Los hermanos Cadaval arrebataron las tarjetas a Pablo Motos y éste (en su salsa), hizo las veces de invitado.
El programa en sí, más allá de si Motos merecía una entrevista o no, fue mediocre, pobre y aburrido, lo que provocó la ira (otra vez) de muchos usuarios de Twitter:
Los Morancos no tienen gracia y Pablo Motos como «invitado» es de lo peor que ha pasado en El Hormiguero. Sin interés. #MorancosEH
— Pendejux (@pendejux) 19 de octubre de 2017
#MorancosEH. Que programa mas original que el presentador lleva a famosos para que le entrevisten y para contar sus insufribles anécdotas
— Pepeagua Rodriguez (@PpH2O) 19 de octubre de 2017
¿Hay algo peor que Pablo Motos entrevistando a los Morancos?
Sí, los Morancos entrevistando a Pablo Motos.#MorancosEH— Mixer (@almohadillamola) 19 de octubre de 2017
Y de esta manera, Motos se dedicó a hacer lo que más le gusta: hablar de sí mismo. En primer lugar recordó el peluquín que su padre se ponía «los domingos» y como un día, en el aeropuerto, la peluca salió volando.
Tras esta anécdota, Motos narró un episodio oscuro de su vida, aquel en el que fue amenazado. El presentador, tras saber que unos ultraderechistas habían agredido a un joven en la puerta de una discoteca, cargó contra ellos en antena, lo que provocó que le acosaran.
Me rajaban las ruedas del coche. Compré spray de pimienta para mi mujer e hijas y un amigo me dio uno ilegal. Lo malo es que le faltaba el pitorrito y me rocié los ojos. Mi mujer me echó a patadas y cerró el balcón. Y ya nos fuimos a urgencias.