Si llegar a la cima republicana fue una increíble y desafiante hazaña, eso le parecerá como una suave brisa al magnate

Cómo sería un duelo entre Trump y Clinton por la presidencia

Hillary, a pesar de su derrota en Indiana, tendrá que prepararse para un oponente republicano muy poco convencional

Cómo sería un duelo entre Trump y Clinton por la presidencia
Clinton y Trump PD

Desde la perspectiva republicana, las elecciones primarias en el estado de Indiana, este martes, demostraron ser explosivas en la retórica y definitivas en los resultados.

Donald Trump insinuó que el padre de Ted Cruz estuvo vinculado al asesinato de John F. Kennedy.

Salvo una monumental sorpresa, todo indica que la demócrata Hillary Clinton enfentará al republicano Donald Trump en la carrera por la Casa Blanca.

Cruz, a su turno, tildó a Trump de inmoral, mentiroso patológico y mujeriego empedernido. Todo eso sucedió antes del mediodía.

Pero, ahora que se ha despejado el ambiente y los votos han sido contados, Trump ha derrotado a su más obstinado rival y podrá enfocar sus planes hacia la convención republicana y la campaña presidencial de finales de año.

Este resultado también resultó ser significativo para los demócratas.

Hillary Clinton, a pesar de su derrota en Indiana, tendrá que prepararse para un oponente republicano muy poco convencional.

El muro de concreto de Trump

La semana pasada, Trump anunció que se consideraba nominado republicano. En ese entonces, pudo haber sido algo presumido. Ahora casi es un hecho.

Trump goza de fuerte apoyo a pesar de las críticas en las medios y los ataques de sus rivales.

Pero si llegar a la cima republicana fue una increíble y desafiante hazaña, eso le parecerá como una suave brisa en comparación a lo que será ganar una elección general contra una resuelta rival demócrata.
Un nominado republicano de por sí ya enfrenta considerables vientos en contra durante la campaña presidencial.

Los demócratas tienen más estados que se inclinan a su favor que los republicanos.

A eso hay que añadirle los índices negativos sin precedentes que Trump registra entre votantes hispanos y mujeres, y ese sesgo electoral se ve como un muro de concreto.

Estados como Florida representan un gran desafío. Nevada, Colorado y Virginia son estados indecisos que serán difíciles de conquistar.

También está el tema del dinero. Trump es multimillonario, pero no es tan rico como para financiar la empresa de casi mil millones de dólares en que se ha convertido la campaña presidencial moderna de EE.UU.

Acumular esa cantidad de efectivo requiere una muy bien desarrollada red de donantes, algo con lo que Trump no cuenta en este momento.

¿Podrá lograrlo? Posiblemente. Pero va a tener que depender mucho de la infraestructura del Partido Republicano.

Y, hablando del Partido Republicano, aunque algunas de las tradicionales figuras han empezado a cambiar de opinión -incluyendo el presidente del partido, Reince Priebus- la masa de opositores a Trump no van a desaparecer de repente.

Las próximas semanas y meses serán la hora de la verdad para los acérrimos conservadores que ven la nominación de Trump como una adquisición hostil.

¿Se quedarán en casa? ¿Votarán por Hillary Clinton?

Sumas y restas

Trump ha demostrado la habilidad de conectar con los estadounidenses que normalmente no se inclinan hacia los republicanos, como la clase trabajadora y los que están bajo presión económica.

La duda es si esas ganancias podrán contrarrestar la pérdida de apoyo dentro de las filas republicanas y lo que podría ser una masiva participación de otros sectores del Partido Demócrata.

La campaña de Clinton ya empezó a atacar a Trump por su personalidad impetuosa, incluyendo sus tuits de medianoche.

Tratarán de pintar la imagen de un peligroso y errático inquilino para la Casa Blanca.

«A lo largo de esta campaña, Donald Trump ha demostrado que él es demasiado divisivo y no posee el temperamento para liderar nuestra nación ni el mundo libre», escribió en un comunicado, este martes, John Podesta, asistente de campaña de Clinton.

«Con tanto en juego, Donald Trump es simplemente un riesgo demasiado grande».

Esas serán declaraciones que se repetirán una y otra vez.

Clinton sin estrategias

Es tal vez extraño hablar de las posibilidades de triunfo de Clinton en las elecciones generales cuando acaba de perder las primarias de Indiana pero lo que cuenta es la suma de delegados.

Sólo le falta ganar un tercio de los delegados demócratas que faltan para asegurar la nominación.

A pesar de no haber confirmado completamente su nominación por el Partido Demócrata, Hillary Clinton ya hace campaña para las elecciones generales.

Es el premio que la eludió en 2008 y ahora está casi a la mano. Pero, si ha estado soñando con ser la abanderada de los demócratas durante los últimos ocho años, nunca se hubiera imaginado la naturaleza del oponente que enfrentaría.

Trump va a ser un adversario impredecible para la exsecretaria de Estado.

Así como lo demostró en las primarias republicanas, no habrá tema que Trump no aborde y ninguna línea de ataque que no utilice.

«Su pasado es realmente lo que vale, no lo que planea hacer en el futuro», declaró Trump al diario The Washington Post el martes.

«Su pasado está lleno de problemas, para hablar sin rodeos».

Un día antes de esos comentarios, Trump había almorzado con Edward Klein, un periodista que ha hecho carrera escribiendo libros incendiarios sobre los Clinton y su ocasional pasado cuestionable. Es muy probable que Trump haya tomado notas.

El efecto Sanders

También está el factor Sanders. El senador de Vermont ha presentado un inesperado desafío a Clinton.

Bernie Sanders continúa atrayendo adeptos.

Sus críticas al apoyo que Clinton ha dado a los tratados de libre comercio y sus vínculos con la clase dirigente política la han hecho vulnerable.

¿Se quedarán los adeptos a Sanders en casa o votarán por un tercer partido? ¿Se pasarían sus simpatizantes de clase trabajadora de los estados industriales a apoyar a Trump?

El posible candidato republicano pareció estar probando sus líneas de ataque en su discurso de victoria en Indiana, el martes en la noche.

Abordó el apoyo de Clinton a las regulaciones de carbono que han generado desempleo en estados como Pensilvania y Ohio.

Mencionó que Bill Clinton respaldó en Tratado de Libre Comercio de América Norte (TLCAN), que llamó «el peor acuerdo comercial jamás».

Si Trump puede lograr enganchar esos estados del Medio Oeste de EE.UU., ese muro de concreto mencionado anteriormente podría no ser tan imponente, después de todo.

No hay un libro de estrategias de cómo puede una demócrata hacer campaña contra un republicano como Trump.

En algunos ámbitos, como con la migración, él estará posicionado a la derecha de Clinton.

En otras áreas, como en política y comercio exterior, podría atacarla desde la izquierda.

¿Podrían ser el aborto y la red de seguridad social temas cruciales? Tal vez no, contra un hombre que defendió Planeación Familiar y el Seguro Social durante los debates republicanos.

Enfrentarse a Trump requerirá de una campaña y una candidata ágil y creativa. Esos no siempre ha sido el fuerte de una instintivamente controlada y cautelosa Clinton.

Uno sabe que los fuegos artificiales han llegado a su final cuando los cohetes empiezan a estallar al mismo tiempo.

Si la temporada de las primarias ha sido un largo programa artístico de pirotecnia, entonces Indiana demostró ser una gran broche de oro, por lo menos para los republicanos.

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