El detenido, con antecedentes violentos, ha pasado a disposición judicial

‘Z’, el chaval marroquí de 17 años que mató a sus amigos quemando un sofá porque no le dejaban entrar en la cueva

'Z', el chaval marroquí de 17 años que mató a sus amigos quemando un sofá porque no le dejaban entrar en la cueva
'Z', presunto autor del incendio, Alejandro y Naima y Cintia y Alejandro, los tres fallecidos en la cueva. EE

Estremece. Un chaval cabreado, prpoenso a la violencia, que se cabrea porque sus amigos pasan de él y decide castigarlos. Y de forma brutal.

Un joven de 21 años, Alejandro P. y dos chicas menores de edad, Naima y Cintia de 12 y 14 años, murieron este lunes 3 de abril de 2017 atrapados por el fuego en el interior de una cueva de la zona de La Molineta de Almería, en un incendio provocado por un grupo de menores,en concreto por uno cuyo nombtre empieza por ‘Z’, que tiene 17 años y ya ha sido detenido.

El sirio, como apodaban a Alejandro, era novio de Cintia desde hace un par de meses. Cuando vio que las llamas y el humo se habían extendido por aquella gruta, se abrazó a las dos niñas hasta fallecer.

La Policía encontró juntos los tres cadáveres después de que los Bomberos extinguieran el fuego originado por Z., de 17 años y quien, según los chicos y chicas que merodean el lugar del suceso, es originario de Marruecos.

Aunque en un principio los agentes detuvieron a otros dos chavales también marroquíes, este menor es el único que permanece arrestado. Comparece este 5 de abril ante la Fiscalía de Menores.

LA SECUENCIA PERVERSA

Al filo de las ocho de la tarde del pasado lunes, el marroquí ‘Z’ habría prendido fuego a un sofá y obstaculizado la entrada de la cueva con chapas metálicas para impedir que los chicos que se encontraban en el interior pudieran escapar, tal y como detallan en ‘El Español’.

Posteriormente, al ver lo que ocurría, intentó apagarlo, pero era ya demasiado tarde.

En poco tiempo, la cueva, horadada en una zona de roca caliza, se convirtió en un horno que provocó la muerte de los tres, cuyos cuerpos fueron rescatados calcinados por los bomberos de la capital.

En el interior de la caverna, de unos tres metros de profundidad, también había muebles y una cama, que pudieron ayudar a que las llamas se extendieran.

Alejandro, un chaval muy conocido en el barrio de Los Ángeles, había acudido con su novia y una amiga de ésta a pasar un rato en la cueva, como suelen hacer grupos de jóvenes de esta zona norte de Almería, situada muy cerca de la salida a la Autovía del Mediterráneo.

Se trata de un monte rocoso y cubierto de vegetación de difícil acceso, utilizado por los jóvenes para beber litronas de cerveza, hacer botellón o fumar porros con tranquilidad, aunque para acceder al lugar durante la noche tengan que utilizar las linternas de sus móviles, puesto que se encuentra a más de 500 metros de las primeras casas del barrio.

Los allegados de las víctimas y vecinos coinciden en que no se conocía entre ellos una enemistad grave. También que el grupo estaba siendo investigado, porque los menores son muy conflictivos y conocidos en el barrio porque «están metidos en todo tipo de líos».

Las dos chicas fallecidas estudiaban en institutos del barrio.

Algunos testigos afirman que cuando llegaron las emergencias del 061 aún se escuchaban las voces de las víctimas desde dentro, pero no tardaron en silenciarse. Para los bomberos fue imposible entrar en la cueva debido a las altísimas temperaturas y a las enormes llamas «de unos tres o cuatro metros» que salían de la cavidad, según cuentan las mismas fuentes.

Los tres cuerpos fueron encontrados completamente calcinados, agazapados los unos contra los otros. Aún se desconocen las causas de la muerte, pero se cree que murieron asfixiados por la enorme cantidad de humo provocada por la quema de la gran cantidad de desperdicios amontonados en la cueva.

Tras el incendio, y mientras los cuerpos eran rescatados, familiares de las víctimas se congregaron en una pequeña explanada junto a la cueva. Algunos no dudaron en señalar al ahora detenido como el autor de los hechos, e incluso aseguraron que «no era la primera vez» que hacía algo similar.

El detenido fue visto corriendo, escapando del lugar, junto a otros cuatro o cinco menores, por un vecino que había sacado a pasear a su perro, por lo que fue arrestado poco después.

Los vecinos del barrio comentan que esta cueva ha sido incendiada en el pasado en varias ocasiones, sobre todo cuando era habitada por un hombre de nacionalidad rumana, que tuvo que abandonarla precisamente por esto. De ahí a que en su interior aún hubiese algunos muebles que él había llevado.