Así se fabrica una beca al estilo colega de Podemos

‘Becas Errejón’: 1,7 millones para estudiar la bicicleta

Si la investigación académica no persigue un fin científico sino económico es muy fácil burlar los controles de calidad

'Becas Errejón': 1,7 millones para estudiar la bicicleta
Pablo Iglesias con Iñigo Errejón. PD

El vehículo a pedales es la «estrella» en la convocatoria de estudios que subvenciona la consejera de IU, Elena Cortés

Desde Madrid, y enfrascado en su intenso activismo en la dirección de Podemos, resultaba complicado que el profesor Íñigo Errejón pudiera dedicarse a contar viviendas vacías en Andalucía.

Menos, dedicándole 40 horas semanales, como obligaba el polémico contrato de la Universidad de Málaga que le hizo su «jefe», el economista -también de Podemos- Alberto Montero.

Como explicaba F. del Valle en ABC el pasado 1 de diciembre de 2014, el revuelo generado por la contratación de Errejón, al que la Universidad de Málaga le ha abierto un expediente informativo, pone la lupa sobre los 23 millones de euros que la Consejería de Fomento y Vivienda, en manos de Elena Cortés (IU), destina a través de fondos europeos a proyectos de investigación en las universidades andaluzas.

El proyecto de Alberto Montero y Errejón, dotado con 284.604 euros y titulado «La vivienda en Andalucía. Diagnóstico, análisis y propuestas de políticas públicas para la desmercantilización de la vivienda», se enmarca en la convocatoria de proyectos 2013-2014.

Once millones de euros esparcidos por diferentes departamentos de los centros universitarios en los que, en general, se apuesta por proyectos muy del cuño de las políticas «fetiche» de la consejera comunista.

Términos como la «no ciudad», «movilidad sostenible», «democracia radical» o «soberanía alimentaria del barrio» trufan los títulos y las memorias -por lo general bastante escuetas, con una media de unos seis folios- con que se presentan los trabajos en ejecución.

En el listado de proyectos admitidos hay investigaciones sobre dragados en puertos, normas sísmicas, eficiencia energética, iluminación inteligente en carreteras y otra que propone llenar de hosteles los centros históricos de las ciudades.

Pero si hay una estrella, ésta es sin duda la bicicleta. Una «sostenible» determinación coherente con las políticas de IU en la Junta, que destina en torno a un tercio de su exiguo presupuesto -la mitad de lo que consigna el Gobierno central en infraestructuras andaluzas- a carriles bici.

Así, en esta última convocatoria de proyectos de I+D+I se asignan 1,7 millones de euros a investigar el transporte de pedales.

Cifra que se amplía hasta los dos millones en el global de inversión de estudios subvencionados, según ha presumido la propia Cortés en algunas comparecencias públicas.

Los proyectos aprobados con relación a la bici los realizan la Universidad de Sevilla (tres), la Pablo de Olavide (dos) y otro la de Cádiz y la de Córdoba.

El que recibe una mayor dotación, cifrada en 436.568 euros, es uno que persigue «la creación de una plataforma de información sobre vías verdes de Andalucía», a cargo de la Universidad de Sevilla.

Le sigue otro, de la Pablo de Olavide, titulado «Movilidad sostenible en Andalucía. Prácticas y Discursos en el Uso de la Bicicleta», que propone, según su memoria, la «relación de discursos sociales en función de diferentes posiciones sociales en Andalucía sobre el transporte sostenible y el ciclismo urbano».

Se lleva 358.841 euros.

Y LA UNIVERSIDAD A DOS VELAS

Las universidades, por los recortes y la crisis, tienen muy poco dinero para proyectos de investigación, casi todo se destina a las nóminas de sus empleados.

Sobre el asunto y becas como la de Errejon, el periodista Romualdo Maestre entrevista para ‘ABC‘ a varios profesores:

«Actualmente hay tales mecanismos de control y justificación de los gastos, que incluso esta carga administrativa desincentiva para desarrollar trabajos. Si viene un ponente desde fuera, por ejemplo, no se pueden pasar gastos de comida superiores a los 20 euros o un simple comprobante del taxi desde el aeropuerto no es válido, tiene que adjuntarse una factura».

Entonces, hay que buscar la financiación fuera.

«El problema se presenta a la hora de orientar el trabajo de investigación; o es por un asunto académico o meramente económico. Si es el primer supuesto tienes que buscar una investigación seria, que puntúe para tu curriculum académico, los realizados en tu propia universidad o no lo hacen o es muy baja».

Para no ser menos que los demás, la propia Junta de Andalucía tiene también su agencia de evaluación: la Agencia Andaluza del Conocimiento, que en su página web ya viene de antemano con un código ético, en español e inglés.

«El problema está en que cualquier organismo público puede convocar sus becas y ayudas y además los mecanismos de control. Exigir la certificación de estas agencias, que cobran y son independientes, o designar ellos mismos un comité de expertos que evalúe al candidato. Es lo que ha pasado con la beca Errejón, que la propia Consejería de Fomento de la Junta de Andalucía, en manos de IU, ha fabricado una beca a medida del candidato, que por cierto fue único, no se presentó nadie más».

Ese es otro de los caballos de batalla de estas becas, la publicidad, libre concurrencia y competitividad, brillan por su ausencia.

«Desde colgar la convocatoria en internet y darle publicidad internacional a hacerlo en un tablón de anuncios de la Facultad un viernes por la tarde una semana antes de que expire el plazo, hay una gran diferencia».

«Basta leer el nombre del proyecto financiado y quién lo hace para hacerse una idea de lo que hay detrás. Generalidades, objetivos de investigación vagos, o propuestas tan anodinas como «La vivienda en Andalucía. Diagnóstico, análisis y propuestas de políticas públicas para la desmercantilización de la vivienda» (la beca del profesor Alberto Montero que «ganó» Errejón), lo dice todo».

A partir de que el vicerrectorado o el rectorado de la Universidad en cuestión, da el visto bueno, ya se puede decir que el proyecto está aprobado.

«Estos organismos se limitan a comprobar los requisitos técnicos de los investigadores, si tienen los estudios, notas, trabajos, doctorados, etc que se les pide. No evalúa la idoneidad, ni actualidad, ni mucho menos la altura intelectual de la investigación, no es su cometido».

«Además, pasado este filtro, ya es muy difícil controlar este tipo de becas. Los resultados no se someten a examen ni puntúan. El informe final puede tener tres o dos mil quinientos folios. No importa. Se puede puede dar el caso de que tenga tres magníficas páginas de conclusiones o un libraco de corta y pega. O a la inversa, que sería lo lógico. Lo más probable es que los resultados no se comprueben o evalúen a no ser que salte el escándalo como el de Errejón».

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