Sube la temperatura en el ruedo político andaluz a medida que se acercan las elecciones autonómicas. Las últimas encuestas vaticinan una victoria del PSOE por la mínima, circunstancia en la que Susana Díaz dependería de otras fuerzas para conservar el poder.
En ese horizonte aparece Podemos como el partido con el que los socialistas deberán entenderse si quieren seguir en San Telmo. Ya sea mediante un pacto de gobierno o por la abstención del nuevo partido en la sesión de investidura en el parlamento.
Mientras se cuecen a fuego lento los pactos bajo la mesa antes del recrudecimiento de los ataques entre las distintas fuerzas en la campaña electoral, la corrupción sigue emergiendo en Andalucía.
El penúltimo episodio -ayer detuvieron a decenas de políticos, funcionarios y sindicalistas relacionadas con el fraude de los cursos de Formación entre 2007 y 2013- ha vuelto a demostrar que Moreno Bonilla no usará ningún escándalo como munición para hacer campaña electoral contra Susana Díaz.
El líder del PP andaluz dedicó estas palabras sobre el rosario de detenciones: «No es de recibo que el calendario electoral distorsione las decisiones judiciales».
Como adelantó el pasado 30 de enero Periodista Digital, la campaña del PP andaluz será «en positivo», es decir, sin poner en el centro del debate las numerosas corruptelas que salpican a la Junta de Andalucía.
Ni el caso ERE ni el de los cursos de formación formarán parte del núcleo del discurso con el que los populares pretenden desalojar a los socialistas del palacio de San Telmo, lugar del que no se mueven desde 1982.
Moreno presume de ser el único partido que garantiza la estabilidad
Esta decisión sigue la línea establecida por el PP en la campaña de las pasadas elecciones europeas de mayo de 2014.
Entonces Génova obvió la corrupción socialista como elemento vertebrador de una campaña en la que Arias Cañete y Elena Valenciano dedicaron más tiempo a hablar del machismo que de cualquier otro asunto.
Hay que recordar que el gobierno andaluz pidió una rectificación inmediata al Gobierno de la nación al entender que se trataba de una operación política del PP al salir a la luz justo antes de las elecciones europeas.
Claro que la otra posible explicación de que Moreno no atice a Díaz con la corrupción puede responder a que las detenciones de ayer -en total serán un centenar- para perseguir a las empresas que organizaron falsamente los cursos de formación, no solo hay cargos políticos del PSOE sino también del PP.
Moreno Bonilla entiende que insistir con la corrupción no es el camino con el que espera obtener sus mayores réditos electorales. Por eso su obsesión es proyectar al PP como un partido que representa «la estabilidad en la región», es decir, el único que garantiza de verdad la recuperación económica.
Ese mensaje es el mismo que el Gobierno de Rajoy repite cada vez que aparecen cifras económicas favorables y, en realidad, el único al que se agarra de verdad todo el PP.
Enfrente Juanma Moreno tendrá que vérselas con PSOE, IU y Podemos, que pugnarán con dureza por imponerse en la izquierda. Para ello el líder popular juega la baza del miedo apuntando a que, llegado el momento, los socialistas no tendrían problema alguno en echarse en los brazos de Podemos para gobernar en la región. La fórmula, pacto de gobierno o que Podemos les deje gobernar en solitario, dependerá de las circunstancias.
Mantenerse en el poder a cualquier precio
Esta semana la candidata ya oficial de Podemos, Teresa Rodríguez, desveló a un grupo de periodistas que si los pronósticos se cumplen y el PSOE es el partido más votado, ella se abstendría en la sesión de investidura para que Díaz gobierne en solitario.
Nada de obstáculos. E incluso no descarta un gobierno de coalición siempre y cuando los socialistas diesen «un giro de 180 grados». Seguramente no haga falta tal giro en las filas socialistas en tanto que la estrategia dictada por la cúpula de Podemos es la de llegar al poder cuanto antes.
Susana Díaz no ha ido tan lejos, pero sí ha asegurado que no pactará con PP ni Podemos, algo de lo que no se fía Moreno Bonilla, que reprocha a Díaz que aún no le haya respondido a tres preguntas: si va a respetar la lista más votada en las elecciones; si va a aguantar toda la legislatura, gane o pierda, en el Parlamento andaluz, y si va a pactar «a cualquier precio para mantenerse en el poder y va a abrir la puerta de las instituciones a Podemos, como parece que todo indica».
Mientras Susana da por seguro que no le hará falta pactar con nadie, el mensaje que se lanza desde su partido no es tan contundente. El secretario de organización del PSOE-A, Juan Cornejo, sostiene que no cierran la puerta a nadie.
Un doble mensaje que siembra las dudas en sus votantes y que no hace sino avivar la sensación de que Díaz afronta los comicios como un trampolín hacia las primaras que el PSOE celebrará este verano para elegir al candidato a las elecciones generales de final de año.
Si la presidenta andaluza obtiene la victoria en su comunidad se presentará a esas primarias con un aval que ninguno de sus oponentes -de momento Pedro Sánchez es el único que ha anunciado su intención de ser candidato- podrá superar: ser la primera en derrotar a PP y Podemos.