Si has oído hablar del chi running pero no tienes claro en qué consiste y si puede servirte para algo, tranquilo, a continuación tienes las claves para entender esta forma de correr.
El ser humano ha corrido desde el principio de los tiempos. Corríamos detrás del mamut en la prehistoria y corríamos hace 2500 años para llevar noticias desde una ciudad a otra en tiempos de guerra. Corremos cuando somos niños y corren los integrantes de tribus indígenas usando sus piernas como único medio de transporte durante interminables distancias.
Sin embargo, corremos de adultos y aparecen lesiones. Corremos y se nos cargan las piernas, corremos y nos cansamos. ¿Qué ha pasado? El problema es que se nos ha olvidado correr. O mejor dicho, el calzado que utilizamos nos ha hecho modificar nuestra técnica de carrera y adoptar posturas al correr que perjudican a nuestras articulaciones y músculos, sobrecargándolos. Una de estas modificaciones es el llamado taloneo, que consiste en caer con el talón, lo que puede provocar lesiones en el talón de Aquiles, los isquiotibiales y la espalda.
¿Qué propone el chi running?
El chi running nos propone que recuperemos una forma más natural de correr, como la que teníamos cuando éramos niños, y que armonicemos nuestro cuerpo y nuestra mente para que correr se convierta en una experiencia muy placentera. Esta técnica fue inventada hacia 1999 por Danny Dreyer y está basada en el Tai chi. El Tai chi – un arte marcial chino que consiste en estimular la circulación de energía (el chi) a través de nuestro cuerpo, alcanzando un equilibrio entre cuerpo y mente-.
Mediante esta técnica de carrera aprendes a correr de una forma natural y sin esfuerzo, corrigiendo movimientos y evitando lesiones. De esta forma, puedes correr distancias más largas y más rápido -¡y durante más años!-, ya que la postura corporal que adoptas te hace aprovechar mejor la energía de la carrera.
¿Cuáles son sus principios básicos?
Sé consciente de tu cuerpo y escúchalo. La base del chi running es la integración del cuerpo y la mente. Es decir, tu mente, mientras corres, debe estar enfocada en tu cuerpo, de modo que seas más consciente de tus movimientos.
- Relaja tu cuerpo. Es normal que tensemos ciertos músculos de nuestro cuerpo al correr, como el cuello o los hombros. Sin embargo, éstos deben mantenerse relajados. Ser consciente de tu cuerpo te ayudará a relajar las zonas de tensión.
- Mantén una postura y una alineación correctas. Cuando estamos en posición erguida, nuestras articulaciones están alineadas y es nuestro esqueleto el que soporta nuestro peso. Al correr, debemos mantener esta alineación, ya que si nos doblamos o encojemos, nuestro cuerpo deja de estar alineado y serán nuestras piernas -músculos y articulaciones- las que soporten el peso, lo que puede derivar en lesiones.
- Mantén el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante. Pero ojo, esta inclinación debe venir desde los tobillos, no de la columna o la cintura, que debe mantenerse recta. Dicha inclinación hará que aprovechemos la fuerza de la gravedad para impulsarnos hacia adelante, librando a las piernas de un sobreesfuerzo, y que el punto de apoyo de nuestros pies al caer esté bajo nuestro centro de gravedad, no por delante.
- Aterriza con el antepié, no con el talón. Es decir, evitar lo que hemos llamado taloneo, y el punto de impacto con el suelo debe estar bajo nuestro cuerpo.
- Involucra tu zona abdominal cuando corras. La carrera no es un ejercicio en el que sólo se mueven las piernas, todo tu cuerpo debe fluir como un todo, y el centro de donde nace esa energía es tu zona abdominal.
Comienza despacio, descansa si lo necesitas y disfruta del paisaje y la compañía. Como dijimos al principio, la clave para ser un corredor constante está en convertir la carrera en una experiencia placentera.