SOCIEDAD

La masa borreguil de ’50 sombras de Grey’ se enfría

El deseo de pertenencia al clan, ser cool y una brutal campaña de márketing, entre las claves del éxito de la película

La masa borreguil de '50 sombras de Grey' se enfría
Escena de 50 sombras de Grey.

Las batas de Dakota Johnson han aumentado sus ventas en España un 400%

«Ni he leído un párrafo de Sombras de Grey ni he visto la película y tampoco tengo intención de hacerlo, como muchos otros de mis conocidos». Esta declaración bien pudiera ser dicha por cualquiera de los 40 millones de españoles que no han visto el film.

B GLAM ha hablado con expertos en márketing, literatura y ha recorrido los miles de foros de las plataformas de cine que han surgido a raíz del devorador fenómeno. Y la conclusión, que desarrollamos a continuación, es clara: España está volviendo al pasado. Cuatro nalgas han revolucionado a las masas. Algo así como lo que pasó durante la época del destape que atrajo a miles y miles de españoles. Pero este fenómeno sorprende aún más hoy, porque antaño, podría entenderse esa explosión por el limitado, escaso o inexistente acceso a contenido erótico. Sin embargo, en la era digital, con un internet humeante de erotismo, sexo fácil y en todas sus versiones, masoquismo incluido deja perplejo.

Pero es que además, si nos ponemos a analizar la cinta de la británica Sam Taylor-Johnson, el film no hay por donde cogerlo. Sus protagonistas son dos productos tan artificiales como inexistentes en la vida real.


La directora del film, Sam Taylor Johson. FIRMA: Universal Pictures.

Cabe preguntarse, entonces, ¿dónde radica el éxito? Pepe Álvarez de las Asturias, experto en marketing nos aporta claridad. A su juicio, 50 sombras de Grey es una historia que surgió de la nada -concretamente de una fanfiction de la saga Crepúsculo, escrita por la propia E.L. James sin mayor intención; y sin editorial, siquiera- que de la noche a la mañana se convirtió en un auténtico fenómeno de masas. Y, como tantas otras antes, sin explicación aparente.

Primero fue el éxito y el marketing no ha hecho más que aprovecharse de él y ayudar a amplificarlo. Porque alrededor de la trilogía de E.L. James se ha creado un mercado, que no es nuevo, pero que sí ha salido a la luz desde las profundidades oscuras en las que antes estaba: espacios convertidos en mazmorras sado-maso para las nuevas fans del bondage y del fetish; jugueterías sexuales invadidas por amas de casa; lencería de cuero, fustas, látex o metal antes sólo reservadas a ‘profesionales’.

Muchas de estas tiendas están haciendo su particular y tórrido agosto gracias a estas 50 sombras de Grey, que les ha llevado un público totalmente nuevo y pudiente, mujeres y hombres, que adquieren con fruición lencería o ropa íntima. O prendas que aparecen en la película -el product placement funciona-, como las batas de Dakota Johnson, que han aumentado sus ventas en España un 400%.


Con la película se han disparado las ventas de juguetes sexuales.

Si 50 sombras de Grey es un magnífico reclamo para vender, las marcas lo están aprovechando. Pero hay formas y formas de ingenio para hacerlo. Un ejemplo de ello es el divertido corto 50 sombras de Pink, protagonizado por la mismísima Barbie y su Ken, que además da la vuelta a los roles originales y es la rubia muñeca quien lleva las riendas y la fusta en la relación. Está en You Tube, acumulando visionados por miles.

Y del mencionado éxito de la novela, Álvarez de las Asturias se pregunta: «¿Por qué se vendieron millones de ejemplares, en todo el mundo, de esta trilogía de grueso espesor, mínima originalidad y además tan políticamente incorrecta -por lo de la sumisión femenina y el maltrato soterrado-? He ahí el misterio. El boca oreja, principalmente de amiga a amiga, los medios de comunicación, las redes sociales, una astuta, millonaria e intensa campaña de comunicación, y como suele suceder, un cierto borreguismo social, el deseo de pertenencia al gran Colectivo Grey que permite a sus adeptos decir que han leído, han visto, estoy en el mundo, soy cool, liberada o liberado, moderna o moderno.


La trilogía de E.L. James.

Además, la novela de E. L. James en la que se basa la película no llega ni mucho menos a la literatura que han alcanzado otras novelas eróticas, clásicas o recientes, que tienen infinitamente más sustancia, calidad, y que nunca llegarán a ser un fenómeno de masas, porque no están hechas para la masa. Un ejemplo reciente: Pecados que cometimos en cinco islas o Los viajes de Jimena, de Carmela Díaz, que aportan inteligencia, sensualidad y sexualidad a un juego erótico más psicológico, y, desde luego, mucho más interesante que estas 50 grises sombras, que en intensidad ni llegan a clásicos de la literatura erótica como Kama Sutra, Justine o 120 días de Sodoma.

«La novela de E.L. James«, afirma el crítico literario Adolfo Torrecilla, «está basada en esquemas muy simples, en personajes superficiales y en un estilo acaramelado y cursi. Una novela, dicho por la crítica tras su publicación, literariamente limitada y tópicas, basadas en los esquemas argumentales de la novela rosa actual, que incorpora como ingrediente novedoso y fundamental el recurso a un erotismo explícito».

Una novela que ha dado lugar a situaciones bochornosas en las que hasta el cuerpo de bomberos ha tenido que actuar. En estos días se ha conocido que la Brigada de Bomberos de Londres, entre 2013-2014, tuvo que ayudar a 472 personas que se quedaron atrapadas con objetos como una tostadora o una aspiradora a raíz del lanzamiento del libro. Anticipándose al lanzamiento del film, Dave Brown, el tercer oficial de la brigada señaló: «Esperemos que los espectadores de 50 sombras de Grey usen el sentido común y eviten así tener que llegar a situaciones bochornosas». Y eso de aplicar el sentido común, a juzgar por los hechos, está por ver.


Es la película con calificación R que más ha recaudado en todo el mundo en su primer fin de semana con 239,7 millones de dólares. FIRMA: Universal Pictures.

Pero tampoco la película aportará nada a la historia del cine. Ni siquiera del erótico, apunta Álvarez de las Asturias. «La cinta no llega ni a los tacones de precedentes más cañeros como El imperio de los sentidos, Último tango en París, Salón Kitty, Las edades de Lulú o la reciente Nymphomaniac. Más bien se queda en una versión actualizada de Nueve semanas y media, pero sin Kim Bassinger, o Eyes wide shut, el último truño de Kubrick.

La clave del éxito, está, quizá, en lo que ha dicho del fenómeno Stephen King: «Porno para mamás y solteronas de 40 años».

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