Se aproxima la temporada alta de ceremonias y eventos. Desde luego, si pensamos inspirarnos en los eventos con los que nos ilustran los medios de comunicación puede que no llegaremos muy lejos.
Personalmente me hago la siguiente pregunta, ¿en qué piensa una mujer o un hombre cuando van a elegir un traje de ceremonia o para un evento? Aparentemente pueden mostrar disposiciones para dejarse aconsejar, pero desde luego en nuestro país es una batalla perdida. Hace unos días me comentaba una amiga que le pedían consejo amigas de otros países a cerca de la indumentaria más o menos adecuada para cada ocasión. Y pensé: Esto en España no pasa. Eso sí, a la hora de elegir por nosotras mismas a veces metemos bastante la pata. Solo hay que asomarse a la BBC (Bodas, bautizos y comuniones) y por un momento podemos pensar que estamos en los Globos de Oro o en los Oscars.
Otros eventos que se están popularizando son las graduaciones. En alguna universidad han tenido que especificar que no se trata de una boda, sino de un acto académico. Todo esto no es más que la expresión de que no «pensamos la moda».
Con frecuencia encontramos ejemplos verdaderamente caricaturescos que provocan la risa. Me encantaría conseguir del lector la reflexión sobre los errores que se comenten en esta materia. Y creo que se pueden resumir en uno: No pensar. Porque si lo hiciéramos, nos daríamos cuenta de que la indumentaria está marcada por el lugar y la situación. Por eso, por ejemplo, iríamos a una ceremonia religiosa con una propuesta Vertize Gala y no como si fuéramos a un cotillón de Noche Vieja. Ni a un funeral, como vamos a la playa.
Simplemente porque los desórdenes en la indumentaria hablan de los desórdenes que tenemos en el interior. En las ideas que fluyen en nuestra cabeza.
Todos recordamos las apariciones de Marc Jacobs o de John Galliano -en su caso forma parte del espectáculo que representa-. Pero nosotros, el resto de los mortales, no tenemos ninguna necesidad de espectáculo. Porque tenemos muchas cosas e ideas que aportar. Porque la persona que ha de recurrir al espectáculo en su indumentaria es porque tiene la cabeza vacía.
Las lectoras de B GLAM representan un target selecto y cualificado con la suficiente sensibilidad en relación al todo vale. Por esto, por mucho que Carolina de Mónaco vaya en deportivas, Rihanna o Kim Kardashian exhibiendo a bombo y platillo sus prominentes delanteras, y tantas otras más que se podrían añadir a la lista interminable de las peores vestidas en los Oscars, -que fueron prácticamente todas-, piensa a qué evento vas a acudir y cómo has de hacerlo.