Guía para el caminante

El Camino de Santiago: rosario de consejos muy útiles para el peregrino

Durante las tres primeras jornadas, si no se está acostumbrado a caminar con peso, no es recomendable recorrer más de 20 kilómetros al día

El Camino de Santiago: rosario de consejos muy útiles para el peregrino
El mapa y ruta del llamado 'Camino Francés, en el Camino de Santiago. CS

Los peregrinos que tengan previsto comenzar en Roncesvalles o Saint Jean Pied de Port deberán viajar primero hasta Pamplona.

No puedes dejar que se escape este año sin hacer el Camino de Santiago.

Y son muchos miles de personas los que aprovecharan un puente, unas vacaciones distintas o unos días de fiesta para coger los bártulos y encaminarse hacia Santiago de Compostela donde, según reza la tradición, yacen los restos del Apóstol Santiago el Mayor (El Camino de Santiago: La ruta de los sibaritas).

No se engañe: los interminables kilómetros transitados por peregrinos de todo el mundo constituyen el mejor remedio contra el estrés (El Camino de Santiago: La mochila del peregrino).

Desde el hallazgo del sepulcro, hace cerca de 1.200 años, millones de peregrinos venidos desde todos los confines de la Tierra han acudido a la llamada del apóstol a través de un viaje que, para la mayoría, termina por convertirse en una búsqueda interior y en una experiencia para toda la vida (La historia del Camino de Santiago: ¿Qué es y cómo nació?).

Lejos de remitir, la afluencia de peregrinos, ya sea a pie, en bicicleta o a caballo, no cesa de crecer.

El Camino Francés, que se inicia desde Saint Jean Pied de Port o Roncesvalles, es el más transitado y cubre una distancia cercana a los 800 kilómetros. No es la única opción.

El fervor jacobeo ha generado a lo largo de la Historia distintas rutas que perviven al paso del tiempo por las que transitan cada año más peregrinos: la variante aragonesa del Camino Francés que parte desde el alto de Somport; el Camino del Norte; el Camino Primitivo; la Vía de la Plata; el Camino Sanabrés; el Camino Portugués; el Camino de Levante; el Camino Catalán; el Camino Vasco del Interior o Vía de Bayona, etc.
El recorrido completo de una de las numerosas vías jacobeas no es tarea fácil y es necesaria una labor de documentación previa y un entrenamiento físico adecuado. Ya en marcha, una correcta alimentación, el sentido común y la improvisación frente a los contratiempos hacen el resto para que el viaje sea un éxito.

Cómo prepararse físicamente para afrontar la ruta

* La preparación debe comenzar, al menos, dos o tres meses antes de emprender el Camino. Someterse a una prueba de esfuerzo antes de iniciar la aventura nunca está de más y previene más de un susto.
* Es recomendable practicar senderismo al menos una vez a la semana, alternando rutas de entre 15 y 20 kilómetros, además de caminar o practicar footing un par de días entre semana.
* En estas salidas es indispensable utilizar las mismas botas o zapatillas de trekking que se vayan a utilizar durante la peregrinación y cargar con una mochila para habituarse a caminar con peso.

El viaje comienza en el salón de casa. Es necesario documentarse sobre la ruta que se pretende realizar y establecer un calendario previo atendiendo a los días disponibles y al número de etapas a completar.

Es recomendable acudir a una Asociación de Amigos del Camino de Santiago – en España hay cerca de 40- donde aportarán información y consejos útiles y en el que se puede adquirir la credencial.

Éste es un documento que sirve de salvoconducto e incluye unas casillas que se deben sellar al menos una vez al día. Es indispensable viajar con ella si se desea pernoctar en los albergues de peregrinos y, una vez en Santiago, atestiguar que se ha realizado la peregrinación y obtener la Compostela.

La elección del calzado y la mochila

Entre Saint Jean Pied de Port y Santiago de Compostela el pie del peregrino descubre todas las superficies posibles: el asfalto, el hormigón, la zahorra de las pistas agrícolas, la incómoda gravilla, los suelos terrizos, arcillosos o calizos, etc.

Tal disparidad origina serias dudas en la elección del calzado que mejor se adapte a todas y cada una de las superficies descritas. Se necesita un calzado ni muy ligero ni muy pesado, que sea flexible y que aporte una buena estabilidad. Todas estas características las reúne el tipo de zapatilla que utilizan los corredores que compiten en las carreras de montaña. Se conocen como zapatillas de trail (a partir de 80 euros). Son más ligeras que las botas de senderismo y aportan mayor flexibilidad y amortiguación.

La suela es más resistente y soporta mejor los impactos que la de una zapatilla para correr convencional. El tejido impermeable y transpirable Gore-Tex evitará que se moje el pie y evacuará el sudor al exterior.
Junto al calzado, la mochila es el otro elemento importante del equipo del peregrino:

* Su capacidad debería rondar entre los 40 y 50 litros y su peso, una vez llena, no debería superar el 10% del peso del caminante que la porte. Por ejemplo, una persona de 70 kilos deberá cargar una mochila de entre 7 u 8 kilos. Todo el peso que rebase esta cifra pasará factura, tras varios días, en forma de rozaduras, sobrecargas o contracturas musculares.
* Sus costuras deben ser fuertes, las hombreras acolchadas y debe contar con un sistema que permita su regulación según la altura de cada usuario. La funda impermeable es imprescindible para cubrirla en días de lluvia.

 

Mochila a cuestas, bordón en mano y a caminar:

Recorrer etapas largas y a buen ritmo los primeros días surte el mismo efecto que sacarse el carné de conducir, comprarse un Ferrari y ponerlo a 200 kilómetros por hora a la salida del concesionario.

El riesgo de accidente, en nuestro caso lesión, rondará el 100 %. El refrán «camina como un viejo y llegarás como un joven» es el mejor consejo que puede recibir un peregrino profano.

Durante las tres primeras jornadas, si no se está acostumbrado a caminar con peso, no es recomendable recorrer más de 20 kilómetros al día.

Desaparecidas las agujetas y las molestias iniciales, se puede aumentar el número de kilómetros por día hasta los 30 ó 35 kilómetros.

En el Camino abundan los deportistas que se atreven con caminatas de 40 y 45 kilómetros diarios, aunque muchos de ellos son víctimas de las temidas tendinitis. Las más frecuentes son las del tendón peroneo y las del talón de Aquiles.

Para prevenir posibles lesiones hay que realizar una sencilla tabla de estiramientos antes de andar y al finalizar el ejercicio. Las partes del cuerpo que más sufren son los pies, los tobillos, las piernas, la espalda y los hombros.

Los albergues, el distintivo del Camino:

Públicos, parroquiales o privados, los albergues de peregrinos son una más de las numerosas señas de identidad del Camino de Santiago. En los últimos años se han construido de acuerdo a la gran afluencia de visitantes, sobre todo los privados. Sólo en el Camino Francés hay más de 200, situación que favorece variadas posibilidades para pernoctar y, por ende, una división de etapas entre localidades menos encorsetada.

En casi todos estos alojamientos, salvo en algunos privados, no está permitida la reserva y se ocupan según el orden de llegada, liderando las prioridades quienes hacen el recorrido a pie, seguido de quienes lo transitan a caballo o en bicicleta. Para alojarse en ellos es indispensable portar la credencial.

La estancia se limita a una noche, salvo por enfermedad o fuerza mayor.

Y para los más sibaritas, siempre hay una buena casa rural al borde del camino (Camino de Santiago: ¿Qué comer y dónde si eres peregrino?).

Alimentación para no desfallecer durante las etapas:

* El desayuno debe ser completo, a base de cereales, lácteos, zumo y fruta.
* Durante la marcha es necesario tomar agua o bebidas energéticas cada hora y no esperar a tener sed.
* No hay nada mejor que la fruta, los frutos secos, las barritas de cereales y el chocolate para reponer el gasto calórico.
* Caminar con el estómago lleno no es saludable. La comida más importante del día hay que hacerla al final de la etapa y, si la jornada se alarga y es necesario comer durante la marcha, conviene optar por un bocadillo o un plato ligero de pasta o verdura.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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