Opinión / Pasajes

La chacha de Zapatero

La chacha de Zapatero
Isabel Laranjeira, la ex chacha de Zapatero.

Según nos acabamos de enterar por “La Gaceta” edición digital, la sirvienta de Zapatero, cuando todavía no era presidente de España, cobraba en negro. La señora, que se llama doña Isabel Laranjeira y es portuguesa, ha dicho que: “Trabajaba en casa de Sonsoles y José Luis unas seis horas al día y ni me hicieron contrato ni me dieron de alta en la Seguridad Social. Me pagaban en negro”. Con un par. ¿Con qué autoridad moral nos exige el presidente a los españoles que cumplamos la legalidad, si él no la cumple…? O al menos no la cumplió en su momento, vaya.

La cosa esta empezó presuntamente en el 2001, cuando doña Isabel trabajaba en la casa de una amiga de Sonsoles Espinosa, que fue quien se la recomendó a la esposa del hoy presidente. Y a partir de ahí, a cobrar en negro… Y calladita, ¿eh?, porque si no se va a la calle. Y esto debió suceder hasta el 2004 en que Zapatero accedió a la Moncloa y doña Isabel se quedó sin cobrar, ni en negro ni en blanco ni en morado. Que seguro le dijeron a doña Isabelita los actuales inquilinos de la Moncloa: “Hala, a la calle, Isabelita, que ahora nos paga el servicio doméstico la ciudadanía”.

(Esto ha debido sentar fatal a don Enric Sopena y a doña María Antonia Iglesias, que ahora mismo estarán echando espumarajos por la boca… Aun más de lo que habitualmente suelen, quiero decir. Pero no contra Zapatero como sería lo lógico, no señora; sino contra los de “La Gaceta” por haber destapado esta cosa de su señorito monclovita. Tengo una enorme curiosidad por ver cómo justifica don Enric esto de Zapatero. La verdad).

Ahora bien, los de “La Gaceta” han tenido la desfachatez de no dejarnos ver en Internet el contenido completo de la entrevista que le han hecho a doña Isabel Laranjeira. Dicen que el que quiera leerla, que se moje el culo; digo que compre el periódico, o sea que se rasque el bolsillo. No saben los de La Gaceta que un servidor conoce al cuñado segundo de un primo carnal de doña Isabel, que regenta una churrería en Lisboa y se llama Hipogastrio, y a través de él hemos entrevistado en exclusiva planetaria a doña Isabel. Conectamos:

–Muy buenas, doña Isabel. Díganos, mi niña, además de esto de tenerla sin contrato y sin seguridad social, qué más cosas, a ser posible truculentas o al menos escandalosas, nos puede decir del matrimonio Rodríguez Espinosa.
–Ah pues que el señorito, cuando iba a pasar la aspiradora, pues no se levantaba. Yo llegaba con el trasto a su despacho, donde nada despachaba por cierto, y le decía: “Señorito, hágame el favor de salir un rato, en lo que paso la aspiradora”. Y entonces él, con muy mala leche, me respondía: “La tierra no es de nadie, y sólo pertenece al viento”. Y no se levantaba, como ya le dije. Y esto es un caso claro de violencia de género, digo de acoso laboral. Vamos, dice una.

–Y entonces se quedaba el despacho sin aspirar, claro está.
–Pues no, porque una servidora iba a la señorita, o sea a Sonsoles, le decía lo que pasaba, y entonces ella le cantaba al señorito un aria de Verdi, o de Puccini, la que trancara más a mano, y el señorito salía huyendo despavorido hacia el Congreso de los diputados.

–¿Qué más nos puede decir de don Zapatero? ¿Le metía mano por el pasillo, por ejemplo…?
–No señor, en absoluto, hasta ahí podría haber llegado el folclore. Pero, sin ir más lejos, me obligaba a ver la película “Bambi” con él y las niñas. Lo cual es otro lamentable caso de violencia de género, digo de acoso laboral. Vamos, dice una.

–¿Y entonces, doña Isabel?
–Pues entonces se lo decía a la señorita, y volvía ella a lo del aria de Verdi o Puccini.

–¿Y qué nos puede usted decir de las niñas Rodríguez Espinosa?
–Pues que me hacían vudú. Fíjese usted, qué cosas. Y además me daban unos sustos de muerte cuando se disfrazaban de románicas, digo de góticas, para ir a la escuela. Y esto es un caso claro de violencia de número, porque ellas son dos. Vamos, dice una. ¿Quiere que le cante un fado…?

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