La impotencia del periodista por no poder empurar a Soria le hace perder los estribos sexistas

Sosa saca a relucir su vulgaridad contra las mujeres del PP

Tilda a Navarro y Montelongo, entre otras, de 'coristas sorianas' y las reta a ver 'quién mea más lejos'

Sosa saca a relucir su vulgaridad contra las mujeres del PP
Carlos Sosa.

Definitivamente ha perdido el norte. Carlos Sosa, responsable de Canarias Ahora, se ve impotente ante sus continuos fracasos judiciales, a pesar del asesoramiento casero, por intentar empurar a José Manuel Soria y ha optado por la vía nada elegante, sino más bien ruin y zafia de meterse con las mujeres del Partido Popular, al menos aquellas que se atreven a alzar la voz contra la pillada informática por la demanda del caso salmón.

Lo cierto es que el top secret del Canarias Ahora ha servido para volver a lanzar una cortina de humo (o de acusaciones a lo loco) para desviar la atención sobre lo fundamental, el hallazgo de un archivo en el ordenador de Rosell y que se corresponde, casualmente, con la redacción del caso salmón, un proceso en el que Sosa pensaba eliminar de la vida pública a Soria y que acabó con su desestimación en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

La defensa a la magistrada por parte del periodista se funda, en esta ocasión, en pitorrearse abiertamente de una diputada regional, Australia Navarro y una consejera del Cabildo de Fuerteventura, Agueda Montelongo. También llama «fanática y hooligan» a una mujer afín al círculo próximo del líder del PP, pero quizá tenga miedo a posibles consecuencias judiciales porque no da su nombre. Curioso.

El viaje que este ‘ponderado y siempre ecuánime director’, que además fue jefe de prensa del PSOE hace ya algunos años, le mete a Navarro denota los nervios por los que está atravesando, máxime cuando por su obsesión ‘soriana’ le ha metido en un embrollo a la jueza Rosell.

Duda Sosa de las habilidades de la diputada popular como abogada porque, pásmense ustedes, confunde en el fragor de la oratoria parlamentaria la palabra denuncia por querella. Eso, según el periodista, casi que la desacredita como letrada y encima tiene el desdoro de afirmar que «y la Navarro es abogada; menos mal que se pasó a la política, oye». Sin comentarios.

Sosa, posiblemente, debe encontrar más sencillo meterse con las féminas (aunque convive con una) porque en otro de sus párrafos apunta que «de todo el mundo es sabido que cuando Soria lanza una consigna, a continuación saltan al tablao las coristas que eufóricas jalean al líder y se dedican a repetir como cotorras lo que dice, no sin corregir y aumentar las soflamas en una desvergonzada competición a ver quién de todas mea más lejos».

El plumilla añade que «Águeda Montelongo, junto a Australia Navarro, es una de esas coristas» y todo a colación de que mantiene la tesis, compartida incluso por el consejero de Presidencia y Justicia, José Miguel Ruano, de que nadie ha metido la mano o ha manipulado el ordenador de la magistrada Rosell. El problema, posiblemente, venga por compartir teclado y pantalla o, directamente, hacer de escriba o amanuense femenino. Quizá la broma le salga salada a Sosa y compañía. Al tiempo.

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