Opinión / Pasajes

Profecías y alrededores

Profecías y alrededores
Zapatero. PS

Empecemos por los alrededores: Según don Rosendo Pap Afrita, podólogo de acrisolado prestigio y miembro destacado de la ONG PSF, o sea Podólogos Sin Fronteras, cuando Rubalcaba alcance la presidencia del Gobierno de España –¡Dios no lo quiera!–, el palacio de La Moncloa pasará de tener alcobas a tener “rubalcobas”…

–Bien, vale, ya ha dicho la gilipollez del día. Y ahora me hará el favor de tomarse la pastillita contra el ditirambo, claro está…
–¡Tampoco se ponga así, coñe! ¡Hay qué ver lo quisquillosa que llega a ser la gente, alias ciudadanía! ¡Si lo sé, no vengo…, hoy tampoco!

Y ya vamos con las profecías. Cuando un servidor era jovencito, por el Pleistoceno más o menos, tanto que me las tenía que ver todos los días con varios tiranosaurios Rex cuando volvía del cole… Una cosa… Pues eso, que fue que en mi juventud, divino tesoro, cuando una gitana me acorraló en el escaparate de una tienda de indios de la calle del Castillo, de indios de la India, y se empeñó en leerme la mano… Y entonces me profetizó que alcanzaría los 96 añitos como si nada; y que además tendría 12 hijos/as con una mujer muy guapa, cariñosa y que haría las croquetas de bacalao de maravilla. ¡Hay que joderse lo que hilan de fino, las profecías de nuestras gitanas!

Bien, pues bueno. Pienso alcanzar los 96 años profetizados por la gitana; y además dando la lata, alias tabarra. Se los juro. Ahora bien, lo de los 12 hijos/as no está muy claro que lo pueda lograr, porque además de no haberlo conseguido hasta ahora, ya no tiene uno el cuerpo para tanto folclore. Aunque sí reconozco que la gitana tenía razón, porque si hubiera dedicado mis energías sexuales de entonces a la faena propiamente dicha, a estas horas tendría tal familia numerosa o más.

–¡Farolero!
Pero bueno, se hizo lo que se pudo. Y no puedo más que agradecer las dos niñas –ya mujeres casi, o sin casi– que Dios nos dio y que valen por doce. O incluso más. ¡Fuerte lata, Dios mío de mi vida, la que nos han dado las dos criaturitas!
–¡Oye, papi, tampoco te pases!
–Sí que es verdad, hija mía. Disculpa.

Y después de estos entretenimientos previos y deportivo benéficos, pues vamos a ocuparnos de verdad de una profecía y de un profeta, sí. De una profecía de Nostradamus, nada menos. Un chiquito que, según llegó al mundo, le dijo a su progenitora B: “¡Hace tiempo que vengo al taller, y no sé a que vengo…!” Motivo que obligó a su progenitora B, alias madre en el siglo pasado, a darle por la mamona al tiempo que le decía: “¡No seas tortolín, Nostrito, compórtate!”. Nostradamus, ya de mayor, tenía visiones. Se pasaba el día con visiones, el muy puñetero. Y un buen día el Nostradamus tuvo un flato con desarreglo intestinal incluido, que se cagó por las patas para abajo, vaya; a partir del cual se dedicó a describir todas sus visiones en cuartetos, centurias, triciclos, o lo que fuera… Lo que encontraba más a mano, vaya.

Y en una de esas centurias, dijo Nostradamus: “De tierras con nombre de animal, vendrá quien gobierne a los iberos…., adorará a reyes negros y abrazará religiones extrañas… Llenará su palacio de bufones y aduladores y, usando su propia máscara de bufón, traerá consigo el hambre, la pobreza y la desesperación…”.

Y entonces acertó a pasar por allí don Segismundo Contreras alias Machaquito, que es muy susceptible y sensible, oyó la cosa esta, y declaró muy rumboso:

–¡Consio, esa es la descripción de Zapatero!: Vino de León, que es nombre de animal; está gobernando a los iberos, quizás mejor desgobernándolos; tiene su palacio de La Moncloa lleno de bufones y aduladores, que es que tiene más de ochocientos asesores el muy jodido; se le cae la baba con el rey Obama, que es negro. Y lo de que nos ha traído el hambre, la pobreza y la desesperación a los españoles, es que es una verdad/realidad como un templo. O como una catedral, que cunde más. ¡Vaya con el Nostradamus! Clavó absolutamente al Zapatero y a su régimen, y eso que lo profetizó en el siglo XVI, que ya ha llovido desde entonces, a pesar del cambio climatérico.
–Se dice climático
 –Sí claro, porque usted lo diga. ¡Vamos hombre, si lo sabré yo!

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