En Cataluña se hace patente el cansancio de muchos ciudadanos viendo como su presidente, Artur Mas, y el gobierno que preside, llevan gran parte de la legislatura centrados en la independencia y desatendiendo otros temas de capital interés para la ciudadanía.
Pero me preocupa especialmente porque una buena parte de las personas que vivimos aquí nos encontramos rehenes frente a esta situación que por activa y pasiva, y desde muchos ángulos de la sociedad, no sólo desde los tribunales de justicia, se les ha apuntado que no puede llevarnos a buen puerto.
Los problemas de gestión de Cataluña y su déficit presupuestario nos quisieron hacer ver que se corregirían como país independiente, y en esa tesitura ni tan siquiera han explicado, a dos meses de las elecciones, cómo quedaría la situación general de lograrse ese objetivo secesionista, cómo quedaría el endeudamiento del país, cómo quedaría la situación fiscal para los particulares y las empresas, los vínculos con Europa, la moneda… y son aspectos claves para comprender mejor una propuesta que está ensuciando la bandera catalana, más que abrillantándola como debiera, puesto que se interpreta que nos tratan a todos como imbéciles.
El pueblo catalán necesita un marco que le ayude a ser más competitivo y España necesita de ese enfoque, así como corregir políticas subsidiaras que alimentan el clientelismo político y que sientan las bases de una mayor prosperidad a costa de los mismos.
Y ese nuevo marco de colaboración tiene que estar diseñado por personas que piensen en grande, no por mandarines de tres al cuarto, que respeten a los ciudadanos, su riqueza cultural, que conecten con sus modernas voluntades… y solo en esa actitud es cómo se pueden construir puentes de diálogo.
La corrupción de los políticos catalanes y españoles, por igual, ha impedido que ambas partes se sienten en una mesa porque tienen mucho que callar, y en ese juego, los ciudadanos somos los que estamos saliendo perdiendo.
No sé si el 27 de septiembre dejaremos a un lado todo este despropósito, pero sí espero que de una vez por todas la política sepa gestionar lo mejor de todas aquellas personas que queremos aportar y vivir en paz en esta tierra de todos, ¿no creéis?
Carlos Alonso
Escritor y conferenciante