Estamos en un momento en el que estamos rodeados de frikis que por mero modismo, se empeñan en ponerle nombres en inglés a cosas que se pueden decir en español. Y en el otro lado, vemos como ortodoxos de todo tipo tienen miedo a que el nombre de sus profesiones sean usados por doquier.
En todo ello, hoy me acojo a lo sublime de la pureza de las cosas y a una equilibrada amplitud de miras. Y todo gracias a un programa de televisión…
Debo de reconocer que un día me sorprendió como en un programa musical de prime time a los profesores de los chicos que concursaban se les llamaba coaches. Y ya de paso comentar que también lo hizo el observar como en el mismo espacio se llamase talents a los concursantes.
Empezando por lo segundo, matizo que me sorprendió porque lo de llamar talents a los participantes me parece un mero modismo, avalado seguramente por los creadores del formato del programa, algo que a mi modo de ver se tendría que revisar puesto que no aporta conceptualmente nada nuevo a lo que se quiere decir y que podría quedar resuelto con un mero: talentos o similar.
Y en esta defensa de la lengua cargo mis tintas hoy también contra todos estos quebrantahuesos del lenguaje, que con su anglicismos de medio pelo, ensucian nuestro querida lengua. Me refiero a tipos que de esta guisa espetan NAIQ, refiriéndose a la famosa marca deportiva, en lugar de NAIQUI, que es como sonaría correctamente el vocablo en su lengua vernácula.
Hechos ya los mis matices lingüísticos, voy con lo de los coaches.
Personalmente no me molesta el uso del término coach en el ámbito referido, puesto que no dejan de ser meros facilitadores de un cambio en la supuesta carrera musical de los chicos que se presentan al programa. Pero también comprendo a los que desde una visión ortodoxa pretenden atribuir la figura del coach a los meramente titulados en dicha disciplina.
Sea como fuere, pienso que una de las grandezas del coaching es que es ampliable a multitud de ámbitos profesionales y personales, y fruto de esa praxis nos encontraremos con coaches de cualquier especialidad en el futuro.
De este modo pienso que el concepto debe de ser superior al título profesional y entenderse bien en este sentido.
Es más, pienso que los mejores coaches que he conocido no tenían ningún tipo de título o formación al respecto, sino que eran gente sabia que en un momento pude comprobar como sabían dar pautas y poner en el mejor camino posible tus visiones.
Todo ello me lleva a plantearme si podemos llamar médico a alguien que nos ha curado. O si podemos llamar mecánico a alguien que nos ha arreglado el coche sin serlo.
Y el problema se plantea cuando alguien dice que es algo que no es y acaba estafando. Y si no que se lo digan a los que han sufrido lamentables operaciones de sus pechos de manos de suplantadores del bisturí de chichinabo.
Por todo ello, se me ocurren varias conclusiones:
- La primera es que llamemos a las cosas por su nombre en nuestro idioma habitual, si existen las palabras para hacerlo.
- La segunda es que una profesión es una profesión, lo que conlleva siempre una formación para poder ejercer la misma con método y ética.
- Y la tercera es que el coaching es mucho más que una profesión, es una actitud frente a la vida, y aplicando el término en nuevos ámbitos se tiene que contemplar más como una suerte que como una amenaza para aquellos que sí se dedican de manera profesional a ello.
De tal forma que hoy aquello de al pan, pan, y al vino, vino, creo que como cierre me cuadra a las mil maravilla, ¿no creéis?
Carlos Alonso
Escritor y conferenciante
