El de Podemos, vicepresidente de Castilla-La Mancha, reconoce su patrimonio

García Molina: La soledad del inversor de fondos

El escudero podemita de García Page se dejó llevar por la inercia de esa inocencia basada en el desconocimiento y se hizo el tonto, que es más fácil que hacerse la víctima

García Molina: La soledad del inversor de fondos
Emiliano García Page y José García Molina (PSOE y Podemos). CL5

García, el de los fondos, dice ahora que no tenía «demasiados conocimientos, ni de contabilidad ni financieros»

Cuando el abogado de Isabel Pantoja dijo en defensa de su representada que la hormona provocada por su amor hacia Julián Muñoz le impidió ver la realidad de lo que se traía entre manos y bolsas de basura -eso contó en el Supremo-, el letrado no solo revolucionó y puso a cien el formato tradicional de la copla, sino que tocó techo en el subgénero procesal de la inocencia basada en la ignorancia, generalizado en la España de la corrupción y los desmanes contables.

Nadie sabía nada. Leo Messi llegó a confesar que era su padre el que le hacía las cuentas cuando volvía del colegio y hubo directivos de banca que aseguraron no tener ni idea de economía.

Fue Podemos el partido que más punta supo sacarle al esperpento judicial que protagonizaron quienes, por exceso de hormonas o falta de conocimiento, se empeñaban en quitarse méritos penales en el banquillo.

Al vicepresidente segundo de Castilla-La Mancha y líder regional de Podemos, José García Molina, le sacó ABC los papeles de un enriquecimiento exponencial, resultado del afloramiento del fondo de inversión que había ocultado a las Cortes regionales.

García Molina tiró primero del manual de instrucciones de su partido para denunciar una persecución, fabular una conspiración en la que participaba nuestro periódico y hacerse el mártir ante su famélica legión de votantes. Pero el fondo de inversión, como el dinosaurio, seguía ahí, en las páginas de ABC.

Este 27 de septiembre de 2017, García Molina cerró el manual de Podemos y, entre abatido y distraído, recordó aquellas revistas rosas, de Messi a la Pantoja, en las que su formación encontró hace unos años inspiración para encarnar la ética de la nueva política. Qué tiempos, García Molina.

El vicepresidente segundo de Castilla-La Mancha se dejó llevar por la inercia de esa inocencia basada en el desconocimiento y se hizo el tonto, que es más fácil que hacerse la víctima, pero más propio del bando y la casta de cuya corrupción y carroña se ha nutrido Podemos.

García, el de los fondos, dice ahora que no tenía «demasiados conocimientos, ni de contabilidad ni financieros».

Nadie le aclaró dónde podía declarar el dineral. «Pregunté y dije, pues como no corresponde, yo no lo pongo».

Ahí está y ahí sigue. Como los de las cajas de ahorros, sin idea de economía, pero en un gobierno regional, y de vicepresidente.

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