Rajoy está asistiendo en primera persona a la disolución de un partido que acaparó el mayor apoyo en la historia de la democracia
font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Arial; color: #222222;">Dicen que la vida son momentos, sensaciones, instantes e impulsos y si esto se puede extrapolar a la política, parece que vivimos el momento de ciudadanos,Partido Político que viene derrochando, prudencia, tacticismo, moderación, talento, cercanía, programa y que definitivamente han conseguido conectar con la sociedad civil y se están acostumbrando a ridiculizar las innumerables encuestas que se esfuerzan en no dar notoriedad a un verdadero movimiento social de cambio hacia la libertad, la trasparencia, la democracia y la justicia.
En el rincón opuesto la torpeza, el exceso, la desconfianza, la temeridad, la corrupción generalizada y el pago de favores, osea un partido popular sin rumbo que no cree en si mismo y que se mueve por impulsos tardíos y equivocados, van de derrota en derrota, hasta la derrota final.
Tras las andaluzas de 2012, las Europeas de 2014, las Andaluzas de 2014 y las Autonómicas y Municipales de 2015 han sido las elecciones catalanas las que han terminado de explicar en la cara de un «trastornado» Rajoy que la «hostia» que se aproxima se viene vaticinado desde antes aún de que su amiga Rita, la hiciera famosa en la debacle de las autonómicas 2015.
Rajoy está asistiendo en primera persona a la disolución de un partido que acaparó el mayor apoyo en la historia de la democracia y que ha despilfarrado a golpe de corrupción y dictadura todo el crédito que los ciudadanos habían depositado en él.
En el instante que vivimos, todo se cuestiona, todo se somete a votación, se ha democratizado la política o la vida en general.
Los socialistas impugnan resultados, los podemitas falsean resultados, todos los políticos viven de los resultados, pero de los equivocados, el resultado que han de mirar es en el que se basan Albert Rivera y los suyos, el de los logros conseguidos y las promesas cumplidas y no el de los votos. Quizá ahí radique el secreto de su éxito, quizá ahí empecemos a mejorar la imagen de unos políticos preocupados en su bienestar y alejados de los ciudadanos.
¿Estaremos en el momentos histórico adecuado, como decía Albert Rivera?
