PP y PSOE, PSOE y PP saben el daño que Ciudadanos puede hacerle en las urnas de cara a las próximas elecciones generales.
En las autonómicas andaluzas del 22M consiguieron restarle a Juan Manuel Moreno Bonilla parte de su electorado, y a Susana Díaz le obligaron a pactar un catálogo de iniciativas a cambio de abrirle las puertas del Palacio de San Telmo para sentarse en la Presidencia de la Junta. .
Pasados dos meses, el voto de Ciudadanos se hacía indispensable. Sus concejales y diputados regionales han sido imprescindibles a la hora de formar gobiernos en Madrid, La Rioja o Castilla y León.
De cero ediles y cero representación en las comunidades autónomas, su transformación política les coloca como fuerza bisagra, hasta el punto de tener capacidad para imponer el cambio de candidatos de la lista más votada y de forzar incluso la dimisión de futuros consejeros, como ha sido el caso reciente de lo ocurrido en la Comunidad de Madrid.
Como subraya ‘El Economista’, han pasado muchas cosas en la casa de los Ciudadanos desde el cartel en el que Albert Rivera salía casi desnudo en su primera campaña autonómica, a los actuales carteles con Arrimadas.
El rotundo triunfo en Cataluña de este domingo, especialmente en el cinturón rojo de Barcelona, no ha hecho más que ratificar el ascenso continuo y la buena racha del equipo de Albert Rivera.
Ahí está el ejemplo palpable de Inés Arrimadas, quien antes de las elecciones apenas era conocida por el 29% de los catalanes. El riesgo de esta apuesta personal no ha sido un contratiempo.
Los 25 diputados electos lo demuestran. Y hoy, Ciudadanos se ha convertido en la fuerza política más importante del Parlament, después de Junts pel Sí, y en el primer partido no nacionalista de la oposición.
Calificados con muchas nomenclaturas (neoespañolistas, no nacionalistas, de derechas y de izquierdas, socialdemócratas, liberales, constitucionalistas, antiindependentistas), el discurso de Rivera ha calado entre votantes populares y socialistas, y lo más importante, en los sectores más jóvenes (25-45) años, además de despertar el voto dormido de los abstencionistas.
La fuerza nacional de Ciudadanos
Concluida la noche electoral, el IBEX 35 le daba su bendición. Esta semana el diario El Mundo recogía que, pese a la preocupación que supone para los empresarios la difícil gobernabilidad de Cataluña, hoy por hoy aprecian algunas ventajas.
Entre ellas, la notoriedad de Ciudadanos, lo que aminora el nerviosismo por la composición del nuevo Gobierno español a partir del año que viene, ya que los «escenarios» mejoran, porque si la próxima legislatura viene formada por Mariano Rajoy con Albert Rivera, o Pedro Sánchez con el líder de Ciudadanos, ello implicaría que no haya ningún cambio fundamental en la actual política económica y se mantendrá el crecimiento en torno al 3% en los próximos cuatro años».
«El PP -añade una fuente del Consejo Empresarial para la Competitividad- va a tener que trabajar mucho si quiere ganar», al tiempo que Pedro Sánchez percibe las dudas del IBEX con Rajoy e intenta centrar su discurso.
Pero si PP y PSOE tienen motivos suficientes para padecer de pesadillas (en los dos partidos no se descarta que Rivera pida el cambio de Rajoy y Sánchez, a cambio de su apoyo en la investidura), no es menos cierto que Podemos tampoco puede dormirse en los laureles. El 27S catalán ha provocado más de un dolor de cabeza. Los de Pablo Iglesias han ido perdiendo fuelle, y algunas encuestas ya les colocan en el cuarto lugar.
Una encuesta de pesadilla
Estos días, en los mentideros políticos circula la existencia de un sondeo, del que dicen tiene conocimiento Moncloa y que viene a confirmar la muerte política de los conservadores.
Según la nombrada y polémica encuesta, el PP pasa a ser la tercera fuerza política, de manera que PSOE y Ciudadanos adelantan posiciones al hasta ahora primer partido del espectro político español.
Un trabajo demoscópico no muy alejado de la tendencia que dibuja la última encuesta de Metroscopia, publicada por El País.
La irrupción de Ciudadanos en la escena política ha provocado más de un comentario del Partido Popular.
Desde los ninguneos de los principales dirigentes, al famoso naranjito de Rafael Hernando, «a los pañales y olor a Nenuco» argumentado por Celia Villalobos como arma arrojadiza contra Rivera. Paradójicamente, muchos de estos argumentos han mudado en claves del éxito de la joven formación.
Para el sociólogo y experto en comunicación política, José Luis Sanchís, todavía es pronto para medir la fuerza con la que Ciudadanos llegará a las generales.
Pero lo cierto es que estamos ante un partido formado por «gente joven, fresca, que habla bien, que no es tonta, y que gusta», y aunque no es probable que los resultados de las catalanas sean «extrapolables», no hay que despreciar su progresión. En cualquier caso «sí» los ve decisivos.
Para otro analista consultado, próximo al Partido Popular, asegura que Ciudadanos ha llegado en el mejor momento.
«Es el tiempo del nuevo centro. Chicos jóvenes, de aspecto limpio, sin caspa… picos de oro para la oratoria, gente que todavía no se ha mojado, que tiene un discurso seguro, sin complejos, y al mismo tiempo conciliador, en definitiva, un diseño de nuevo partido que puede ser votado tanto por gente de derechas como de izquierdas».
