David Blanco Valmaseda

Después de la tormenta

Después de la tormenta
Imagen de los cinco Concejales dimisionarios en el Partido Popular de Medina del Campo.

Todos los Medinenses esperamos que éste sea el último episodio de una película dramática que ha privado de oposición digna al consistorio de la villa en los últimos años

line-height: 150%; font-family: ">Confesaré que he estado tentado en titular esta pequeña crónica en «la tormenta que no cesa» pero la obviedad del titular y la singular  disposición al optimismo que mantengo, me ha hecho decantarme finalmente por «después de la tormenta».

Y digo después, porque por el bien de la política municipal y de todos los Medinenses esperamos que éste sea el último episodio de una película dramática que ha privado de oposición digna al consistorio de la villa en los últimos años.

Nadie sabe con certeza cuando y como comenzó el declive de la agrupación popular Medinense, algunos echan la culpa al intervencionismo provincial en la elección de candidato en las elecciones municipales de mayo del 2015, con la imposición de Eduardo Marcos que aniquiló a los históricos colaboradores del partido y llenó sede y listas, de nuevas caras de dudosa afinidad con el ideario de los populares.

Otros culpabilizan la mal resuelta crisis interna a la salida precipitada de Crescencio Martín Pascual, anterior regidor de la villa y presidente del partido durante décadas, por motivos judiciales y la terquedad de Chencho para abandonar el poder y encarar una renovación evidente y gradual.

Incluso muchos afiliados entienden como natural el desplome del partido popular en la villa de las ferias posterior a la pérdida de la alcaldía en manos de Teresa López Martín  y su partido socialista con el apoyo del «trásfuga» pepero (ahora en el ostracismo) Jesús Ramón Rodríguez Galván, y las posteriores decisiones provinciales que atisbaban una ruptura con él «Chenchismo» carente de la más mínima lógica y delicadeza.

Crescencio Martín y Javier Rodríguez- Foto del Diario de Valladolid.


Sea como fuere, el declive continúa. A la salida precipitada del mencionado ex procurador en cortes y su mano derecha y hombre de confianza en sus mandatos municipales Javier Rodríguez, la baja masiva de afiliados con solera, el abandono de gran parte de la junta directiva municipal por no ser valorados ni consultados por la directiva provincial, la tórrida salida del candidato de la discordia Eduardo Marcos y su flamante número 3 Alicia María Ladoire por motivos pasionales, la renuncia de Eduardo Gago (ex concejal de la época Chencho), a volver a la política activa, la dimisión de José Luis fuertes, (también ex concejal «Chenchil»), incluso las dudas de compatibilidad y de productividad  en los suplentes de los dimisionarios (mediáticos televisivos y en proceso de posición pública), se suman ahora la renuncia de dos nuevos ediles, uno Juan Ignacio Gutiérrez  General en la reserva después de una brevísima pertenencia al grupo de no adscritos (sorpresiva e inesperada de un mando militar que optó a la presidencia del partido municipal fracasando en el intento ante el ahora condenado e inhabilitado ex procurador Crescencio), y otra de un clásico afiliado popular integrante «guadianático» de varias listas electorales Adolfo Marcos.


 Cartel de la candidatura del Partido Popular en la localidad de Medina del Campo.

 

Este nuevo episodio de surrealismo unido a la dudas de los siguientes de la lista, en aceptar la encomienda de juego en tablero tan revuelto, presenta a los votantes medinenses del partido popular una situación de asombro y conmoción que hace intrigante como una película el desenlace final.

Algunos ponen la banda sonora de la película musical argentina de 1972 «había una vez un circo» otros añoran lo superproducción dramática americana del 1939 «lo que el viento se llevó» y la mayoría temen que como en el film argentino de la década de los 90 «después de la tormenta» dirigido por Tristán Bauer, donde en la Argentina de finales de los 80, la crisis económica deteriora la situación de una familia de migrantes internos que se había ido a vivir a Buenos Aires con la esperanza de un futuro mejor, el cabeza de familia decide entonces volver a su lugar de nacimiento, pero allí encuentra a sus padres y hermanos, viviendo aún peor.

 

Este episodio vivido en la localidad Vallisoletana de Medina del Campo en el seno del  Partido Popular, debería de servir como “aviso a navegantes” en la Sede de Génova 13 y de cómo una serie de malas decisiones, acompañadas de un “empecinamiento” en el error, puede llevar a convertir un partido fuerte en un “mar de dudas” y una “fuente de problemas inagotable”. 

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