Andrés Aberasturi

¿Por qué ya nadie habla de Grecia?

¿Por qué ya nadie habla de Grecia?
Alexis Tsipras (SYRIZA) y Pablo Iglesias (PODEMOS). EP

Llegan con cuentagotas las noticias de Grecia; ocupan un lugar poco destacado en los medios y ningún partido -hablo de Podemos, naturalmente- parece que tenga muchas ganas de seguir llamando «hermano» a Tsipras y menos aún de izar junto a Syriza la bandera que iba a cambiar el rostro inhumano de una Europa tiránica y capitalista hasta la desesperación. Ya nadie habla del inefable Varufakis -ni siquiera el propio Tsipras- que ya no es más que un verso suelto atractivo pero imposible.

El tsunami de huelgas y manifestaciones que vive ahora Grecia viene desde todos los frentes, incluidos los comunistas que no tragan con las reformas escasamente sociales, según ellos, del primer ministro griego.

Pero aquí ya no le interesa a nadie la realidad de un sueño que muchos pudimos compartir como teórico pero irrealizable; un sueño que se truncó por imposible al enfrentarse a una Europa que a día de hoy es la que es, nos guste o no. Y tan es así, que hasta la socialista Francia se enfrenta esto días a otra reforma inspirada en la española y que ha puesto en contra del Gobierno de Valls a buena parte de sus seguidores.

Habrá que concluir que los experimentos que al principio mostraba Podemos han sido un perfecto fracaso, desde Gracia a Venezuela y es verdad que el discurso de Pablo Iglesias ha ido reculando y el ardor poético/guerrero de los primeros tiempos lo han tenido que matizar porque la realidad es terca y cuando no hay papel higiénico en los supermercados y la inflación de un país rico en petróleo es del 213%, no parece un ejemplo a seguir pese a que en su momento exclamara Iglesias:

Pues casi mejor buscamos otro ejemplo.

Y volvemos a Gracia de la que ya nadie habla. Decía Iglesias del «amigo Alexis»: «Un león que ha defendido a su gente, un león que ha dado la cara por Grecia». Hasta que llegaron las tiritas, el betadine y las recetas de la Troika, que ellos solos dieron por muerta, para curar a buen precio la tumefacta cara del programa radical griego.

Pues ya no cuenta nada de esto. Nadie habla del fracaso brutal del chavismo en Venezuela ni de la imposible aventura que no pudo ni empezar Syriza en Grecia incumpliendo la mayoría de sus promesas.

¿Esto es bueno? Naturalmente que no; ni puede ser bueno lo que les está ocurriendo a los venezolanos -esperemos que por poco tiempo ya- ni es bueno que en Europa no se de cuenta de que sólo con ajustes duros y absurdas multas se sale de la crisis.

Pero no se trata de que sea bueno o malo, de que nos guste más o menos (a mí el chavismo siempre me pareció un desatino) sino de lo que es o no posible. Y está bien intentar cambiar Europa pero el problema es que eso no se hace sólo con frases, programas o buenas intenciones.

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