Era un proyecto inviable —Qué hacer si Spanair le ha dejado en tierra— desde que el capital escandinavo dejó Spanair y solo el empecinamiento de la Generalidad –antes con el tripartito y ahora con CiU– en controlar una compañía aérea, para competir con Madrid, ha costado a todos los ciudadanos unos 140 millones de euros.
En Qatar se habrá oído en los últimos días muchos «menos mal» porque en las últimas semanas se valoró que una empresa del país asiático se hicera con la compañía. Pero sin dinero público no hay vuelos —Spanair está en la ruina, pone en tierra sus aviones y deja de volar–. Entre otras cosas porque no hay pasajeros. E incluso hay dudas de la legalidad de la intervención pública en la compañía privada —Las ayudas a Spanair, ante la UE–.
Aunque parezca obvio, los grandes medios escritos de Cataluña no lo vieron así cuando en 2009 la Generalidad entró en Spanair. Pocas fueron las voces que se alzaron para decir que era una locura competir contra la realidad —La ensoñación de Spanair–. Mucho menos los grandes partidos, tanto CiU como PSC se pusieron el tapaojos y soltaron el dinero… público, claro.
La Vanguardia jugó el mismo papel que la Generalidad. Así, su director, José Antich, el 31 de enero de 2009, en su billete diario titulado «La apuesta de Spanair» escribía esto:
«Aunque la respuesta no ha sido la esperada inicialmente, si bien está lo que bien acaba, ayer se inició una aventura empresarial difícil pero necesaria y esperanzadora para asegurarse nuevas rutas en el aeropuerto de El Prat y volver a aspirar a conseguir ser un hub, con la colaboración de Lufthansa, de mercados emergentes y con un volumen suficiente de pasajeros, como el sudamericano. La nueva T-1 de El Prat, que se inaugurará en muy pocos meses, abre sin duda expectativas de negocio que bien gestionadas deberían ser suficientes para una compañía que cubra un segmento alejado del bajo coste, que ya van a acaparar de una manera importante las compañías Clickair y Vueling después de su fusión. La atracción turística de Barcelona, pese a la crisis, es una realidad contrastada y el aeropuerto sigue moviendo 30 millones de pasajeros, una cifra notable que debe hacer posible la viabilidad del ambicioso proyecto firmado ayer en la capital catalana».
Sin embargo, el mismo Antich, el pasado 28 de enero de 2012, solo horas después de conocerse la noticia del cierre de Spanair —Una historia anunciada— dejó esto en el papel:
«Cuando no casa el mundo real con sueños y ambiciones inalcanzables, quizás valga la pena pararse a reflexionar antes de que se pierdan muchas decenas de millones de dinero público. Muchos dirán que el cierre de Spanair, que ya se ha hecho efectivo, es el final de una historia anunciada, y será difícil rebatírselo en estos momentos. Cuando se vio fehacientemente que en la operación de compra de una compañía el capital privado se resistía a entrar, las entidades financieras catalanas pasaban de largo y así un largo etcétera, ¿tenían las administraciones que embarcarse hasta las cejas?».
«HAY QUE APLAUDIR ESTA VALIENTE OPERACIÓN»
El buque insignia del Grupo Godó, y la burguesía catalana, elevó a editorial su posición en este tema. Y, como su director, para el diario lo que haga la Generalidad está bien. Tanto hace tres años como ahora.
Editorial de La Vanguardia, 1 de febrero de 2009, titulado «Spanair y el aeropuerto de Barcelona», solo dos días después de hacerse público que la Generalidad había rescatado la empresa aeronaútica:
«Esto hace que la compra de Spanair no pretenda sólo una rentabilidad puramente empresarial, sino también un beneficio económico, social y estratégico para el conjunto del país, para Barcelona, Catalunya yEspaña. En este sentido, hay que aplaudir esta valiente y arriesgada operación, que ha sido impulsada por Catalana d’Iniciatives y por Turisme de Barcelona, y que cuenta con la participación de diversos grupos hoteleros y turísticos. Es una iniciativa público-privada sin parangón en los últimos años en Catalunya».
Editorial del diario del Grupo Godó —«Spanair apaga motores»— solo un día después de cerrar la compañía:
«¿Hasta cuándo tenía que aportarse dinero de los contribuyentes para sostener Spanair en el actual contexto de recortes que afectan incluso a la sanidad? No se trata de un fracaso de país, sino de entender las tremendas dificultades que cualquier administración pública sufre actualmente. La Generalitat indicó ayer que no puede seguir invirtiendo en la aerolínea porque debe ser «extremadamente cuidadosa» con sus prioridades de gasto. A pesar de ello, reafirmó su voluntad de seguir trabajando para mejorar la actividad del aeropuerto de Barcelona».
Si bien algo más mesurado, El Periódico también aplaudió la operación de compra por parte de la Generalidad. Así lo dejó escrito en su editorial del 1 de febrero de 2009, titulado «La nueva Spanair»:
«En una época en la que abundan las malas noticias en el ámbito económico, debe saludarse con optimismo una operación que puede ayudar a la expansión del tan deseado tráfico intercontinental en el aeropuerto de El Prat».
Para llevar datos al editorial del pasado 28 de enero de 2012: «El final de Spanair», y justificar la decisión de la Administración autonómica, que decididó no inyectar más dinero público:
«Sería fácil decir que se trata de la historia de una muerte anunciada habida cuenta de que en los últimos tres años ha acumulado unas pérdidas multimillonarias: 185 millones en el 2009, otros 116 en el 2010 y, previsiblemente, 70 en el 2011. Pero lo que ha ocurrido con esta compañía
es más complicado».
Pero en los dos grandes diarios de Cataluña nadie podrá decir que no estaban advertidos de la delicada situación por la que pasaba la compañía. El 17 de julio de 2008, El Periódico publicaba la noticia del ERE de Spanair: «Spanair afronta su crítica situación con el despido de 1.100 empleados» y poco tiempo después, el aún alcalde de Barcelona, Jordi Hereu (PSC), animaba a los empresarios catalanes a invertir en la compañía —Hereu anima al capital a entrar en Spanair–.
«LA GENERALIDAD NO ARRIESGA NI UN EURO»
Uno de los artífices de la compra de Spanair por la Generalidad fue Joan Gaspart. En una entrevista para TVE –el 4 de febrero de 2009, para el programa 59 segons— el ex presidente del Barça –felicitado por los tertulianos, que consideraron la compra de la aerolínea una magnífica noticia: Joan Tapia, Pilar Rahola, Màrius Carol, Toni Bolaño y Magda Oranich; todos, menos Juan Carlos Girauta, que puso en duda la viabilidad de la empresa–, decía esto de la compañía:
«Se confía en el futuro, si no, no se hubiera comprado. […] La gente está segura de que esta compañía será rentable. […] Además de su obligación [de los políticos], ayudar, han animado y han procurado de que la operación se lleve a cabo. La Generalidad no arriesga ni un euro. No hay capital público».
Simplemente, un éxito empresarial. Spanair deja una deuda de cerca de 350 millones de euros —El colapso de Spanair deja en el aire deudas por más de 350 millones–. Políticos, empresarios y periodistas, el establishment a una. Y a los ciudadanos, 140 millones de euros de la hacienda común.