Tertulia en la radio, tertulia en la televisión y tertulia en internet. Al margen, claro, de las tertulias de barra de bar. Las tertulias se han convertido (sobre todo en España) en todo un género. Y un modus vivendi —¿Sabe usted cuánto cobran los tertulianos de radio y televisión?— para algunos periodistas y tertulianos.
Pero hay estilos y formas. Esto es lo que ha señalado Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional, que considera las tertulias como «un elemento constitutivo importante» de la formación de la «opinión pública».
Sin embargo, De Carreras es muy crítico con la deriva que tomaron las tertulias a partir de mediados de los años 90: «A mediados de los noventa todo empezó a descontrolarse y las tertulias proliferaron por doquier, sobre todo en televisión. Su número actual se acerca casi al infinito».
Pero la cuestión principal que ha planteado, en un artículo publicado en La Vanguardia —Tertulias ¿de calidad?–, es precisamente si existe un mínimo de calidad en las tertulias radiofónicas y televisivas en España. Cree que no.
«PLURALISMO IDEOLÓGICO»
«¿Todas son de calidad? A mi parecer no, sólo muy pocas, casi ninguna». De Carreras se refiere solo a las tertulias políticas, que son, asegura, «aquellas que ayudan a formar una opinión pública libre». Las otras, ya sean deportivas o de cotilleos o entretenimiento, ni tan siquiera las tiene en cuenta.
Así, el catedrático en la Universidad Autónoma de Barcelona que dejó de acudir a las tertulias de TV3, expone los puntos básicos para que las tertulias sean de calidad. En primer lugar debe existir un «pluralismo ideológico» mínimo.
Y cabe distinguir entre las tertulias en los medios de comunicación públicos, y en los privados:
«En los primeros, el pluralismo es una exigencia para preservar la neutralidad de un medio que pagamos entre todos. Ello se ha conseguido pocas veces, pero una excepción han sido los programas de los medios públicos estatales de los últimos años, tanto TVE como Radio Nacional. Esperemos que el reciente cambio de director continúe este gran nivel de imparcialidad y de alta calidad, reconocida por numerosos premios, no sólo en las tertulias dirigidas por Ana Pastor y Xabier Fortes (y antes por Vicente Vallés) sino también en los excelentes telediarios de Ana Blanco y Pepa Bueno o el programa de las mañanas que dirige Juan Ramón Lucas en Radio Nacional».
Unos medios, según De Carreras, con una «línea de información objetiva y de opinión plural y razonada». Esto es TVE. Pero no TV3. «En los medios públicos de la Generalidad esta excepción no existe y sólo se invita, en ocasiones, a algún discrepante para disimular. Incluso su reglamento interno es discriminatorio por razón de lengua», añade.
Pero, ¿qué pasa con el pluralismo en los medios de comunicación privados? «Si bien es conveniente desde el punto de vista de la calidad -el debate siempre implica, por definición, pluralismo- no es exigible por razones de neutralidad». Las empresas de comunicación tiene derecho a escoger «los límites de su campo ideológico».
«LA VOZ DEL EXPERTO»
Vamos a por el segundo requisito para que una tertulia sea de calidad. Imprescindible. Que los que hablan sepan del tema: «Aquí medios públicos y privados adolecen de notorios defectos. Ahora mismo se comprueba al escuchar como pontifican sobre la crisis económica contertulios especialistas en generalidades cuya opinión vale tanto como la mía, que soy un absoluto desconocedor de la materia. Cuando ello sucede, y es muy a menudo, lo mejor es cambiar de canal».
Hay temas, algunos muy complejos, que «la voz del experto» se hace imprescindible.
Y el tercer aspecto. Lo que cada tertuliano aporta en la «actitud». Las buenas tertulias son aquellas en las que los participantes están y muestran actitudes positivas por participar. «Este no es, como puede parecer, un componente formal sino esencial. Las interrupciones continuas, la sobreactuación, los gritos y exclamaciones extemporáneas, no son mera forma, son fondo: reflejan intolerancia, incapacidad argumentativa, falta de ecuanimidad, negativa al diálogo y a la posibilidad de aprender del otro», señala De Carreras.
Porque, en el fondo, practicar este estilo es reconocer «la propia ignorancia», dice el columnista del diario del Grupo Godó. Y añade que: «Conocer implica escuchar al otro, estar dispuesto a aprender de los demás, saber que en una disputa dialéctica son más importantes los argumentos que la conclusión. […] El guirigay, tan frecuente, es, además, un mal ejemplo de convivencia democrática».
Así, finaliza De Carreras, ¿cuántas tertulias son de calidad? «Si las contamos con los dedos de la mano, nos sobran dedos». Otra cosa es el mundo del show business televisivo.