… es un mensaje implícito a Europa: prefiero hacer temblar los cimientos económicos del proyecto europeo antes que reconocer la inoportunidad y el anacronismo de un soberanismo trasnochado…
Resulta sorprendente que haya alguien que pueda llegar a sorprenderse con las salidas de tono de una organización política asamblearia como ERC, un partido que en su historia reciente ha dado más que suficientes muestras de desvaríos y vaivenes programáticos –variaciones que dependían de la radicalidad de los asistentes a las calçotadas asamblearias- como para dudar de si se trata de un partido serio o no.
Desde fugaces líderes políticos izquierdistas y republicanos reconvertidos a periodistas orgánicos del nacionalismo neoliberal como Pilar Rahola, a históricos de ERC como Heribert Barrera cuyas opiniones políticas recogidas en un libro titulado “¿Qué piensa Heribert Barrera?” estarían en la órbita de cualquier buen demagogo ultraderechista europeo (con afirmaciones como “Es mejor una Rambla donde solo se paseen gente de raza blanca” o “Se merece más respeto un asesino de ETA que un delincuente común” o la perla “Es más importante salvar Catalunya que la democracia”), los dirigentes republicanos han dado sobrados indicios de una tendencia antropológica hacia el dislate (por no recordar al ínclito y defenestrado Josep Lluís Carod Rovira y la era de los Tripartitos).
En verdad lo único que ha cambiado con Oriol Junqueras es que este no tiene la imperiosa necesidad de atención mediática de la que hacían gala sus antecesores, eso ha hecho que muchas veces el silencio o sus escasas apariciones se interpreten como un signo de buen hacer político o de ser una persona confiable, sin embargo los silencios solo son eso silencio o, como mucho, estrategias con las que evitar el desgaste, estrategias con las que dejar desgastarse a sus socios de CiU.
Pero más allá de esta gestión de los tiempos y las palabras no habría que olvidar que bajo las siglas de ERC subyace una ideología que se cree depositaria de verdades autoevidentes y atemporales, de una suficiencia que mira con desprecio a los otros, de una superioridad que le lleva a amenazar a cualquier persona, organización o territorio que pueda oponerse a su “construcción nacional”.
Ese chantaje, esas coacciones desde la convicción de estar por encima de los demás junto a los desvaríos que comentaba más arriba, les ha llevado a elevar el objetivo de sus amenazas, ya no se conforman con las instituciones españolas, ahora ya se atreven con Europa, ese escollo a superar en la vía nacionalista, actúan como ese pueblo irredento de la Galia que resiste al mundo, creen que la pócima mágica son sus propias convicciones, las Convicciones…
Porque, no lo dudemos, la diana de las declaraciones de Oriol Junqueras no era España, era Europa y su estabilidad financiera y económica, por eso hacer hincapié en la prima de riesgo, porque la estabilidad económica de España es fundamental para la Unión Europea, es un mensaje implícito a Europa: prefiero hacer temblar los cimientos económicos del proyecto europeo antes que reconocer la inoportunidad y el anacronismo de un soberanismo trasnochado.
Solo una cosa más, es lamentable que un partido que se autodenomina social y de izquierdas solo reivindique una huelga política, una huelga ideológica, mientras apoya a un gobierno catalán absolutamente insensible a los sufrimientos de la población, es lamentable que no se movilicen contra los recortes en sanidad o educación, ni por los cambios en el PIRMI, ni por la malnutrición infantil, el despilfarro público o la corrupción política instalada en Cataluña, no, a ellos solo les importa su proyecto, el Proyecto, parece que Heribert Barrera dejó un importante poso intelectual ya que parecen anteponer el “salvar a la Cataluña nacionalista que preocuparse por los ciudadanos de Cataluña”.