Diario de un NO nacionalista

La Generalitat, el “Consejo Ibérico” y la Unión Europea

Pero si el ideal nacionalista está basado, como decíamos, en un sentimiento irracional, su puesta en práctica está concebida como un juego estratégico

poniendo sobre la mesa una “unión ibérica” liderada por una Cataluña extra-europea y así ganar peso específico (económico y demográfico) para poder chantajear a la Unión tal y como hacen en la actualidad con el Gobierno central, es una de las trampas de la intelectualidad orgánica al servicio del nacionalismo

Entre las sorprendentes conclusiones del Consejo para la Transición Nacional (CATN), órgano asesor creado por la Generalitat para que confeccione informes del llamado “proceso”, nos encontramos en su último informe denominado “Las relaciones de cooperación entre Cataluña y el Estado españolla propuesta de crear un “Consejo Ibérico” o, como mínimo, un “Consejo Catalano-Español”.

Quién lea este informe podría deducir que la mediocridad intelectual es lo que rodea al nacionalismo, no (solo) me refiero a los profesionales del informe, lo que cuestiono es el pobre (o inexistente) bagaje racional de una ideología historicista basada en mitos, leyendas y anacronismos.

La ventaja de este tipo de informes es que se enfrentan a sus propias contradicciones, y por tanto, no pueden esconderse tras soflamas, vagos discursos y esperpénticas deformaciones, con ellos emerge con fuerza que la auténtica razón de la obsesión soberanista es simplemente sentimental, un sentimiento excluyente, una hispanofobia que, paradójicamente, necesita a España para su viabilidad.


Todo este “proceso” (parece que sea algo inexorable), toda las tensiones políticas creadas, la fractura social, la renuncia voluntaria al proyecto europeo, la ruptura traumática de España, asumir tremendos riesgos económicos, la división entre buenos y malos catalanes, se resuelve con una posterior “unión ibérica”, esto es, separar, fragmentar, romper, violentar, imponer, para, después, volver a unir… para este viaje no hacían falta alforjas.

Pero si el ideal nacionalista está basado, como decíamos, en un sentimiento irracional, su puesta en práctica está concebida como un juego estratégico, por ello los próceres de la “construcción nacional” utilizan todas las herramientas racionales a su alcance para alcanzar sus objetivos, especialmente recursos lingüísticos dotados de unas considerables dosis de intencionalidad con las que sustentar su relato, y aquí está la clave del disparate unir/desunir/unir.


La pista la encontramos en el tardío y minimizado reconocimiento por parte de Artur Mas de nuestra segura salida de la Unión Europea en caso de secesión, ¿cuál sería la forma de “vender” la independencia de Cataluña a la UE?, ¿cómo podrían “convencer” a los países miembros de la Unión Europea para seguir disfrutando los privilegios y la cobertura de las instituciones europeas?

Pues, básicamente, poniendo sobre la mesa una “unión ibérica” liderada por una Cataluña extra-europea y así ganar peso específico (económico y demográfico) para poder chantajear a la Unión tal y como hacen en la actualidad con el Gobierno central, es una de las trampas de la intelectualidad orgánica al servicio del nacionalismo, pretenden utilizar y arrastrar a un proyecto al resto de españoles y a los portugueses en el que el único beneficiario sería la élite que gobierna y quiere seguir gobernando Cataluña.

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