Diario de un NO nacionalista

El discurso belicista de Artur Mas

El discurso belicista de Artur Mas
Artur Mas. EP

“… el nacionalismo que usted representa no ansían más democracia sino una soberanía sin límites ni matices…Una soberanía sin contrapesos legales ni judiciales con la que poder construir un Estado a la medida de la casta nacionalista, un Estado con el que poder llevar a término el proceso de asimilación identitaria iniciado hace más de treinta años

Artur Mas parece estar abandonando su habitual y taimado lenguaje mítico-poético (y náutico), imagino que a medida que avanza el proceso, a medida que el camino se endurece ante la terca realidad, el que aspiraba a convertirse en un Pequeño Timonel nacionalista, tiene que radicalizar su discurso, emergiendo así el verdadero espíritu esencialista, agresivo y excluyente del nacionalismo.

Por eso la utilización de un lenguaje trufado de referencias belicistas por parte del presidente de la Generalitat en la inauguración de los actos del Tricentenario (del minuto 12,20 al 31,05), por ello una escenificación más propia de otros regímenes que el de una democracia, con la entrada triunfal (solo se echaba en falta el palio) –convenientemente emitida por TV3– de un representante público en un recinto sagrado (¿será un intento de sacralizar el dogma nacionalista?).

Esta utilización de un lenguaje belicoso ya ha sido denunciada por Ciutadans, aunque, como no podía ser de otra manera, pasará más bien desapercibida para aquellos millones de catalanes que tienen por costumbre informarse únicamente a través de los órganos de propaganda al servicio del nacionalismo.

Entre las perlas del discurso más “guerrero” del presidente de la Generalitat encontramos cosas como “Antes las armas eran las bayonetas y los fusiles, y hoy lo son la democracia, los votos y las movilizaciones de nuestra población, que son unas armas muy poderosas en las sociedades democráticas…”, resaltar la extraña coincidencia entre las movilizaciones que reclama Artur Mas y la última propuesta de la sociedad civil” representada por la ANC cuando pide una rebelión pacífica” y que “tendremos que volver a salir a la calle, haremos lo que haga falta hasta la independencia

Este discurso inaugural de los actos conmemorativos del Tricentenario podría ser el culmen de la utilización de la historia como propaganda política, un discurso que bien podría estar pronunciado por los más rancios defensores del nacionalismo alemán de finales del siglo XIX.

Refleja el esencialismo con el que tratan de manipular, adoctrinar y tensar el espíritu y las emociones de un auditorio cada vez más excitado y convencido de su predestinación histórica, de ahí el lenguaje agresivo, de ahí la invención de una historia degradada en forma de historieta inventada, de ahí la reconstrucción en forma de cómic alegórico de unos episodios históricos más que cuestionables.

A este esencialismo hay que añadir una característica aún más delirante en el discurso de Artur Mas, estamos ante un doble anacronismo que tratar de enredar con “hilos de plata” una madeja inexistente, comparar política y socialmente los sucesos de 1714 con los de 2014 es un anacronismo, pero aducir que los «héroes» de 1714 murieron porque querían más «autogobierno…un concepto el gobierno del país, el poder del país no fuese un poder absoluto sino que fuese un poder matizado, un poder equilibrado, un poder en que el pueblo a través de sus representantes de la época tuviese también una incidencia especial…trescientos años después defendemos exactamente lo mismo…», es básicamente un anacronismo dentro del anacronismo.

Este inventar una historia dentro de una historia imaginada es algo demencial y delata el poco conocimiento (o respeto) por la democracia y por el rigor histórico-científico (que la Historia sea narración no significa que todo valga en pos de la Causa).

Decir o insinuar que los próceres desIlustrados del principio del siglo XVIII luchaban por una especie de separación de poderes o “poder equilibrado” treinta y cuatro años antes de que Montesquieu publicase «El espíritu de las leyes» es una vergüenza (tampoco creo que los resistentes austracistas tuviesen a Polibio como libro de cabecera, ni al reciente parlamentarismo inglés como modelo).

Estamos asistiendo a una espiral de corrupción de las normas de convivencia democrática en la que todo vale, en que la Historia se pervierte y la labor histórica se convierte en instrumento más de la maquinaria de propaganda, dónde la veracidad de los argumentos es algo secundario frente a unos fines sacralizados, estamos ante el cinismo de los medios.

Sr. Artur Mas, aquella parte de catalanes que combatieron a las tropas borbónicas no anhelaban libertad para el “pueblo” ni querían mayor autogobierno para su “país”, únicamente querían mantener el statu quo de un élite económica y administrativa (aunque se equivocaron, una vez más, de bando), de la misma manera el nacionalismo que usted representa no ansían más democracia sino una soberanía sin límites ni matices.

Una soberanía sin contrapesos legales ni judiciales con la que poder construir un Estado a la medida de la casta nacionalista, un Estado con el que poder llevar a término el proceso de asimilación identitaria iniciado hace más de treinta años que acabe con la diversidad cultural y lingüística entre los catalanes y así, paulatinamente, ir acabando con las opciones políticas y los espacios de libertad en Cataluña.

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