Diario de un NO nacionalista

Unionismo o la fractura social como método

Unionismo o la fractura social como método
Pilar Rahola en TV. PD

“…fracturar la sociedad catalana para alcanzar su objetivo político: legitimar un referéndum ilegal… inoculando una mentalidad favorable a esquema binarios… una “igualación política” entre un artificio denominado “unionismo” y el independentismo (¿qué sentido tiene ser unionista de algo que ya está unido?: para confundir entre lo que es una realidad social, jurídica e histórica con lo que solo es un proyecto)… una estigmatización de antidemócrata a todo aquél que niegue la conveniencia u oportunidad de la consulta.”

La ofensiva política del gobierno de Mariano Rajoy parece que está dando en el blanco, prueba de ello es la reacción atávica a las declaraciones de Alicia Sánchez Camacho, Enric Millo o María Dolores de Cospedal durante la convención del PP celebrada en Barcelona, y no me refiero al tremendo error de cambiar el tema de las balanzas fiscales en vez de poner el foco en las contradicciones en las que incurren los defensores de dichos estudios (cambio que solo ha servido para dar más carnaza a la jauría nacionalista).

El dardo ha dado en la diana, al fin se destapa en el entramado mediático catalán una estrategia política que ha calado paulatinamente entre la población catalana: la fractura social en función de tu posicionamiento respecto a la independencia de Cataluña y los cada vez más numerosos casos de violencia política (de baja intensidad) contra todo aquél que se posicione públicamente en contra de los postulados soberanistas.

Después de la Convención del PP, la caverna mediática nacionalista ha reaccionado contundentemente, Mariano Rajoy ha sido tachado por la hagiógrafa oficial de Artur Mas, Pilar Rahola, de “capitán de los hoolingas”, de ser un “mediocre” ante “tiempos son épicos, complejos y grandiosos”… El siempre dispuesto a la deformación informativa y portavoz de la Generalitat, Francesc Homs ha declarado que el Presidente del Gobierno “insulta la inteligencia del pueblo de Cataluña o, según Josep María Pelegrí de CiU, el PP ha venido a Cataluña con “espíritu colonial (más un sinfín editoriales y columnas de periodistas aspirantes a convertirse en el palmero oficial del Reino).

Resulta chocante que para el gobierno de la Generalitat no sean una prioridad los incidentes y ataques a sedes de partidos políticos y militantes, parece que prefieren seguir aparentando que la fractura social no genera frustración ni tensiona emocionalmente a la sociedad, parece que prefieran continuar con la ficción de un “Proceso” pacífico, transversal, democrático… aséptico…

Se rasgan las vestiduras cuando Alicia Sánchez Camacho compara la situación del País Vasco con la de Cataluña, utilizan toda su maquinaria de propaganda para tratar de difamar a la dirigente popular, pero la realidad resulta muchas veces irónica, al día siguiente del “aquelarre” de los populares, las juventudes de ERC han homenajeado a un terrorista de Terra Lliure abatido por las fuerzas de seguridad en el año 1979… acto que ha acabado con gritos de “Visca Terra Lliure”.

¿Alguien desde el gobierno catalán ha condenado, criticado o cuestionado dicho homenaje?, ¿cuántas plumas al servicio del Régimen nacionalista han denunciado el evento?, ¿qué medios de comunicación han difundido la noticia?, ¿por qué la radio y televisión pública oculta este tipo de actuaciones?, ¿no será que la épica nacionalista es muy permisiva con la radicalidad propia (radicalidad en lo radical) y muy poco tolerante con los discursos que simplemente disienten de lo oficial?

Por mucho que nieguen la mayor, en Cataluña se está dando una fractura social, se percibe en cualquier conversación, en cualquier discusión, en cualquier tertulia, pero no solo en el fragor del debate, sino también en los silencios obligados para evitar malos ratos, en el hecho de que los partidarios del “Proceso” se permiten el lujo de hacer un proselitismo de la intimidad, de lo cercano, desde la soberbia y la superioridad del que cree saberlo (casi) todo de antemano, cualquiera que viva en Cataluña y tenga un mínimo de capacidad de atención dará cuenta de lo que digo.

Pero ¿por qué azuzar la división entre catalanes?, ¿por qué reducir la democracia a un juego de suma cero?, ¿por qué concebir el juego político como un enfrentamiento entre buenos y malos catalanes?, ¿por qué sobrecargar simbólicamente (con atributos peyorativos) a todo aquél que no sea partidario de hacer la “Consulta”?, ¿por qué de la obsesión por relacionar democracia y referéndum?, ¿la fractura es un fenómeno natural surgido del “pueblo” o es una estrategia de ingeniería social y manipulación política?

La respuesta a todo esto la podríamos encontrar en el ejemplo de la escisión del PSC, tanto en su vertiente política como en el tratamiento mediático, me explico, en cualquier sistema político “normal”, esto es, aquél que no está dominado por algún tipo de  épica teológica, nadie animaría a los díscolos a formar otro partido político más (nadie quiere más pirañas en su pecera), sin embargo, aquí en Cataluña, desde muchos frentes se les alienta a crear una nueva formación o fusionarse en algún otro grupúsculo de la órbita nacionalista.

De igual forma, desde los púlpitos de algunas radios (RAC1), se interpretaba la situación del líder del PSC de la siguiente manera “Pere Navarro está presionado por el sector “catalanista” del PSC y Alfredo Pérez Rubalcaba”, es decir, no es concebible que hayan muchos catalanes no partidarios de la consulta, la oposición a la misma debe ser siempre algo externo, algo ajeno al nosotros asimilador, un agente no legitimado por la catalanidad.

Y ese es el método utilizado por el nacionalismo, fracturar la sociedad catalana para alcanzar su objetivo político: legitimar un referéndum ilegal, innecesario y anacrónico inoculando una mentalidad favorable a esquema binarios, una naturalidad ante un frentismo muy poco democrático, una “igualación política” entre un artificio denominado “unionismo” y el independentismo (¿qué sentido tiene ser unionista de algo que ya está unido?: para confundir entre lo que es una realidad social, jurídica e histórica con lo que solo es un proyecto), una división entre los que se posicionan a favor o en contra de la independencia, y, sobre todo, un arrinconamiento, una condena al ostracismo, una estigmatización de antidemócrata a todo aquél que niegue la conveniencia u oportunidad de la consulta.

 

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