Diario de un NO nacionalista

Nacionalismo: europeísmo de conveniencia

Nacionalismo: europeísmo de conveniencia
Cataluña, independentismo catalán, estelada, CiU y ERC. EP

“…esta obsesión por deformar la realidad e invertir los valores, choca con un obstáculo inesperado llamado Europa, un proyecto europeo al que no pueden convertir en un segundo chivo expiatorio… al que acusar de todos los desmanes y contradicciones de la política catalana, quizás sea por ello, por no saber cómo gestionar un falaz discurso europeísta sin Europa… el comportamiento y las declaraciones de muchos de los próceres nacionalistas sean tan estrambóticas como bipolares…”

Creo que tanto la Generalitat como todo el coro de voceros y palmeros que medran a su alrededor podrían formar parte del Ministerio de la Verdad, aquel ministerio ideado por George Orwell en su novela “1984”, aquél que estaba dedicado en cuerpo y con poca alma a deformar la historia, a invertir la realidad, a conformar la mente de los ciudadanos de Oceanía, aquél que instrumentalizaba todos los medios del Estado por y para la Causa.

También podrían encuadrarse en el Ministerio de la Paz, aquél que se esforzaba en mantener relaciones agonísticas con sus vecinos, básicamente porque cuanto más se odia al vecino, al diferente, a la alteridad, menos exigente eres con tu propia realidad, si nos damos cuenta el nivel de conflictividad social en Cataluña es mucho más bajo que en otras comunidades autónomas… ¿será por qué todo lo que ocurre en Cataluña es culpa de Madrid, España o “los españoles”?

Pero esta obsesión por deformar la realidad e invertir los valores, choca con un obstáculo inesperado llamado Europa, un proyecto europeo al que no pueden convertir en un segundo chivo expiatorio –aunque a más de uno le gustaría- al que acusar de todos los desmanes y contradicciones de la política catalana, quizás sea por ello, por no saber cómo gestionar un falaz discurso europeísta sin Europa… el comportamiento y las declaraciones de muchos de los próceres nacionalistas sean tan estrambóticas como bipolares.

Parece que con el asunto de Europa el gobierno catalán y sus adláteres juegan a un doble juego de amor-odio, de súplica-amenaza, que no hace más que ahondar el descrédito internacional de una Cataluña arrastrada por ideologías trasnochadas y extemporáneas, ideologías que conciben el proyecto europeo –al igual que la democracia- como un medio, no como un fin en sí mismo, como una mera herramienta con la que llevar a término su proyecto político.

Dicho ridículo no solo es ir en contracorriente de la historia de Europa, aquella que une y anhela una paz perpetua, son ridículas por declaraciones como las de Artur Mas ante Viviane Reding ofreciendo a Cataluña como «un excelente aliado para construir la Europa del futuro«, ¿se referirá a una futura Europa aún más ingobernable hiperfragmentada y enfrentada por tenues e imaginadas fronteras mentales (culturales les llaman)?, o cuando en la misma reunión ha dicho que  Cataluña, “«ahora» quiere y necesita «implicarse en la construcción Europea«, ¿quiere o necesita (las palabras, a veces, son ideológicamente atronadoras)?, pero ¿quién necesita a Europa?, ¿una Cataluña tan española como europea o un nacionalismo obsesionado por hacer desaparecer su propio sentir español y borrar su propia historia?

Pero no lo dudemos el discurso de la internacionalización del proceso secesionista tiene dos vertientes aparentemente incompatibles, una mendicante que lanza al presidente de la Generalitat a la búsqueda del Santo Grial del apoyo internacional, y otra de consumo interno que se atreve, desde la soberbia y superioridad acostumbrada, a dar lecciones a Europa, que magnifica las posibilidades que influir en la política europea, que se atreve a amenazar al proyecto europeo mismo.

Naturalmente esta bipolaridad oscila entre la súplica de Artur Mas y la altanería de Francesc Homs, este último en declaraciones a El País ha llegado a decir que “Europa estará acabada si expulsa a siete millones de ciudadanos, y en la página web de la Generalitat ha publicado que «Si la UE no supiera encontrar una solución política al que democráticamente exprese el pueblo de Cataluña, sería el fin de Europa como modelo de integración democrática y pacífica«…

Es decir, que un proyecto como el europeo, nacido de la peor conflagración bélica de la historia, que sufrió las consecuencias de las ideologías totalitarias, que ha conseguido borrar las profundas diferencias políticas y culturales que llevaron a la guerra, que ha basado su ser en la integración política, en la democracia y en los derechos humanos… desaparecerá porque no quiere avenirse con el independentismo catalán, o como mínimo, dejará ser un modelo pacífico y democrático de integración porque no siguen las órdenes y directrices de los dirigentes nacionalistas…

Pero no solo eso, en el esfuerzo por invertir la realidad, en la obcecación por mantener desinformada a la población catalana, vemos cómo desde el mundo académico, convertido en vanguardia de la internacionalización del Proceso, se procura hacer creer que, en caso de independencia, será Europa quién expulsará a todos los catalanes (nacionalistas y no nacionalistas) de la Unión Europea, escondiendo que en el más que improbable caso de que se celebre un referéndum de autodeterminación en Cataluña, no solo se decidiría la secesión de España sino, también, el abandono voluntario del proyecto europeo.

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