Diario de un NO nacionalista

Cataluña: Persecución (física) al disidente

Cataluña: Persecución (física) al disidente
Pancarta de los independentistas catalanes. CT

“… parece que los más radicales entre los independentistas se creen legitimados para acosar físicamente a los disidentes del Sistema, todo ello contando y gracias a la indiferencia de los poderes públicos encargados de velar por los derechos de los ciudadanos…”

Todo aquél que, en Cataluña, ose criticar el proyecto independentista, que se atreva a contestar públicamente el proceso de manipulación política e ideológica puesto en marcha por el secesionismo, que tenga la osadía de ejercer la libertad de expresión, debe saber que se expone a una serie de represalias, desde una condena al ostracismo hasta sufrir una campaña de desprestigio personal.

Parece que hay una legión de corsarios (muy probablemente bien sufragada por las fuerzas nacionalistas) dedicados a rastrillar las redes sociales para localizar a los díscolos catalanes que nos resistimos a la asimilación identitaria e ideológica, y someterlos a un asedio constante que suele desembocar en amenazas, insultos y difamaciones.

Pero este es un problema que se agrava, parece que los más radicales entre los independentistas se creen legitimados para acosar físicamente a los disidentes del Sistema, todo ello contando y gracias a la indiferencia de los poderes públicos encargados de velar por los derechos de los ciudadanos, el proceso mental es muy sencillo, es algo que se practica desde que el hombre practica la violencia sobre un “otro”, se cosifica y deshumaniza al contrario, un “contrario” concienzudamente y previamente convertido por el nacionalismo en alteridad, en chivo expiatorio sobre el que culpar de todos los males.

Ayer sábado día 22 de marzo de 2014, en un pueblo llamado Sant Pedor, las CUP (grupo político con representación en el Parlamento catalán) han convocado una concentración frente al domicilio particular de un vecino por el mero hecho de haberse significado públicamente en contra del independentismo, por el mero hecho de formar parte de una organización que defiende la hispanidad catalana, dicho acto lo han titulado “En Sant Pedor plantamos cara al fascismo”, básicamente, para el independentismo, ejercer la libertad de expresión, defender los derechos básicos de la ciudadanía es fascismo.

Pero este no ha sido el único “incidente” ocurrido en Cataluña, hemos podido ver cómo a la salida de los juzgados de Sabadell (dónde se juzgaba el ataque que la dirigente política sufrió en la Universidad Autónoma de Barcelona), y mientras Rosa Díez, líder de UPD, atendía a los medios de comunicación, un grupo de manifestantes gritaban consignas como “Viva Terra Lliure(grupo terrorista responsable del asesinato de 5 personas) o “Caña contra España”…

La inversión de los valores es tan evidente que extraña que nadie en las CUP (y otros) no reparen en que este tipo de acciones contra lo “diferente” es lo que practican los regímenes totalitarios, más sorprendente aún es que un partido político como este haya tenido la confianza de 126.435 votantes en las elecciones autonómicas de 2012, parece que el relato de tolerancia hacia lo intolerante tejido tras más de treinta años de “construcción nacional” está calando en algunas capas de la sociedad catalana.

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