VERDADES INCÓMODAS PARA ARTUR MAS Y LOS NACIONALISTAS CATALANES

Los 8 falsos mitos del independentismo que jamás leerá en la prensa catalana

El Gobierno y su partido deben responder a la mentira con verdad, a la ruptura con firmeza y a la agresión con dureza. Tiene que quedar claro que cualquier intento secesivo será anulado

En estos días de tanto fervor constitucional por un lado y tanto neopatriotismo neocatalán por otro, habría al menos 155 razones para argumentar ante unos y otros que el enfrentamiento es demencial o cuando menos está pésimamente planteado.

Pero cuando se enfrentan intereses ocultos que quieren seguir siéndolo, y lo hacen manipulando propaganda, mentiras, sentimientos y buenas voluntades de masas cuidadosamente deformadas durante mucho tiempo para llegar a este punto, se da la tentación de la impotencia.

La Diada catalanista es sólo una ocasión más de comprobar la debilidad de la verdad y la cercanía de abismos impensables.

Sin embargo, ya que los medios del régimen ignoran desde su origen la manifestación en Tarragona de Sociedad Civil Catalana, como ignoran que la resistencia de 1714 fue «por la libertad de toda España» y toda explicación positiva, y ya que España entera se ha empapado de falsos argumentos de unos y de otros, quizá más que dar razones para la verdad lo que necesitemos sean respuestas breves para las sinrazones de las mentiras.

A modo de venablos para quien quiera defender España contra las dos opciones que fingen enfrentarse.

  • 1. No es una cuestión de interés económico catalán. España no roba a los catalanes, ni a Cataluña como tal; ante todo, porque Cataluña es España y cambiarse la cartera de bolsillo no sería un robo. Pero no hay tal robo porque sólo gracias a toda España la burguesía catalana y por defecto la región ha llegado a su actual riqueza relativa; y porque el saldo de intercambios y fiscal, si consideramos la riqueza por habitante, es favorable a las cuatro provincias, como lo ha sido desde el franquismo. Ser España no ha empobrecido a los catalanes, dejar de serlo sólo beneficiaría a una pequeña parte de la casta política, social y económica.
  • 2. Mucho menos es una cuestión de «no conveniencia». Es irritante escuchar a autoridades, notables e intelectuales que tienen el deber de defender a España hablar en tono comprensivo a CiU y a ERC diciéndoles que «no conviene a la economía catalana» la independencia. Nunca se ha usado de peor manera un argumento más absurdo. El independentismo no existe para crear riqueza, ni la gente de la calle se hace independentista por un cálculo económico. El apoyo social al independentismo es sentimental, es educativo, es propagandístico, es decir que depende de muchas cosas que no son la economía. Cifrar la lucha contra el independentismo en una pacata explicación económica es o una estupidez, o una pura colaboración con el enemigo, o quizá las dos cosas. En todo caso, implica no saber de qué estamos hablando.
  • 3. No es una cuestión de más o menos democracia. Para un catalanista, Cataluña existe independientemente de la voluntad popular, que será sólo en el mejor de los casos un reflejo social de una realidad. Ellos mismos relativizan su referéndum: si se celebrase y venciesen, sería un argumento; si perdiesen, no van a renunciar ni a su plan ni a su visión de las cosas. No son sinceramente demócratas, o no lo son de modo absoluto. Por de pronto, imponen el sujeto de la decisión democrática (una Cataluña que jamás ha sido sujeto soberano), mientras que lo que se está decidiendo es el futuro de toda la nación española.
  • 4. Tampoco España es por ser democracia. Y tampoco el conjunto de los españoles puede decidir en esta materia. España no existe o deja de existir porque lo digan los españoles de hoy, ni una mayoría de ellos. Es un mal argumento referir la decisión a la voluntad popular española de 2014, porque lo que se está decidiendo es la vida de una comunidad popular proyectada en los siglos de la que los españoles de hoy somos sólo depositarios temporales. No valen plebiscitos ni para decidir sí ni para decidir no.
  • 5. Cataluña no es Escocia. España no es Gran Bretaña. Hasta 1707, y con muchas guerras y algunos reyes compartidos, Escocia e Inglaterra fueron reinos distintos con instituciones diferentes. Su Unión que creó el Reino Unido fue la adición de dos sujetos previamente soberanos, con una constitución dispersa o no escrita, en la que la secesión cabía y cabe. Por eso ni el referéndum británico de septiembre tiene nada en común con el proyecto catalanista de noviembre… ni la posición previa de Cataluña nada en absoluto con la del primer reino de los Estuardos.

LEA EL ARTÍCULO COMPLETO EN EL SEMANAL DIGITAL

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído