Raúl Romeva tiene razón, como bien dice este eco-comunista reconvertido en esbirro de los intereses neo-liberales de CDC, la lista única de Artur Mas es instrumental, el problema es que para ese nacionalismo de corte esencialista y excluyente, todo debe convertirse en un herramienta en pos de la causa separatista, todo sirve para alimentar la maquinaria de manipulación, todo parece diseñado para cumplir una especie de profecía (casi) autocumplida, una pesadilla decimonónica que solo satisface la necesidad irracional de bucear en lo más atávico del tribalismo.
Pero, más allá de análisis filosóficos, con este artículo pretendo responder a una pregunta ¿por qué escoger una fecha como el 27 de septiembre para convocar unas elecciones autonómica que quieren hacer pasar por plebiscito que en realidad esconde un referéndum de autodeterminación? (¿no parece la perversión de la perversión), máxime cuando los voceros de la ruptura no hacen más que repetir ¡democracia!, ¡democracia!…
Veamos cómo actúan torticeramente con algo tan sagrado para la democracia como son unas elecciones libres:
- 1. La campaña electoral se inicia en la Diada Nacional de Cataluña, convocando una manifestación tan claramente electoralista como lo son los esfuerzos del nacionalismo para desmentirlo.
- 2. La fecha del 27 de septiembre coincide con uno de los principales puentes festivos de Cataluña, curiosamente cuando gran parte del área metropolitana está fuera de su residencia habitual.
Sobre el punto número dos, la fecha de la convocatoria, ¿cómo afecta dicha festividad sobre el voto y, sobre todo, a la participación?, ¿qué opciones se vota habitualmente en las poblaciones que disfrutarán del puente de la Merçe?:
- • Los 13 municipios suponían el 29,1% del total del censo electoral en las elecciones autonómicas del 2012.
- • Y agrupaban el 41% de los votos recogidos por las formaciones políticas partidarias de la unión…
Este supuesto «anhelo de democracia» que expresan los próceres separatistas pasa por campañas de manipulación y desprestigio como poner en duda que el Estado quiera que participen los catalanes residentes fuera de Cataluña, proponiendo la ampliación del periodo para votar por correo, posicionándose como falaces defensores de los derechos democráticos de los ciudadanos catalanes, haciendo llamamientos a la participación con campañas cuya estética recuerda demasiado a las que apoyan la secesión o pidiendo «mayorías excepcionales» para momentos excepcionales…
Como podemos ver, existe una gran asimetría entre el discurso nacionalista y su forma de actuar, en verdad su propia naturaleza dogmática que entiende la política y la democracia como algo regido por determinismos históricos, geográficos y lingüísticos, es lo que guía su estrategia, por ello no dudan en desincentivar el voto de todos aquellos no iniciados en los principios del nacionalismo, de todos aquellos desafectos a la Causa, de todos aquellos cuyo comportamiento social y privado los convierte en «dudosos» (o potenciales «botiflers»), desengañémonos, esta forma de proceder es un fraude democrático decidido en algún despacho más preocupado por los intereses privados de la casta nacionalista que por el bien común.
