Medio catálogo del Código Penal retrata a los líderes del independentismo

El separatismo catalán si que nos roba

Los caraduras se llenaban los bolsillos o financiaban un partido para desafiar al Estado con el separatismo

El separatismo catalán si que nos roba
Independentismo, educacion y sectarismo en Cataluña. PD

LA nueva operación judicial contra la «trama del 3%» demuestra que la corrupción institucional permitida durante décadas en Cataluña ha sido un pozo sin fondo, y que el dinero sucio, el afán de lucro y el latrocinio sin medida ejercen mucho más poder en sus dirigentes políticos que la propia ensoñación independentista.

Históricamente, la Generalitat ha sido la cobertura de un interminable saqueo para esquilmar a los catalanes sin asomo de ética.

Nunca fue cierto aquel desafortunado aserto de que «España roba a Cataluña», porque lo que están demostrando los jueces, los fiscales anticorrupción y los cuerpos policiales es que ha sido la clase dirigente de Cataluña la que ha robado a espuertas a todos los catalanes.

En todos los niveles y esferas de poder: desde luego, el Gobierno catalán y la extinta Convergència, con la familia Pujol como máximo exponente. Pero también alcanza a ayuntamientos como el de Barcelona, a empresas públicas, compañías privadas, instituciones como el Puerto autónomo, y hasta a fundaciones culturales sin aparente ánimo de lucro, o al propio Liceo. Nada se sustraía a una tupida red de comisiones, engaños y enriquecimientos ilícitos.

Una veintena de detenidos ayer, entre ellos destacados compañeros de viaje y amigos personales de Mas, acreditan también que las derivadas de la «trama del 3%» son infinitas, y que con frecuencia se superaba el 10% para completar las conductas de cohecho, prevaricación o fraudes varios.

Medio catálogo del Código Penal retrata a los líderes del independentismo, cuyo desparpajo a la hora de manipular a los catalanes con altas dosis de victimismo solo es comparable al cinismo con el que se llenaban los bolsillos, nutrían de fondos opacos sus cuentas en paraísos fiscales o financiaban un partido para desafiar al Estado con el separatismo.

No tardarán en culpar a las «cloacas» del Estado de una persecución represiva por haber planteado un referéndum ilegal, ni en erigirse en mártires de una causa perdida. Pero no es verdad.

Son un juez de El Vendrell y una acusación que proviene de ERC los que han desvelado esta inmensa trama caciquil que tiene maltrechas las cuentas públicas catalanas.

Convergència podrá cambiar de nombre, refundarse, sustituir a sus líderes y presionar a los funcionarios para que actúen como palmeros de Mas cuando se siente ante los jueces en los próximos días.

Pero lo que no podrá hacer en décadas es sacudirse esa imagen, ganada a pulso, de partido corrupto desde su fundación hasta su final. En su día, Pujol se preguntaba a la defensiva «¿qué coño es la Udef?». Hoy todos sabemos qué fue Convergència y en qué convirtió el «oasis» catalán. Una lástima con lo mucho que podía haber hecho por Cataluña.

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