Sólo sonrió cuando se encontró con Hitler en Hendaya, en la frontera hispanofrancesa, en 1940, y con Eisenhower en Madrid, en 1959
Franco es el personaje de la historia de España que más chistes ha generado. Es lo que asegura el historiador Gabriel Cardona, en ‘Cuando nos reíamos de miedo‘, una «crónica desenfadada de un régimen que no tenía ni pizca de gracia» que publicó hace ya tres años, pero que sigue siendo desternillante.
Y eso que para Cardona, el dictador era un hombre «soso y sin ningún sentido del humor».
El humor fue «una herramienta contra la dictadura», «una forma de resistencia, una alternativa de oposición» al régimen, afirma Cardona (Es Castell, Menorca, 1938), doctor en Historia y ex militar de carrera por tradición familiar –«mi familia era militar, católica y de las Jons», resume-.
El chiste es un «chispazo» de la inteligencia
La mayoría eran de oposición y lanzaban sus dardos preferentemente contra la diana de Franco, pero también los había franquistas.
«Franco era un personaje que no tenía ningún sentido del humor, era tímido, terriblemente tímido -subraya-, y los tímidos siempre tienen miedo a meter la pata y él siempre tuvo un cuidado exquisito de no hacerlo».
«El humor es arriesgado, imprevisible, es el trapecio de la imaginación y Franco nunca se atrevió a exponerse a esas cosas tan peligrosas, siendo, además, como era, una persona muy preocupada por su fama, por el qué dirán».
Franco sonrió sólo tres veces
Tras visionar las cintas del Nodo, Cardona afirma que sólo ha visto sonreír abiertamente a Franco en un par de ocasiones: cuando se encontró con Hitler en Hendaya, en la frontera hispanofrancesa, en 1940, y con Eisenhower en Madrid, en 1959.
Y cuando Eva Perón visitó España en 1947, donde se la recibió con honores de jefe de Estado. Pero en aquella ocasión «sonreía más con la mirada, se le iban los ojillos».
La radiografía que Cardona hace de Franco en este libro que, según puntualiza, «no es de humor, sino que está hecho con humor«, es demoledora, pues adolecía además de cultura.
Sin cultura
«El jefe del Estado no tenía biblioteca y carecía de libros de consulta. No tenía ni un diccionario», afirma Cardona, y recuerda que Franco salió de la academia militar con «uno de los peores resultados» de su promoción y después sólo hizo un «pequeño» curso de tiro, pero «sin exámenes».
«No aprende nada, no sabe conducir, no sabe nada, ni idiomas, pero tiene una astucia, una sensibilidad hacia el mando tremenda», apunta el autor de «Historia del Ejército».
«Esa discrepancia entre el Franco soso, callado y sin humor y el español que se ríe a carcajadas por cualquier cosa es ilustrativa -reflexiona- de lo que era el régimen y su realidad social».
Cardona aboga por abrir de par en par las ventanas de nuestro pasado para que España recupere «su identidad» porque «un pueblo sin identidad, sin referencias es dramático (…) Sin referencias no es posible una política nacional, la gente no se siente española, se siente otra cosa».
Humor sobre Franco
Una realidad en la que brillaban con luz propia «la trilogía del humor»: la revista La Codorniz, «el gran referente humorístico español durante muchísimos años»; el «gran humorista gráfico Antonio Mingote y, en la radio, Miguel Gila, el gran dinamitador de la formalidad franquista».
A La Codorniz, fundada por falangistas especialistas en lanzar mensajes subliminales contra «esa España seca, triste y enjuta del clero y del Ejército», le sustituyeron al final del franquismo otras revistas con un humor más abierto, más radical.
En 1972 llegó a los quioscos el semanario Hermano Lobo, promovido por Chumy Chúmez, y con la colaboración de escritores como Vázquez Montalbán, Francisco Umbral y Manuel Vicent, y como dibujantes, con Forges, Jaume Perich, Manuel Summers, y más tarde con Ops (El Roto).
En 1973, apareció el también mítico El Papus, que se proclamaba «Revista satírica y neurasténica», fundado por Xabier de Echarri, y en 1974 salió Por Favor, como una escisión de Hermano Lobo, con Perich y Vázquez Montalbán en la dirección y con Forges, Máximo, Juan Marsé, Maruja Torres y Josep Ramoneda de colaboradores.
CHISTES SOBRE FRANCO CASI AL FINAL
- -Franco ha cedido sus poderes a Juan Carlos… con una condición.
-¿Cuál?…
-Que se los devuelva cuando le llegue a él la hora. - Han fabricado para Franco una cama más larga de lo habitual… para que pueda estirar cómodamente la pata.
- Último parte de la enfermedad de Franco: «Seis médicos fallecidos. Sigo normal. Firmado, F. F.»
- -¿En qué se parecen Perú, Gina Lollobrigida y Carmen Collares?
-Perú tiene el Machu-Pichu, Gina tiene mucho pecho, y doña Carmen, el macho pocho. - Han degradado a Franco a soldado raso… porque pronto entrará en caja.
- Franco agoniza, y va diciendo:
-…mmmgfrr… gsff… eta».
-No sufra -dice uno de sus ministros-, esa organización ya está sofocada.
-No -dice doña Carmen-, dice que se va el próximo fin de semana, y pide que le traigan la caña de pescar y la escopeta. - -Excelencia -le dice Juan Carlos-, los ministros han venido a despedirese de V. E.
-¿Ah, sí? -responde Franco-, ¿Dónde se van? - Le llamaban «el Rexona»… porque nunca nos abandona.
- Lo llevan a Lourdes. Lo sumergen en la piscina, e inmediatamente estira a pata. Y todos gritan:
-¡Milagro! - -Excelencia -le pregunta Juan Carlos-, ¿qué traje debo ponerme para su entierro?
-El de primera comunión, hijo… porque recibirás muchas hostias. - Franco recibe la extremaunción. Y le dice el cura:
-Excelencia, levante las palmas.
Y responde Franco, semiinconsciente:
-Ponga una X. - La avenida del Palacio en el pueblo de El Pardo, la llaman La Feria… porque al final está el tiovivo.
- Hay que despertar a Juan Carlos para notificarle la noticia de la muerte de Franco, pero nadie se atreve a hacerlo. Sofía le dice cariñosamente:
-Despierta, rey mío.
Contesta Juan Carlos, medio dormido:
-¿Ha muerto ya Franco? - No hay manera de saber cuándo fallecerá Franco. Pero no hay que apurarse, él mismo lo anunciará en el Discurso de Fin de Año.
- Último parte: «Franco acaba de superar satisfactoriamente su autopsia. Firmado: «El equipo médico habitual».
- Un médico egipcio dice que le han hecho muy bien la cura, el tratamiento y las intervenciones quirúrgicas… pero lo han embalsamado pésimamente.
- Deliberan los ministros.
-¿Dónde lo enterraremos? -dice uno.
-En Jerusalén -sugiere otro.
-¡No, que en tres días resucita! - Franco despierta en el quirófano. Al ver tantas batas blancas, se le escapa inconscientemente:
-¡Hala, Madrid!