Los dólmenes ibéricos «miran» a la Luna y los más antiguos están al suroeste

Los dólmenes ibéricos "miran" a la Luna y los más antiguos están al suroeste
. EFE/Archivo

Astrónomos españoles han desarrollado un método similar al del estudio por marcadores genéticos para medir la orientación de unos 1.500 monumentos megalíticos de la Península Ibérica e islas del Mediterráneo, del que se deduce que en su mayor parte los dólmenes «miran» a la Luna y los más antiguos están en el suroeste, en el Alentejo portugués y Extremadura.

Así lo indican los astrónomos Juan Antonio Belmonte, del Instituto de Astrofísica de Canarias, y César González, contratado como investigador «Ramón y Cajal» en dicho centro, y que han publicado su «Análisis estadístico de la orientación de las tumbas megalíticas en la Península Ibérica y regiones próximas» en la revista «Journal for the History of Astronomy» de la Universidad de Cambridge.

Ambos investigadores señalan en una entrevista con Efe que su estudio surgió tras leer un trabajo científico relacionado con la genética y se preguntaron: «por qué no hacer algo similar» en el campo de la arqueoastronomía aplicada a los monumentos megalíticos.

Para ello se analizaron 35 grupos de monumentos en la Península Ibérica, el Languedoc y la Provenza de Francia, las islas de Córcega y Cerdeña y un conjunto de los Altos del Golán, una meseta que comparten Israel, Líbano, Siria y Jordania.

La idea era constatar con técnicas similares a la genética lo que otros investigadores habían deducido «más o menos a ojo» en cuanto a la orientación de estas tumbas megalíticas, y los astrónomos pensaron que el método podía ser el mismo: extraer unas características de una población y compararlas para obtener «la relación de familia», como si fueran los «marcadores genéticos».

Es la primera vez que se aplica este método en estudios de arqueoastronomía, subraya Juan Antonio Belmonte, mientras que César González apunta que al final se construye «un árbol de distancias» entre los diferentes grupos megalíticos.

El resultado es un dendrograma, una representación gráfica en la que se muestra el «parentesco» entre los grupos megalíticos y se percibe cómo evoluciona «un patrón» que indica cuáles son los más antiguos, los del suroeste de la Península Ibérica.

A partir de esa zona se expanden los dólmenes por la fachada atlántica y siguiendo los cauces de los ríos Guadalquivir y Duero hacia el noroeste, posiblemente hasta Cataluña.

Ello permite establecer cuál pudo ser el grupo «fundacional» por el que se empezaron a construir por primera vez monumentos megalíticos en la Península, una información relevante desde el punto de vista arqueológico que avalan los estudios por carbono 14 y por termoluminiscencia.

Juan Antonio Belmonte precisa: había una población que construía dólmenes y que se movía, y por lo tanto los seguía construyendo acorde al mismo patrón, y muy ligeras variaciones.

Para probar la consistencia de su método introdujeron también en el estudio los datos referentes a los dólmenes de los Altos del Golán que están orientados al oeste, a diferencia de los de la Península, erigidos en dirección este.

Por ello, en el dendrograma se refleja una concentración «gráfica» de los dólmenes de la Península Ibérica, que se agrupan en torno a los más antiguos, las «antas» del Alentejo portugués, mientras que los del Golán aparecen en un extremo, muy alejados.

Además en el estudio aparece «clara» la orientación astronómica de los dólmenes, es decir su construcción en función de la salida y puesta del Sol o de ciertas fases de la Luna, para lo que se introdujeron en el modelo variables con los movimientos de estos objetos celestes y se compararon con la orientación de los monumentos.

Según el trabajo, parecer haber una «motivación más clara» en la orientación hacia la Luna que hacia el Sol, pero Juan Antonio Belmonte subraya que el problema fundamental del megalitismo es que «no hay nada que con lo que comparar los monumentos, no hay textos ni arte».

Los investigadores planean ampliar su estudio con dólmenes de la cornisa cantábrica y Aragón, además de extenderlo a todo el contexto europeo y mediterráneo, llegando hasta Escandinavia en el continente y Argelia y Túnez en el norte de África.

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