TRADICIONES ENTRAÑABLES PARA FECHAS FAMILIARES

Jugar en Navidad: aquellas maravillosas sobremesas de antaño

Las posibilidades derivadas de las nuevas tecnologías sustituyen a las diversiones de toda la vida

Jugar en Navidad: aquellas maravillosas sobremesas de antaño
Los juegos de mesa, un clásico de las Navidades.

La generación del ‘baby boom’, nacida a mediados de la década de los años sesenta del siglo XX todavía recuerda algunas tradiciones navideñas, como los polvorones, los turrones, las uvas de Nochevieja o los juegos de mesa en torno a los cuales se reunía la familia.

En la actualidad, las fiestas navideñas se han mercantilizado: podemos comprar turrón desde octubre, las uvas enlatadas han sustituido al racimo en bruto o el chocolate ya se vende en un brik de cartón.

A pesar de todo, en nuestra memoria se mantienen las tradiciones, cada familia con la suya, pero algunas se han vivido en todos los hogares. En el fondo, deseamos que así siga siendo, a pesar de que algunas cosas han ido evolucionando: los juegos de mesa han ido cediendo el sitio a las video consolas y karaokes conectados a nuestros televisores.

Una costumbre que sigue muy extendida en España en fechas navideñas es la reunión de los miembros de la familia al terminar de comer, para servir los dulces junto con unas copas y sacar del altillo esas desvencijadas cajas de los juegos de mesa: Monopoly, Pictionary, Bingo o sencillamente una baraja de cartas con la que pasar el resto de la tarde entre risas.

Se trata de un tipo de juegos que a todos nos divierten pero necesitan un mínimo de 6 personas y suficiente tiempo libre por delante. El ambiente festivo, por supuesto, tampoco puede faltar.

El panorama, como decía, ha cambiado, pero sólo un poco. Aquellos que se resisten a plantarse frente a la caja tonta para consumir como autómatas la pedante programación a la que nos tienen acostumbrados los principales canales televisivos o bien la apagan o bien le enchufan las PlayStation, sacando de nuevo esas cajas llenas de polvo con accesorios que tampoco usamos normalmente a menos que estemos de fiesta.

Me refiero a los pulsadores de los juegos tipo Trivial,los micrófonos del SingStar o incluso pizarras mágicas al puro estilo uDraw para Wii, que nos permiten jugar al Pictionary sin gastar papel. Está todo inventado para que no renunciemos a estos placeres, pero tampoco a la comodidad de lo virtual.

De hecho, si nos lo proponemos, ni siquiera necesitaremos la consola o la tele para ello, porque desde el mismo ordenador tenemos acceso a todo tipo de juegos de ruleta, blackjack y otros juegos de cartas que se pueden encontrar en los casinos online como Titanbet.es. Incluso iniciativas como RedKaraoke nos evitan el paso de adquirir unos micrófonos, ya que podremos grabar nuestras estelares actuaciones desde sus aplicaciones móviles.

La otra parte hermosa de las sobremesas navideñas pasa por la recopilación por parte de los más mayores de todo álbum fotográfico que les caiga medianamente a mano para recordar fiestas pasadas, lo que suele dar pie a que los más jóvenes hagan divertidas fotografías para inmortalizar las situaciones.

Nunca ha sido tan sencillo hacerlo: dispositivos móviles como los nuevos iPhone (objeto de deseo de muchos, por cierto, en su carta a los Reyes Magos) permiten tomar fotos con suma inmediatez sin tener siquiera que desbloquear el teléfono. Extremadamente fácil también compartirlas todas ellas en el mismo momento, para que nadie las pierda, vía WhatsApp o Facebook, y todos tan contentos.

Sí, todo ha cambiado, y de una década a otra damos pasos de gigante, pero parece que, muy en el fondo, la esencia de lo que somos, de lo que buscamos al final en estas reuniones, sigue siendo la misma: diferente canal para el mismo contenido. ¿Han perdido el encanto esas sobremesas con tanta tecnología y producto prefabricado? Tal vez no, tal vez sólo sea cuestión de perspectiva. Se trata, a fin de cuentas, de saber estar satisfechos en una sociedad gobernada por el inconformismo.

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