Ser humano

Descubren que los humanos evolucionamos en poblaciones dispersas y semiaisladas

Descubren que los humanos evolucionamos en poblaciones dispersas y semiaisladas
Nina en poblado hupda

Los primeros humanos comprendían una metapoblación pan-africana subdividida, cambiante y con diversidad física y cultural, y no un único grupo ancestral en una sola región hace 300.000 años.

Este marco explica mejor los patrones genéticos, fósiles y culturales existentes y aclara nuestra ascendencia compartida, según un estudio interdisciplinario publicado en Trends in Ecology & Evolution.

«En el registro fósil, vemos una tendencia similar al mosaico continental de la forma humana moderna y el hecho de que estas características aparecen en diferentes lugares en distintos momentos nos dice que estas poblaciones no estaban bien conectadas», detalla una de las investigadoras, Eleanor Scerri, científica postdoctoral de la Academia Británica en Arqueología en la Universidad de Oxford, Reino Unido, y el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Alemania.

A su juicio, esto encaja con un modelo de población subdividido en el que los intercambios genéticos no son aleatorios ni frecuentes y permite comenzar a detallar los procesos que configuraron la historia evolutiva de los humanos.

Explicando esta mala conectividad había una serie de ríos, desiertos, bosques y otras barreras físicas que separaban estas subpoblaciones, como se destaca en el registro ecológico. «Estas barreras crearon oportunidades de migración y contacto para grupos que anteriormente se habían separado y la fluctuación posterior pudo haber significado que las poblaciones que se mezclaron durante un tiempo se aislaron nuevamente», dice Scerri.

UN POSIBLE ORIGEN PANAFRICANO DE NUESTRA ESPECIE

La teoría de que hubo mezcla y aislamiento de subpoblaciones desde el extremo sur hasta las costas del norte de Africa encaja mucho mejor con los datos fósiles y genéticos que un único modelo de población. El examen de fósiles de ‘H. Sapiens’ combinados con inferencias hechas a partir de muestras de ADN contemporáneas sugirió niveles de diversidad humana temprana que respaldaron el cambiante modelo de población subdividida de los investigadores.

«Por primera vez, hemos examinado todos los datos arqueológicos, fósiles, genéticos y ambientales relevantes para eliminar los sesgos y las suposiciones específicos de campo y confirmamos que una visión de mosaico de origen panafricano encaja mucho mejor con los datos que tenemos –señala Scerri–. Para comprender nuestra diversidad genética y cultural o de dónde viene el ser humano –nuestra flexibilidad conductual y plasticidad biológica– tenemos que mirar una historia antigua de subdivisión de la población y diversas ecologías en Africa».

En el futuro, esta investigación permitirá a los modelos de historia evolutiva humana rechazar la progresión lineal simple de lo que podría denominarse «morfología arcaica» hacia una forma humana reconocible en favor de una explicación más precisa de la complejidad e irregularidad involucrada en nuestra evolución y un reconocimiento de un origen panafricano de nuestra especie.

«Al reunir a personas de campos tan diversos, llegamos a un lugar donde podemos comenzar a abordar algunas preguntas clave sobre nuestros ancestros compartidos e incluso emerger con nuevas preguntas que no sabíamos hacer antes –dice Scerri–. Somos un linaje evolutivo con profundas raíces africanas, por lo que, para comprender esta historia, debemos volver a examinar la evidencia de diversas fuentes sin una concepción a priori».

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