Al escritor mexicano Sergio Pitol la
literatura le ha salvado y ordenado la vida. Así lo cuenta hoy, a
sus 72 años, en el libro de memorias titulado "El mago de Viena",
que acaba de salir en España y con el que viaja al fondo de una
memoria esculpida con libros y viajes.
"La memoria es la madre de la literatura y este libro es la
felicidad plena para mí, porque he descubierto cosas mías que
estaban escondidas, encapsuladas en esa recámara que vamos
engordando, y porque incluye todo de todo", relata hoy a Efe el
autor.
Pero la visita de Sergio Pitol (Puebla, México, 1933) a España
tiene un doble objetivo, ya que, además de publicar "El mago de
Viena", editado por Pre Textos, en los próximos días saldrá también
una selección de sus cuentos, bajo el título "Cuentos completos",
editado por Anagrama y con un prólogo de 40 páginas escrito por
Enrique Vila Matas, gran amigo y admirador del autor mexicano.
Sergio Pitol, Premio Nacional de Literatura en su país y premio
Juan Rulfo y Mazatlán, entre otros galardones, está considerado uno
de los autores de culto por su gran formación intelectual, su aire
romántico y bohemio, y por su vocación de empedernido viajero,
además de por haber sido diplomático en Europa central y traductor
de ruso, inglés, francés, italiano, checo y alemán.
Un afán por el viaje que le salvó al literato de morir, tras una
infancia trágica. Cuando apenas tenía seis años, su padre murió de
meningitis, su madre se ahogó en un río y, "pocas semanas después,
mi hermanita también murió de desesperación".
El estuvo convaleciente y en cama muchos años, un tiempo que
llenó con grandes lecturas: los rusos, Dostoievski, Tolstoi, Gogol,
o Faulkner; y luego quiso recuperar todo el tiempo perdido viajando.
Pero el hecho que, según Pitol, marcó un antes y un después en su
vida, y por ende, en su literatura -puesto que no concibe, dice,
"separar vida y literatura"-, fue el hecho de someterse a una sesión
de hipnosis hace catorce años, "una dura experiencia" que, asegura,
le reconcilió con su pasado.
"Me abrió muchas ventanas internas y todo lo que he escrito
últimamente es fruto de la hipnosis", precisa Pitol.
Experiencia que también queda reflejada en el "Mago de Viena", un
título que, según explica el autor, hace referencia a Freud, al que
sus amigos llamaban "El Mago de Viena", y también a la calle Viena,
en México D.F., donde vive un mago amigo de Pitol, y donde también
está la casa donde vivió y murió Frida Kahlo y la casa donde vivió
Trotski hasta que le mataron.
En "El mago de Viena", Pitol, además de desnudarse, intercala
narraciones ficticias y roza otros géneros literarios para
"potenciar la memoria y la escritura", aclara; y así, se mezclan sus
autores favoritos con sus viajes, encuentros, reflexiones y con el
experimento literario.
Incluso bromea con el título de su libro y escribe: "modelo
perfecto de literatura light es "El mago de Viena", novela que
navega con banderas triunfales en más de una docena de idiomas, y ha
fascinado a todos los estratos sociales, salvo a la displicente capa
de los analfabetos, por supuesto".
Estas memorias fueron pergeñadas por el autor en Cuba, hace un
año, mientras estaba internado en un hospital de La Habana, el mismo
donde estuvo Maradona, curándose de su adicción a las drogas.
"Es un sitio maravilloso, un hospital excepcional, donde estuve
una temporada y donde salió esa parte de la memoria que estaba
enrocada", concluye el autor de "El arte de la Fuga" o "Vals de
Mefisto", entre otros títulos.