El 18 de noviembre de 2014 se rizó el rizo en la quinta entrega de ‘Adán y Eva’. (Cuatro). Los protagonistas fueron un joven prepotente que quería vivir del cuento, una chica rica poco atractiva (se supone) y una brasileña exuberante y bisexual que le dio una lección de humildad al ‘macho alfa’ de la isla. Un capítulo extremadamente preparado y pretencioso que, aun así, funcionaba de maravilla.
Cada día resulta menos creíble ‘Adán y Eva’, pero cada día gusta más. Es un programa al que se le ven demasiado las costuras. Cada capítulo está diseñado como un cuento con moraleja. No me creo que allí surjan ni el amor ni los instintos sexuales.
No sé si les dirán a los concursantes lo que tienen que hacer o decir, pero hay situaciones que resultan excesivamente preparadas y evidentes. ¿Llega a ser previsible? Sí, mucho. ¿Alguien se lo puede llegar a tomar en serio? No debería. ¿Entretiene? Por supuesto.
Anoche, mientras que en T5 y A3 se fraguaba una auténtica guerra entre ‘Lo Imposible’ y ‘Velvet’- arrasó la película de Mediaset con más de un 24% de share mientras que la serie aguantó con 3,8 millones de espectadores- en Cuatro, ‘Adán y Eva’ se conformó con un correcto 10,8% de cuota de pantalla.
Y si ‘Adán y Eva’ resistió ante tantos ‘titanes’ en la competencia fue porque se trataba de un capítulo especialmente morboso de antemano. Por primera vez, iba a ver una bisexual en el ‘paraíso’.
El ‘Adán’ de esta quinta entrega se llamaba Iván, un joven encantado de haberse conocido que buscaba a una chica rica (o con padres ricos) que le mantuviera. Su primera ‘Eva’ fue Sara, una chica de familia rica, pero que no se ajustaba a los cánones de belleza de su compañero. Esto fue lo que dijo él nada más verla:
Me esperaba a una chica más guapa, la verdad. Os lo podíais haber currado más y haberme traído a una chica más potente. Me da palo decirle que es muy fea.
Y aunque a ella él le parecía muy guapo, pronto descubrió que era insoportable. Genial la conversación en la que Iván le confiesa, así, de primeras, a Sara que su único objetivo en la vida es que lo mantengan porque no le gusta trabajar.
Si la chica me gusta, intento conquistarla de otra forma; pero, si no me gusta, como es el caso, le soy sincero. Si tiene pasta, me centro en su dinero.
Dijo el joven a espaldas de la chica.
El momento más incómodo llegó cuando Iván, no nos pregunten por qué, untó de nocilla la cara de Sara para luego tirarle un vaso de agua y reírse de ella. No, no tuvo gracia. Bueno, un poco sí.
Las cosas estaban mal en el Paraíso cuando llegó la tercera en discordia: Daniela, una exuberante madrileña con orígenes brasileños que se definió así:
Tengo 26 años, soy gogó y estudiante de psicología. Tengo un corazón indomable y salvaje. Mucha gente piensa que soy una mujer fatal, pero nada más lejos de la realidad. Soy como un personaje de Disney.
Obviamente, esta chica fue más del agrado de Iván, sobre todo cuando, en privado (no entendimos muy bien por qué la otra se puso celosa puesto que no le caía bien el chico) Daniela le confesó a Iván sus preferencias sexuales.
Me gustan las mujeres, pero no soy bisexual, soy curiosexual.
Y como era de esperar, hubo un juego con la botella y a las dos chicas les ‘tocó’ besarse. No fue para tanto pero demostró que había más química entre ellas que con él.
Tras una cena romántica entre Daniela e Iván, donde quedó claro que aquí tampoco había mucha química, al menos por parte de ella, el joven mandó para casa a su primera ‘Eva’ (Sara) y se quedó con la gogó.
Pero el giro llegó al final cuando, ya fuera de la isla y vestidos, Daniela rechazó ser pareja de Iván porque:
No me ha parecido bien cómo te has portado con Sara. Yo quiero a un hombre que me dé seguridad, que me respete y en quien pueda confiar
