CONGRESO LENGUA-ACADEMIAS

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Un "congresito" decide que "chocolate" es la palabra que más quieren los niños

Agencia EFE, Viernes, 23 de marzo 2007
Un "congresito" de la lengua española, con 52 escolares de Medellín como académicos, ha decidido que chocolate es la palabra más querida de su idioma, que ágape es el primer vocablo que debe rescatarse del desuso, y que la combinación de felicidad y gozo se conocerá como "flapigozo".

Las tres encabezan unas listas de las diez palabras más queridas (por querencia) del español, igual número de "desempolvadas" y otras tantas nuevas, que estos niños y niñas acordaron, definieron o acuñaron con vistas a un manifiesto infantil por la palabra.

El documento fue promulgado en un festivo acto al aire libre celebrado el jueves por la tarde en el Palacio de Exposiciones de Medellín, que desde el pasado miércoles acoge el solemne XIII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

"Qué maravilla", les dijo a sus autores el presidente del Comité de Honor de la cita de los académicos mayores y del próximo IV Congreso Internacional de la Lengua Española, el ex gobernante colombiano Belisario Betancur (1982-1986).

Junto al alcalde de la ciudad, Sergio Fajardo, y ante unos 1.500 escolares convocados para la promulgación del manifiesto, Betancur les anticipó luego que el lunes iba a llegar a su domicilio bogotano con "lumpereza".

Es otra de las voces que estos 52 pequeños, con edades de 9 a 13 años y proclives a disciplinas artísticas, acuñaron "después de un largo proceso de consenso y de trabajar en la construcción de nuevas palabras".

La definieron como "pereza que da los lunes de ir a trabajar o al colegio", y la llevaron al último lugar de la lista de "las diez mejores palabras inventadas".

Antes de ella y tras la inaugural "flapigozo", colocaron los términos "murmulencio" (murmullo que se oye en el silencio), "tristesinra" (tristeza que se siente como un huequito en la barriga y que no tiene razón definida) y "pionilla" (peinilla que se usa para sacar piojos).

También "lunor" (luz de la luna), "hormonado" (muchacho que come mucho), "fruspiro" (suspiro ahogado y repetido que se produce al bañarse con agua helada), "pinochada" (mentira que va creciendo cada vez más) y "japisteza" (cuando se siente tristeza y alegría a la vez).

Son, para los miembros de este "congresito", las mejores de todas las creadas por miles de escolares en talleres previos que dejaron, entre muchísimas, los vocablos "cokicom" (chip que guarda información para pasarla de computador en computador), "canituras" (caníbales de la cultura) o "supercolifrastilisticoespidalidoso" (aspirador de peceras), la más larga de todas.

Estos chiquillos "han creado un mundo muy simbólico, para ellos, alrededor y en torno de la palabra", dijo a Efe su portavoz, Diana Marcela Mosquera.

Es la clave de la selección de "las diez palabras más queridas de la lengua española", que para ellos son música, crispeta, carcajada, soñar, fútbol, mágico, amigo, montaña y mamá, además de la líder chocolate.

Las acordaron "después de comer y beber palabras, de pensar y discutir", como lo escribieron en el Manifiesto Los Niños y las Niñas Tienen la Palabra, iniciativa apadrinada por la alcaldía, las Empresas Públicas de Medellín, el Grupo Santillana, la Universidad Eafit y la Corporación artística Cantoalegre.

En la otra lista están "las diez palabras desempolvadas", que definieron tras "un largo proceso de deliberación y acuerdo". Son, después de la inaugural ágape, cántaro, chéchere, embeleco, embrollo, menjurge, modorra, pipiolo, pañolón y güete.

"Para mí, la palabra más bonita es soñar", dijo Natalia Franco, de 11 años y que, como parte del "congresito", se inventó la de "guácale", a la que dio la acepción de "persona a la que no le gusta el aguacate" Tomás González, otro de ellos, desempolvó la de pipiolo, acuñó la de "quitapica" (aparato para quitar la piquiña -comezón-) y consideró como la más querida a "gomitas", porque "es el dulce (comestible) que me alegra la vida".

Ambos compartieron con sus compañeros de academia menor la estancia de cinco días en La Montaña Mágica, la reserva en la que elaboraron su manifiesto, en el que también les pidieron a las palabras que "no sean usadas para herir y matar, para obligar, prohibir y regañar", y que, a cambio, sean sustituidas por otras "mágicas para imaginar un mundo habitado por la alegría".