Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Frente Atlántico, reinos de Taifas, carencia de peso político y atraso ancestral.

Cerrado el año, la Voz de Galicia publica en primera plana una noticia harto significativa, relativa a la mala política aeroportuaria de nuestra Comunidad Autónoma: “Oporto gana siete veces más pasajeros que los tres aeropuertos gallegos juntos”. En páginas interiores: “El aeropuerto de Oporto gana 7,4 millones de viajeros en diez años y Galicia solo un millón. Saa Carneiro absorbe ya el 70% de los pasajeros del noroeste peninsular y alcanza un nuevo récord con casi 12 millones. La red aeroportuaria gallega no sobrepasa los 5,2 millones”.

Al día siguiente, el periódico controlado por el alcalde de Vigo, contraataca a su manera con el siguiente titular: “Peinador sella el mejor diciembre desde 2007 y escala hasta 1,12 millones de viajeros anuales, Lavacolla rompe su techo con 2,72 y Alvedro con 1,22, roza su mejor marca”.

Como vemos, son dos formas muy distintas de afrontar los mismos hechos. En La Voz de Galicia poniendo en conocimiento una realidad frustrante para Galicia, que ha de encender todas las alarmas para corregir este despropósito y en Faro de Vigo todo parece una fiesta en la que todos crecemos desde la miseria y sin hacer mención alguna al auténtico crecimiento de nuestros competidores. Una prueba más de la situación de carencia informativa de calidad de la que han de alimentarse, y se alimentan, ajenos a su ignorancia en tantos otros campos los vigueses, debido al enfermizo poder de control que atesora el regidor máximo de la ciudad. 

Las cifras, no obstante, son abrumadoras. En 2007 los aeropuertos gallegos sumaban 4,7 millones de viajeros ante los 3,9 del aeropuerto portugués, para el siguiente año, hace ahora 10, superar Saa Carneiro por primera vez a los tres aeropuertos gallegos juntos.

Analizadas las cifras en su conjunto, vemos que hace ahora 11 años, entre los aeropuertos gallegos y el del norte de Portugal, el número de viajeros estaba en los 8,6 millones, mientras que en la actualidad suman 17,2, lo que supone un crecimiento del 100%, cuando en Vigo se ha pasado de 1,5 millones, a los actuales 1,12, lo que supone un retroceso de algo más del 25%. 

Si ello es espectacular en general, lo de Vigo es castrante, ya que por aquellas fechas y de la mano del gerente de la Fundación Provigo, Rubén López, a quien se había encargado la dinamización del aeropuerto vigués, se había llegado, como ya se ha expuesto, a un techo nunca superado de cerca de 1,5 millones de viajeros (cerca de 400.000 más que en la actualidad), tras toda una serie de gestiones con AENA, un manojo de compañías aéreas y el esfuerzo por involucrar a distintas ciudades en fructíferos intercambios, gestión que se vio cortada de súbito con la llegada de Abel Caballero a la alcaldía de Vigo, y su política de ir cargándose a toda institución o personaje que él crea que pueda hacerle sombra, y que llevase a cabo gestiones en pro de la ciudad que nada tengan que ver con sus ocurrencias (véase también el caso del Celta, entidad a la que perjudica sistemáticamente por temor al éxito y protagonismo de su presidente). 

Rubén López desapareció del mapa público vigués, a la vez que la Fundación ProVigo. Desde entonces, la cifra de pasajeros con salida desde Peinador ha ido decreciendo regularmente, pasando el aeropuerto de Vigo a ser el último de Galicia aun a pesar de ser Vigo la ciudad más poblada y de que primamos espléndidamente a las compañías que quieran operar en su aeropuerto. Todo ello gracias a esa política de enfrentamiento con todos y con todo, a no colaborar con nadie para crear sinérgias y a considerar a Galicia como algo ajeno, e incluso como enemiga de la ciudad. 

En la linea apuntada, se llegó a despreciar gravemente la oferta del alcalde de Santiago para luchar en conjunto por una linea ferroviaria de alta velocidad desde Santiago a su aeropuerto, consiguiendo con ello que el embarque y facturación desde Vigo se hiciese ya en el propio tren Vigo-Labacolla, lo que pondría a los vigueses al pie de un aeropuerto internacional en el mismo tiempo que utiliza para embarque en Peinador para ir a cuatro o cinco lugares, como mucho, algo rechazado de plano, a los únicos efectos de dar alas a un sentir aldeano y victimista en perjuicio no solo de la Comunidad, sino de la propia ciudad. 

Como resultado, Vigo está desperdiciando su infraestructura aeroportuaria, hoy sobre dimensionada, con una terminal semi vacía y un edificio de aparcamientos con dos de sus plantas absolutamente vacías desde su construcción, que ni siquiera son aprovechadas como aparcamiento disuasorio de entrada en Vigo. Ello sin duda podría liberar al Parque del Castro de ser el aparcamiento de todo el que, desde las afueras ha de trabajar en Vigo y que podría pagar unas tarifas de aparcamiento asequibles para toda la jornada laboral, hoy inexistentes en Vigo, solo con poner lanzaderas de autobuses cada 5 ó 10 minutos entre el centro de la ciudad y el aeropuerto, con tarifas reducidas para parking y transporte, aunque eso comportara hacer gestión y un trato adecuado para todos aquellos ciudadanos del área viguesa que vienen diariamente a la ciudad a contribuir a su progreso.

Hoy Oporto tiene rutas a 100 aeropuertos de 90 ciudades en 26 países europeos y por casi todo el mundo, mientras en Galicia un aeropuerto de tamaño medio como Santiago y dos de chicha y nabo como Alvedro y Peinador, se mantienen en una patética competencia, dilucidando quien es más cebollo, en una estúpida carrera hacia la nada, jaleada por lo más paleto de la ciudadanía. 

La realidad de los tres aeropuertos gallegos y del Saa Carneiro en Oporto, a unos 150 km. de Vigo, podría hacer del noroeste de la península, del frente Atlántico, un lugar privilegiado en cuanto a instalaciones aeroportuarias, con dos aeropuertos internacionales y otros dos de carga y de tráfico doméstico de pasajeros (Madrid y Barcelona principalmente) desde Vigo y La Coruña, cuando pronto (esperemos) se prevé completar la línea de alta velocidad entre La Coruña y Oporto, si además impulsamos un puente aéreo entre La Coruña y Lisboa con escalas en Vigo y Oporto, con lo que los vigueses tendrían acceso a casi cualquier aeropuerto de Europa y a mejores precios, bien desde Santiago, Oporto, o Lisboa, en menos de una hora.

Para ello sería preciso trabajar en sintonía con Santiago y La Coruña y un buen entendimiento con la Xunta, quien tendría que coordinar los acuerdos y liderar las negociaciones con Oporto y Lisboa sobre el particular, pues se trata de que ganen los ciudadanos, no de que Vigo, Santiago, La Coruña y Oporto se partan las muelas en una guerra absurda para ver quien la tiene más grande, quien es más víctima, o quien quiere más a su ciudad en un alarde de estupidez pueblerina muy propia de algunos.

En el transporte marítimo nos ocurre lo mismo, con un empeño en mantener tres autoridades portuarias (Vigo, Marín y Villagarcía), que además se hacen una competencia fratricida, en un espacio absolutamente reducido como es el de las rias baixas, y todo por mantener el prurito aldeano de un localismo obsoleto y contrario a cualquier lógica de competencia, en el mundo global en el que se mueve el comercio actualmente, cuando lo lógico sería refundir los puertos con tres terminales especializadas y una sola autoridad portuaria. 

Algo similar ocurre con el transporte turístico de pasajeros, con cuatro puertos en el frente Atlántico: Lisboa, Leixoes (Oporto), Vigo y La Coruña. 

Sabido es que los cruceros viajan de noche y que por tal circunstancia el barco que hace escala en Lisboa ha de hacerla en Vigo y el que la hace en Oporto debe hacerla en La Coruña, por puros efectos de distancia entre puertos. La realidad objetiva es que Vigo pierde tráficos y consecuencia de ello está arrastrando a Lisboa, ya que para los cruceristas tiene mayor interés la oferta Oporto-La Coruña que la Lisboa-Vigo, al crecer enormemente en calidad Oporto con grandes ofertas de visita, al igual que La Coruña con la cercanía de Santiago, cuando a la oferta de Lisboa, Vigo no aporta prácticamente nada, ya que la mayoría de los cruceristas se desplazan a Santiago, a mayor distancia de Vigo que de La Coruña, mientras que el propio Vigo (al no poder incluir la visita a Cies, prácticamente su único elemento turístico con tirón) no tiene demanda alguna. Si a ello añadimos que desde La Coruña, a una distancia de una noche de navegación está Europa, lo que no ocurre desde Vigo, el asunto aun se complica más.

Así las cosas ello requiere también de acuerdos ente las autoridades de Vigo, La Coruña, Oporto y Lisboa, con la Xunta por medio, para evitar esos enfrentamientos y ofrecer sinergías que beneficien a los cruceristas, promocionando más los alrededores cercanos de Vigo, como el norte de Portugal, la oferta gastronómica de verdad, no la ofrecida a los turistas para engañarlos con mariscos de las más variopintas procedencias a precios de la ria, el tirón del golf con buenos campos en la provincia, las bodegas, y en general todo aquello que demandan esos turistas generalmente del norte de Europa, para unas horas en la ciudad y alrededores.

En el capítulo de carreteras, la comunicación de Vigo con la meseta resulta lamentable. Si ha de ser por autopista, es preciso, bien cogerla camino ya de Bayona  por el monte, o bien ir hacia Redondela para volver a invertir la dirección y salir pasados varios kilómetros de Porriño, volver atrás y enlazar con la autovía a Orense.

Si se quiere ir por autovía, es preciso entonces hacerlo por la de mayores accidentes mortales de España, la autovía a Porriño, un engendro lleno de curvas, pendientes y limitaciones de !60 km/h!, con el mayor porcentaje de control por radar, construida siendo entonces Ministro del ramo Abel Caballero, actual alcalde de Vigo y Director General Emilio Pérez Touriño ex presidente de la Xunta de Galicia, dos gallegos causantes del mayor descalabro viario de España. 

La solución estaba contenida en el proyecto de Plan General de la ciudad aprobado inicialmente, que después el actual alcalde modificó y consiguió con ello que los tribunales lo anulasen por ilegal, y que consistía en un trazado en linea recta y sin pendientes hasta el encuentro con el rio Eifonso, para de ahí discurrir hasta Porriño en túnel, enlazando ya con la autovía a Orense, lo que pondría a Porriño en algo más de 5 minutos de Vigo, con absoluta seguridad y a velocidades de autopista. 

Un proyecto imprescindible para la ciudad que, una vez más, ante la absoluta incapacidad negociadora del actual alcalde de Vigo, hoy vuelve a no ser contemplado en los presupuestos del Estado, al igual que otras obras de interés para la ciudad, incluso por su propio partido en el gobierno, de la mano de Sánchez, quien al igual que hiciera Zapatero, vuelven a ignorar a la ciudad. 

Claro que si algo evidencia el proyecto de presupuestos de Sánchez para 2019 es que están confeccionados con el único objetivo de preservar sus intereses personales, ya que bajan para todas las comunidades administradas por la oposición y suben en las propias y en Cataluña, a los efectos de poner de su lado a los secesionistas, al tiempo que bajan para aquellas ciudades que en su día sus dirigentes apoyaron a su rival interno en el partido, como fue de forma harto explicita el caso de Vigo, cuyo dirigente ha tenido que pasar del digo al diego, sin el menor rubor.

En cuanto a la comunicación por el norte, falta por terminar la autopista de Santiago a Lugo, para enlazar ya por autopista con la frontera francesa.

Si nos referimos al ferrocarril, la única linea importante de comunicación con Vigo es la recientemente inaugurada de alta velocidad con La Coruña, una estación con una terminal mínima, a la espera del siempre prometido AVE a Madrid por Cerdedo, que realmente será el AVE Orense-Pontevedra si algún día llega a realizarse, cuando todo indica lo contrario, sobre todo tras este proyecto de presupuesto para 2019 citado, donde de nuevo se dedica una pequeña cantidad a los únicos efectos de mantener la llama de la eterna promesa incumplida, pues ahora para ir en AVE a Madrid es preciso ir en sentido contrario hasta Santiago, mientras la centenaria linea por el Miño, no sirve siquiera para el tráfico de mercancías, al no disponer de estaciones con vías muertas de espera de dimensiones adecuadas, lo que impide cualquier programación que garantice las llegadas de mercancías a destino en horarios establecidos (menos de un 1% por vía férrea, cuando para un funcionamiento adecuado, debería superar el 50%).

En cuanto a la comunicación con Portugal el asunto resulta tercermundista, con trenes de baja velocidad, a horarios pintorescos, con cambio de sentido en Guillarey y una eternidad para llegar a Oporto, trazado que vuelve a no contemplarse en el citado proyecto de presupuestos, donde solo se atiende a ciertas reparaciones en las vías y parte de electrificación, lo que no resuelve absolutamente nada en cuanto a la comunicación con Portugal.

Hoy las comunicaciones son la base de cualquier progreso, pues resulta  imposible ser competitivo si no se cuenta con los transportes adecuados por tierra, mar y aire, algo prioritario para la zona sur de Galicia, una necesidad que requiere gestión efectiva, crear sinergías y disponer de buenas relaciones, tanto con el resto del eje Atlántico como con los gobiernos gallego, portugués e incluso con el central, carencia que una vez más evidencia ese proyecto de presupuestos confeccionado por el mismo partido del alcalde vigués, quien ya se ve que no pinta absolutamente nada para el actual Dr. Okupa quien amparado en secesionistas, pro etarras, delincuentes encarcelados, y huidos de la justicia, que financiamos entre todos los demás, trata de llevar las riendas del pais. 

Vigo, la ciudad más poblada de Galicia se encuentra a años luz de contar con esos atributos enunciados de negociación, gestión e influencia en su máximo representante, quien ha preferido hacer de la mentira y del llanto permanente su bandera, enfrentarse a todo y a todos, enemistarse permanentemente con la Xunta, vaciar Vigo de instituciones ciudadanas que puedan hacerle sombra en su enfermizo protagonismo, y apostar, con presupuesto de ciudad, por una política de pueblo, renovando las aceras, remodelado las plazas en base a las mayores horteradas y apostando por la iluminación navideña como signo de identidad de la ciudad, algo que gran parte de los actuales vigueses, tan bien informados ellos, valoran sobremanera, mientras el esqueleto de la ciudad, su pulmón y su capacidad competitiva se debilitan a marchas forzadas.

Decididamente, no hay nada, absolutamente nada que hacer, con otros partidos incapaces de aportar candidatos de valía, prestigio y conocimientos y con un personal de a pie entregado a lo más intrascendente, superficial y paleto, absolutamente ajeno a aquel que hizo de la ciudad una de las mas pujantes y de mayor crecimiento de Europa, hace ya bastantes décadas.

Menos mal que nos queda Portugal.       

   

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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