Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

El «orgullo» y el Derecho

 

El 28 de junio de 1969 en Stonewall, se produjeron revueltas violentas contra la policía de Nueva York por parte de un grupo de personas, hartas de ser perseguidas socialmente debido a su condición o inclinación sexual, ajena a los cánones usualmente aceptados. Se trataba de un grupo que actuaba en defensa de homosexuales y lesbianas, que dio en llamarse “movimiento gay” y que propugnaba la transparencia y aceptación social de su condición, abiertamente y en plena libertad.

Se definió entonces como orgullo gay, el logro de haberse atrevido a mostrar en público su condición y de emprender la lucha por la normalidad y la aceptación social.

Hoy ese orgullo se celebra mundialmente una vez al año, con desfiles en los que la libertad y la tolerancia han sido entendidos como la base de su mensaje, al menos en sus principios.

Del “orgullo gay”, no obstante, se ha pasado en los últimos años al llamado “orgullo LGTBIQ”, representando cada letra a un colectivo diferenciado, por lo que es posible que en un tiempo se le añadan nuevas siglas en esa escalada de reivindicaciones de todo tipo de opciones.

Es evidente que la fuerza del colectivo gay en el mundo, está haciendo de esta combinación de siglas un revoltijo en el que se mezcla de todo y que a la sombra del éxito, cualquier partido, sobre todo de izquierda más bien extrema, trate de sacar provecho político a sus aspiraciones, tras dejar constancia, como viene siendo habitual, que el apoyo al “orgullo” forma parte de uno de los principales pilares actuales de la dictadura de lo políticamente correcto, en contraposición, cada día con mayor ímpetu, a la familia tradicional, a la paternidad natural, a la heterosexualidad y a cualquier relación hombre-mujer que pretenda llevarse a cabo dentro de los parámetros tradicionales, sustituyendo, por otra parte, el tradicional feminismo como la defensa de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, por un hembrismo galopante de predominio de la mujer sobre el hombre y de la práctica satanización del concepto tradicional del macho y de lo masculino, como individuos a los que suponer, de entrada, capacidades evidentes de convertirse en un enemigo a neutralizar, por ese hembrismo extremo, cada vez más valorado por una sociedad que progresivamente camina hacia una intolerancia extrema, en la que ya no se admiten ni chistes, ni referencias sexistas habituales inofensivas, ni el menor atisbo de insinuación hacia características que puedan herir una sensibilidad femenina, o formalmente femenina, cada día más a flor de piel.

Veamos de que va eso del LGTBIQ.
Por L, debemos entender el colectivo de lesbianas.
Por G, y aunque el concepto gay englobó siempre a homosexuales y lesbianas,

hoy describe únicamente a los homosexuales varones, o lo que sea, lo que antiguamente y siguiendo el diccionario de la RAE se llamó maricones, termino hoy en día fuertemente rechazado, como también empieza a serlo ya el de homosexuales.

Por T, se refiere a los transexuales o transgénero.
Por B, a los bisexuales.
Por I, a los llamados intersexuales o con características sexuales de uno u otro

género indistintamente.
Por Q, finalmente, de momento, a los llamados “Queer”, o aquellos integrados

en el movimiento que no quieren clasificarse ni ser clasificados.
Posiblemente, en un futuro haya que añadir a los sadomasoquistas, voyeristas,

exhibicionistas, fetichistas, coprófilos, pedofilos, urolagios, etc. ya que en el fondo, y siempre que no se atente contra la voluntad de nadie, todos tenemos derecho a querer que se nos reconozcan nuestras inclinaciones y estar orgullosos de aceptarlo, sin tener que esconderlo, ¿o no?. Así en un futuro la sopa de letras puede convertirse en LGTBIQSVEFCPU, etc.

Al parecer, y como cada vez va siendo más complicado encuadrarse en un colectivo en concreto, la organización ha dado unas claves para poder identificarse, pensando en cuatro conceptos esenciales:

Atributos biológicos. Dependen de los genitales y nada tienen que ver con lo que uno, o una, siente, dicen.

Identidad de género. Saber como se siente uno, o una.
Expresión de género. Como cada uno, o una, exterioriza su identidad. Orientación sexual. Depende de a quien desea cada uno, o una.
Sea como fuere, y al igual que sucede con todos los que se entregan a la iglesia

católica, tampoco está en estos colectivos el colaborar con la humanidad en paliar uno de los mayores problemas que estamos ya sufriendo, como es el de la despoblación, el traer hijos al mundo, algo que si hicieron, no obstante y afortunadamente (¿o no?), los padres de todos ellos.

Lo grave de estos movimientos, en su progresión, es que suele pasarse de “la fiesta de la libertad y la tolerancia” para con sus propios intereses, a la persecución e intolerancia para quienes no piensan como ellos, lo que acaba ya de pasar recientemente en Madrid, alentado además por un ministro (Grande Marlaska), que lo es del “interior”, que es juez y además homosexual, a quien no se le ocurre otra cosa que justificar la actitud intolerante de los grupos de extrema izquierda para con la representación de Ciudadanos, por el motivo, alega, de haber pactado estos con el partido de Vox, enemigo, a su entender, de los derechos del colectivo de la sopa de letras, y lo hace con las siguientes manifestaciones: “No se puede andar con tonterías, ni dar combustible a la extrema derecha. Pactar con quien de una forma descarada y obscena trata de limitar derechos humanos, derechos de LGTBI, si alguien entiende que no tiene que tener consecuencias en un sentido u en otro… podría calificarlo de irresponsable o ilusorio”.

Hay que recordar que los únicos “derechos” que pretende recortar Vox, según se desprende de su programa, son los del significado de “matrimonio”, ahora extendido a parejas del mismo sexo, a quien no les niega su existencia ni los derechos que ya tienen, sino simplemente el que su coyunta deje de llamarse matrimonio, pues alegan, y ahí con razón histórica, que tal institución fué creada para ofrecer garantías de paternidad y amparo a los hijos, que de otra manera pudieran quedar desamparados de no existir un nexo de unión oficial entre sus padres, y que si las

parejas del mismo sexo no pueden tener hijos por cuestiones puramente de carácter natural, el llamarles matrimonio carece de sentido, pudiendo buscar otro nombre que se adapte más a su realidad, aunque se mantengan, el orgullo y los derechos que la sociedad crea oportuno. ¿Eso es limitar los derechos humanos?.

Por otra parte, este prodigio de juez, nos dice ahora que no debemos extrañarnos en que alguien se tome la “justicia” por su mano y de forma violenta, calificando de iluso a quien se crea que allí impera la libertad y la tolerancia. Nos lo dice, no solo un juez, sino un ministro, y del interior, que es quien debe velar por todo lo contrario, por la paz, el orden, el Estado de Derecho, el respeto al que no piensa como nosotros, etc., un homosexual que, a diferencia del dirigente del PP, Javier Maroto (!de derechas!), quien valientemente no solo reconoció en público su condición de homosexual, sino que dio luz y taquígrafos a su matrimonio, solo se le reconoció su homosexualidad (a Marlaska), no por manifestaciones suyas anteriores a su condición de ministro (el PSOE suele nombrar ministros de carteras con mando sobre militares, policías o guardia civiles, por compensar estereotipos, a mujeres u homosexuales), lo cual diría bastante a su favor en cuanto al “orgullo” correspondiente, sino que el conocimiento de sus inclinaciones llegó a la opinión pública por sus características de plumaje similares al ave del paraíso que, como tales, no dejan lugar a dudas.

Pasado el día y pasada la romería, las imágenes del amanecer en Madrid resultan absolutamente dantescas, con toneladas de desperdicios de todo tipo en las calles madrileñas de mayor exaltación, dejando la ciudad con un aspecto absolutamente ajeno a cualquier tipo de orgullo que de tales colectivos, amantes de la ecología, el reciclaje y la descontaminación (dicen ellos) cupiera esperar, pues aun habiendo colocado el ayuntamiento más de un millar de inodoros portátiles, estos ya no se podían utilizar a las pocas horas debido al mal uso y lamentable estado en que iban quedando tras practicas de un incivismo lamentable, llegando a manifestarse los vecinos pidiendo que se regule tal celebración como lo estaba con anterioridad a la llegada de Carmena a la alcaldía (otra jueza).

Lo grave de estas cosas es que la idea de que el “juez” es alguien absolutamente imparcial, nada condicionado por ideologías, una vez más se va al garete, de manos de nuevo del socialismo, pues si ahora es Grande Marlaska, con anterioridad dejaron bastante que desear en este aspecto, Baltasar Garzón, Margarita Robles, Alberto Belloch, José Antonio Alonso, Eligio Hernández, Mariano Fernandez Bermejo, Ma Teresa Fernandez de la Vega, etc. y no digamos aquellos agradecidos al partido por haber sido nombrados a dedo para el Supremo o para el Constitucional, en un alarde “democrático” de liquidación de la independencia de poderes, algo también común al PP.

Pero es que ahora, en una sentencia reciente, se nos dice que para el consentimiento de que entre una pareja haya sexo o no, no llega con un NO, sino que tiene que mediar un SI explícito, y ello a falta de un notario de por medio, llega con que lo asegure la supuesta víctima, por lo que la inseguridad para el hombre es absolutamente manifiesta, aparte de dar un giro a aquello de que quien calla otorga, o lo de la carga de la prueba, pues si la palabra de la supuesta víctima hace prueba, bien puede ser debido no solo a una realidad manifiesta, sino a cualquier despecho,

venganza o insatisfacción por parte de tal supuesta víctima. El mundo del Derecho del revés, y todo en aras de ese invento absolutamente inconstitucional dado en llamar “discriminación positiva” en el que incluso parecen caer algunos jueces “progrsistas”. !el acabose!.

Así las cosas, el viejo deporte de salir a ligar, hoy cargado de todo tipo de peligros (no solo sanitarios, sino también políticos y judiciales), según opinión de otro juez, este de Vox, solo puede garantizarse si incorporamos a la pareja a un notario que dé fe de la situación pre coito, o bien que el fornicio se practique con una o un profesional, a quien el SI se le suponga, y aun así…

Estoy absolutamente de acuerdo en que hay que perseguir todo tipo de abusos y cargar de derechos a todos aquellos que entiendan el sexo desde la libertad y el respeto a los demás en todas sus modalidades, pero si hemos de ser muy duros y tener todo tipo de precauciones con el machismo y sus impresentables practicantes, también hemos de estar avisados con las estrategias de su opuesto, un hembrismo que no duda en traspasar todo tipo de principios de legalidad y certeza, en aras de su odio y resentimiento hacia una heterosexualidad, que si no la hubieran abrazado sus padres, ellas no existirían. Ya no digamos de esa masa aborregada seguidora a ultranza de lo acuñado por medios, partidos e “influencers”, como políticamente correcto.

Tengamos la fiesta en paz, desde el respeto mutuo, la libertad y la consideración a los pensamientos ajenos, lejos de posturas fundamentalistas de unos y otras. Sea.

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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