Era principio de año, vuelta de vacaciones. Y después de un Mundial de Clubes
resuelto con mayor esfuerzo del que se esperaba, había mucha expectación. Incertidumbre quizá. No miedo, pero sí la certeza de que, si hay un periodo de la temporada en el que el Real Madrid puede flaquear este curso, es en el que nos encontramos ahora mismo. El cansancio debería empezar a hacer mella en una plantilla ya de por sí castigada por las lesiones durante toda la campaña. Por eso, tanto Zinedine Zidane como los futbolistas blancos habían insistido en los días previos al partido contra el Sevilla en esa conjura para evitar que pase lo que sucedió hace dos años con Carlo Ancelotti.Se teme ese desplome físico y mental del equipo debido al desgaste, algo que sin embargo parece no existir todavía, según quedó claro tras el contundente 3-0 a un irreconocible equipo de Jorge Sampaoli.
Una victoria por aplastamiento local, aderezado por errores del árbitro, pero victoria clara al fin y al cabo. Hasta el argentino lo reconoció, quitándole hierro a cualquier posible viento de ‘robo’ alentado para poner en duda un éxito tan significativo como el de este miércoles en Copa.
Zidane es el primer entrenador en muchos, muchos años, que se atreve a rotar a las grandes estrellas del Real Madrid. Porque puede, porque las circunstancias en forma de lesiones se lo llevan permitiendo toda la temporada, por supuesto. Pero también porque quiere y porque puede (valga la redundancia), porque se lo ha ganado ante los futbolistas. Dejar a Cristiano Ronaldo y Benzema fuera del equipo en una eliminatoria exigente de Copa en la que se arrastraban más bajas era osado, pero valiente. Y así, a través de un largo periodo de rotaciones y movimientos en el once inicial, el Madrid ha llegado a enero con un rodaje casi inédito de absolutamente toda su plantilla.
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