NUEVA FORMA DE INTERCAMBIO DE BIENES Y SERVICIOS

Economía colaborativa: el ‘paradigma económico’ del siglo XXI

Existen una gran cantidad de modalidades: crowdsourcing, coworking, bancos de tiempo o intercambio de cualquier tipo de producto

Economía colaborativa: el 'paradigma económico' del siglo XXI
Centro coworking. PD.

Seguramente los que habéis pinchado a este artículo lo habréis hecho con la intención de aprender algo nuevo, un nuevo concepto. La curiosidad por saber un poco más y ampliar vuestros conocimientos os ha movido a saber lo que es la economía colaborativa.

Sin embargo, muchos de vosotros, directa o indirectamente, habéis formado parte de este engranaje, intercambiado vuestra casa, acudido a un banco de tiempo o compartido coche.

Esta nueva forma de intercambio de bienes y servicios, conocida como economía colaborativa, surge en un contexto donde los nuevos tiempos se imponen en las pautas de consumo y las posibilidades de llevar a cabo cualquier plan se multiplican haciendo factible estilos de vida alternativos.

Pero, ¿en qué consiste exactamente? Economistas sin Fronteras define la economía colaborativa como un nuevo modelo de intercambio económico basado en tres principios: interacción entre productor y consumidor, diálogo continuo fomentado a través de las nuevas tecnologías y la colaboración entre los participantes.

Reducir el impacto medioambiental, crear lazos sociales u obtener acceso a bienes gratuitos son algunas de los objetivos del crecimiento de este ‘paradigma económico’ cuya tasa anual de crecimiento en el año 2013 se situaba en el 25% según la revista ‘Forbes’.

Pero esta iniciativa basada en el mecanismo del trueque, no hubiera podido llevarse a cabo sin la existencia de la tecnología. Una ventaja de la sociedad actual que permite facilitar la interrelación entre emprendedores individuales y personas preocupadas por la cooperación, la democratización, así como el desarrollo de las capacidades individuales, entre otros valores.

Por ejemplo, Yolcan es un proyecto de producción de frutas y verduras orgánicas, llevada a cabo en México. Se encarga de cultivar alimentos orgánicos y luego venderlos directamente a los consumidores. Evitando, de esta manera, el encarecimiento de los productos a causa de los intermediarios.

Aparte de este tipo de economía colaborativa, existen una gran cantidad de modalidades: crowdsourcing, coworking, bancos de tiempo o intercambio de cualquier tipo de producto. Albert Cañigueral, especialista en consumo colaborativo, los clasifica en cuatro tipos: producción contributiva, consumo colaborativo, finanzas peer-to-peer y conocimiento abierto, tal y como aparece en un informe elaborado por Economía sin Fronteras.

No obstante, el concepto de ‘economía colaborativa’ como tal solo puede entenderse desde un punto de vista complementario al mundo económico, en el que se rehúye de la acumulación individual de bienes, centrándose en la búsqueda de valores como las nuevas amistades y la preocupación por el excesivo consumo de recursos facturó en EE.UU. 3,5 billones de dólares en el año 2013.

CONSUMO COLABORATIVO, EL MÁS COMÚN

El término consumo colaborativo o también denominado consumo conectado, es una de las prácticas más demandadas y conocidas. Aunque existen variantes dentro de esta, la optimización de activos como los sistemas de coche compartido o las páginas webs que ponen a la venta objetos de segunda mano son los ejemplos más comunes.

Ideas que nacieron en plena crisis económica, con el objetivo de obtener una ganancia adicional de los activos, se han consolidado creando grandes plataformas. En el caso de Blablacar, centrada en el alquiler de coches entre particulares líder en España y nacida en 2011, ya cuenta con 250 empleados y tiene presencia en más de 19 países repartidos entre Europa, Asia y América.

La Unión Europea elaboró en enero de 2014 un dictamen de iniciativa en el que explica esta tendencia, mencionando el consumo colaborativo como una de las modalidades más extendidas y explicando que supone una alternativa a la crisis económica y financiera en la medida que posibilita el intercambio en los casos de necesidad.

«Las iniciativas que se engloban bajo esta fórmula permiten a los consumidores tener acceso a un amplio rango de productos y servicios de gran calidad y a un precio muy inferior del que tienen en la economía tradicional» subraya Juliet Shor, socióloga en el Boston College en dicho informe.

RETOS A LOS QUE SE ENFRENTA

Según Cañigueral, es consciente del incremento de esta tendencia, así como del intercambio de riqueza intangible que genera. Es por ello, que Cañigueral menciona una fase de ‘consolidación’ de cara a los próximos años.

El apoyo de las administraciones públicas a la economía colaborativa así como la importancia de un desarrollo legislativo que regule esta normativa de cara al futuro resulta esencial. «Si queremos que la economía de colaboración tenga recorrido a largo plazo, debe estar más regulada y claramente fiscalizada.» subraya Cañigueral.

Por su parte, la socióloga Juliet Shor cree que es muy difícil prever cómo evolucionará el consumo conectado, aunque sostiene que la tendencia se dirige hacia un incremento a causa de la necesidad económica.

«Porque es una economía de pequeña escala, más local, basada en intercambios entre pares, que fomenta la recirculación de bienes y la reutilización de activos (…) este modelo económico tiene menor impacto negativo en el planeta y en las personas que en el modelo actual» subraya.

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Autor

Emilio González

Emilio González, profesor de economía española, europea y mundial en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid.

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