El temor de las compañías a un castigo en las ventas por motivos políticos no es gratuito, ya que tiene precedentes como el boicot al cava en el resto de España, que ya generó problemas hace años y que ha resurgido
Callados como puertas’. Por si acaso y jugando a dos paños. El temor a un boicot de los consumidores es igual de importante que una declaración de independencia de Cataluña para las empresas de gran consumo, que prefieren guardar silencio y esperar antes de tomar decisiones empresariales para proteger su negocio.
Y es que un posicionamiento a destiempo puede suponerles un fuerte castigo en la facturación, ya sea entre los clientes catalanes o entre los del resto de España. Se trata tanto de empresas locales como de multinacionales internacionales que eligieron Cataluña para ubicar su sede española.
Por lo que respecta a sectores, sobresalen la moda, la alimentación, los productos de cuidado personal y del hogar, y la electrónica.
Este jueves es un día clave para ellas, ya que debe concretarse el futuro político próximo en forma de reacción del Gobierno central a la postura que defienda la Generalitat respecto a la declaración unilateral de independencia.
A partir de como se sucedan los acontecimientos, podrán dirimir los pasos corporativos a dar, ya sea en forma de traslado del domicilio social o de otros planes de contingencia.
El sector de la moda es uno de los más sensibles, dada la elevada competencia entre firmas y el gran número de alternativas en caso de voluntad de castigo por parte de los ciudadanos.
Por ello, rechazan hacer comentarios desde compañías catalanas como Mango, Desigual y Custo Barcelona, que también tienen una gran presencia internacional. Argumentan que no quieren posicionarse sobre «cuestiones políticas».
Mango facturó 2.260 millones de euros en 2016 en 110 países; Desigual está presente en cerca de 100 países con más de 4.600 empleados, y Custo Barcelona vende en 50 países.
Oriol Junqueras: ‘Los catalanes somos genéticamente más parecidos a los franceses que a los españoles’ https://t.co/8gDfZxWyIk pic.twitter.com/Ulc0vmAYgf
— Alfonso Rojo López (@AlfonsoRojoPD) 19 de octubre de 2017
Tampoco quieren pronunciarse desde la multinacional suiza de alimentación Nestlé, con sede española en Esplugues de Llobregat (Barcelona) y diez fábricas en cinco comunidades autónomas -Asturias, Galicia, Cataluña, Cantabria y Extremadura- que exportan el 44% de su producción.
En 2016, la cifra de negocios de Nestlé en España alcanzó los 2.098 millones de euros: las ventas en el mercado español alcanzaron los 1.533 millones, y las exportaciones 565. En cuestión de empleo, la empresa da trabajo directo a más de 4.930 personas en el país.
El silencio también se impone en Danone, nacida en Barcelona en 1919 y que comercializa productos lácteos, aguas y nutrición médica e infantil. Tiene plantas de producción en Madrid, Barcelona, Asturias y Valencia, así como cuatro plantas embotelladoras de agua en Girona, Guadalajara y Granada.
La alemana Henkel, que cuenta con reconocidas marcas de adhesivos, productos capilares y artículos de limpieza y tiene en Barcelona la sede de Henkel Ibérica, también descarta hacer declaraciones vinculadas a la situación política.
Henkel se instaló en España en 1961 tras comprar la empresa española Gota de Ámbar, y en 1970 decidió entrar en el mercado portugués. Actualmente, en Henkel Ibérica trabajan cerca de 1.000 personas, y en 2016 las ventas superaron los 500 millones de euros.
Otro actor internacional con sede española en la capital catalana que opta por el mutismo es la anglo-holandesa Unilever, que vende desde helados a desodorantes, pasando por sopas, jabones, mayonesas, pastas de dientes e infusiones. Está en el mercado español desde 1948.
Cuestiones «geográficas»
La electrónica es otro mercado susceptible de boicot, y la germana Mediamarkt -con sede española en Barcelona- lo tiene en cuenta, por lo que comunica que no se posiciona en cuestiones «políticas o geográficas».
La compañía de distribución de productos de electrónica de consumo, entretenimiento y electrodomésticos tiene 83 tiendas repartidas por toda España, y más de 800 establecimientos en 14 países europeos.
Con todo, ante la tensión creciente de los últimos días sí ha lanzado una advertencia:
«MediaMarkt necesita un entorno político estable que permita seguir invirtiendo para generar crecimiento y empleo. Cualquier inestabilidad afecta directamente al consumo, no sólo en Cataluña, sino también en España».
Otra gran compañía catalana que ha hecho de Barcelona un emblema para potenciar su internacionalización, y que sigue trabajando al margen de los acontecimientos políticos, es la cervecera Damm.
El grupo Damm también tiene marcas de agua, así como empresas logísticas y distribuidoras de bebidas, y otros productos de gran consumo y alimentación.
En 2016, el Grupo Damm superó por primera vez en su historia -que se remonta a 1876- los 1.000 millones de euros de facturación, mientras que el beneficio neto ascendió a 101 millones. Acabó el año con 3.421 empleados, un 9% más.
Precedentes del cava y la banca
El temor de las compañías a un castigo en las ventas por motivos políticos no es gratuito, ya que tiene precedentes como el boicot al cava en el resto de España, que ya generó problemas hace años y que ha resurgido.
En sentido contrario, después de que Banco Sabadell y CaixaBank anunciasen el traslado de su sede fuera de Cataluña para tranquilizar a sus clientes y a los mercados, la CUP llamó a los catalanes a retirar sus ahorros de dichas entidades como muestra de rechazo y a buscar otras «alternativas financieras».
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