El tenebroso futuro de la juventud en Occidente

¿Seremos más pobres que nuestros padres?

Según un informe del McKinsey Global Institute, entre el 65 y el 70% de los hogares de las economías desarrolladas han sufrido un estancamiento o una pérdida de ingresos

Una parte importante de los jóvenes que residen en los países desarrollados vivirán peor de lo que lo hicieron sus padres, al menos en términos de renta

Una parte importante de los jóvenes que residen en los países desarrollados vivirán peor de lo que lo hicieron sus padres, al menos en términos de renta.

Según muestra un informe de McKinsey Global Institute, entre el 65 y el 70% de los hogares de 25 economías desarrolladas entre las que se encuentra España (580 millones de personas) han sufrido un estancamiento o caída de sus ingresos reales entre 2005 y 2014.

Mientras que entre 1993 y 2005 sólo el 2% de los hogares sufrió esta situación, es decir, menos de 10 millones de personas.

El erudito británico Thomas Malthus defendió en su obra ‘Ensayo sobre el principio de población’ (año 1798) que los nacidos en esa época vivirían peor que sus padres, puesto que el incremento de la población era superior al crecimiento de la producción, por lo que la renta per cápita sería inferior para las próximas generaciones.

Malthus se equivocó porque no contó con el ingenio del ser humano y el fuerte crecimiento de la productividad que tuvo lugar con la Revolución Industrial, que permitió que las futuras generaciones gozaran de unos estándares de vida muy superiores a los que habían vivido sus padres.

Ahora su predicción podría cumplirse, pero por otros motivos diferentes como muestra el informe Poorer than their parents? Flat or falling incomes in advanced economies.

Sin embargo, ahora a pesar del cambio demográfico (inverso al que usaba Malthus para realizar sus predicciones) parece que los jóvenes van a tener que conformarse con un nivel de vida igual o inferior al de sus padres en Occidente.

Como destaca el informe de McKinsey:

«hoy, los jóvenes corren el riesgo de acabar siendo más pobres que sus padres… La profunda recesión y la lenta recuperación económica son causas principales de este fenómeno, pero los cambios en el mercado laboral como la caída de los salarios como parte del PIB y las tendencias demográficas a largo plazo juegan también un rol importante».

La crisis y los cambios

La última crisis, el estancamiento de los salarios reales y la debilidad del mercado laboral han propiciado esta extraña situación. Los jóvenes con menor formación serán los más afectados, «además, la recesión y la débil recuperación en algunos países ha provocado unos niveles de desempleo juvenil elevados, evitando que estos jóvenes puedan poner en marcha sus carreras profesionales».

«Los menores niveles de participación laboral, el desempleo y la menguante productividad están ayudando al estancamiento de los ingresos. El desempleo en particular puede tener un efecto considerable sobre los ingresos», señalan los expertos de McKinsey.

Por otro lado, el descenso de la población en edad de trabajar por hogar que también repercute sobre la producción. No sólo el descenso de las rentas salariales, sino la desigualdad dentro de las mismas, «los ingresos crecientes de los trabajadores más cualificados por el estancamiento y descenso de los empleados de media y baja cualificación».

También cabe destacar el aumento del empleo temporal y a tiempo parcial, cuyos salarios no suelen alcanzar el nivel de los empleos a tiempo completo e indefinidos. Los ingresos son superiores para los indefinidos a la par que este tipo de trabajo es beneficioso para el crecimiento de la productividad.

El informe señala que los gobiernos a través de los impuestos y las transferencias «pueden jugar un rol decisivo para limitar o revertir este descenso de los ingresos».

Por ejemplo se pueden implementar subidas salariales, incrementar los complementos salariales a los trabajadores con menores ingresos, ayudas para los trabajadores a tiempo parcial o temporal y también se puede establecer una renta básica universal, aunque este ya es un tema de mayor controversia, explican desde McKinsey.

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