Zapatero sigue en estado de gracia

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El PP asume el coste de su negativa al diálogo con ETA

PD / Agencias, Sábado, 21 de mayo 2005

El sondeo del CIS sobre el debate del Estado de la Nación, que dio abrumadoramente triunfador al presidenteZapatero, ha caído como un jarro de agua fría en la sede de Génova, pero ni Rajoy ni el PP modificarán su línea. Los populares asumen que la negativa a dialogar con los terroristas de ETA tiene un coste en la opinión pública, muy inclinada en estos tiempos a todo lo que suene a "buen talante", pero creen estar en la piosición correcta y la mantendrán.

El «mal trago» de los resultados del CIS se solventó desde la sede del PP con una nota de prensa del secretario general del grupo popular, Jorge Fernández Díaz, en la que se solicitaba la dimisión del presidente del CIS, Fernando Vallespín, por «manipulación e instrumentalización política». Sonó a enfado y no dio la impresión de ser la respuesta más adecuada.

Algunos dirigentes del PP, como subraya Cristina de la Hoz en ABC, son plenamente conscientes de la falta de calado de ciertos mensajes que se lanzan desde la sede nacional, fundamentalmente en materias tan importantes como la política antiterrorista o el modelo de Estado. A nadie se le escapa en el PP que, hoy por hoy, el presidente del Gobierno sigue disfrutando de un estado de gracia casi inmaculado -a pesar de que muchos de sus ministros se queman-, o que no pueden contar con la fuerza informativa de los medios de titularidad pública, pero no es menos cierto que en un debate sobre un hipotético proceso de paz «nuestro mensaje no puede ser ganador porque es pesimista, es un tema muy ingrato para hacer oposición», según señaló a ABC un dirigente popular. Otro, durante el propio debate del Estado de la Nación, señaló cuál puede ser el mal que aqueja ahora mismo a buena parte de la sociedad: «En cuanto deja de haber muertos, la gente olvida que el terrorismo existe y que no ha dejado de ser un problema para el país».

«Desistimiento de la sociedad» fue otra expresión utilizada por un alto responsable de Génova a la hora de hablar de las causas por las que el mensaje popular parece quedarse por el camino. Y es que la percepción de la situación política, según los datos que arrojan prácticamente todos los sondeos, es bastante positiva desués de un año de Gobierno de Rodríguez Zapatero.

«Mejor parlamentario»

«Cualquiera que viese el debate sobre el Estado de la Nación no tendría duda de que Rajoy es mejor parlamentario», agregaron las fuentes consultadas. Lo malo, continúan, «es que el debate del terrorismo es imposible para la oposición. El discurso que vende el Gobierno es mucho más atractivo».

«Fin de la violencia», «diálogo» y «proceso de paz» son términos infinitamente más seductores que la «traición a los muertos», aducen las mismas fuentes. En definitiva, si se atiende el debate parlamentario de la semana pasada en términos de popularidad, «no hay mucho que hacer».

Además, advierten que la estrategia inaugurada por el Gobierno siempre resultará ganadora, tanto si sale bien (el fin de la violencia) como si sale mal (supervivencia de ETA) porque, en el segundo caso, es muy «vendible» para Rodríguez Zapatero transmitir a los ciudadanos la virtud del intento fallido. Además, para el primer partido de la oposición sería «rastrero» salir ante una sociedad frustrada diciendo aquello de «ya lo decíamos nosotros».

La principal baza en un proceso que, a pesar del análisis del PP, también presenta dificultades para los socialistas, son las víctimas del terrorismo. De hecho, cabe recordar que la ya famosa expresión de la «traición a los muertos» fue recogida, según justificación del PP, de un artículo que el vicepresidente del Foro de Ermua y hermano de Fernando Buesa, Mikel Buesa, publicó en la Tercera de ABC el miércoles 11 de mayo, donde hablaba de «traidores sobrevenidos».

Además, días antes del debate sobre el Estado de la Nación, se mantuvieron contactos frecuentes con la AVT, entre ellos, una larga conversación telefónica del secretario general del PP, Ángel Acebes, el lunes 9, al objeto de recoger el sentir de las víctimas en el discurso de Rajoy.

«Balón de oxígeno»

La reunión que este jueves tuvo lugar en la sede nacional del partido con la directiva del Foro de Ermua -a petición de la misma- sirvió de improvisado «balón de oxígeno», al que se pueden unir otras iniciativas con asociaciones cívicas. Fue Mikel Buesa el que proclamó el jueves que «no es verdad que el PP esté solo en esta lucha por los principios», y no pocos socialistas vascos han criticado, por otro lado, el trato que el líder del PSE, Patxi López, dispensó a la presidenta regional del Partido Popular, María San Gil, en una reciente reunión.

A todo ello se une la próxima manifestación convocada por la AVT para el 4 de junio, que puede convertirse en un escenario propicio para reforzar una relación que siempre ha sido muy estrecha. Sin embargo, la dirección del PP no ha decidido todavía cuál será su grado de implicación en dicha manifestación después de los antecedentes (con supuestas agresiones al ministro de Defensa, José Bono). «La opinión pública tiende a desistir -afirman desde la calle Génova-. De ahí nuestro empeño en estar con las víctimas».

«O desistías o te plantabas»

En cuanto al tono, duro, durísimo, del discurso de Rajoy en la primera sesión del debate, son muchos en el partido los que defienden que después de las declaraciones de dirigentes socialistas como José Blanco o Alfredo Pérez Rubalcaba de que el PP no deseaba el fin de la violencia, «o desistías o te plantabas», y Mariano Rajoy optó por plantarse. «No tenía ni margen ni sentido hacer un discurso distinto», indican. Y es más, añaden: «Si lo hubiese dicho de otra manera habría dado igual, porque el choque de trenes era inevitable».

Una persona muy próxima a Rajoy, que forma parte de lo que en Génova se da en llamar el «equipo médico habitual», asegura que el tono escogido por el líder popular -que sorprendió a muchos de sus diputados y a bastantes miembros de la dirección del partido-venía decidido de antemano. No fue, por tanto, una reacción al discurso que por la mañana había pronunciado el presidente del Gobierno. De hecho, los retoques y los cambios que se introdujeron en el texto a mediodía fueron mínimos y hacían referencia a Galicia, a la inmigración y a la economía.

Además, a diferencia de Aznar -que dejaba la redacción de los discursos a sus colaboradores tras transmitirles instrucciones precisas-, Rajoy escribe sus textos y, en este caso, la tarde anterior se fue a su domicilio para terminar de perfilar su intervención.